Presentará su novela más reciente Hot sur en el museo Rufino Tamayo
Convertirla en objeto de culto es la mejor manera de petrificarla, de anularla, hacerla inservible, dice a La Jornada
Está para volar estructuras viejas, para generar posibilidades nuevas, manifiesta la escritora colombiana
Fascinante, la pelea que da la juventud por la libertad de información
Miércoles 29 de mayo de 2013, p. 3
La exaltación y la utilización que hace el poder de la cultura me parece una de las cosas más peligrosas para ésta
, señala la escritora colombiana Laura Restrepo, quien la próxima semana presentará su novela más reciente, Hot sur, una de las más ambiciosas de su carrera, cercana al género del thriller y en la que habla del fin del sueño americano y la búsqueda de una alternativa.
Laura Restrepo recibe a La Jornada en su casa, ubicada al sur de la ciudad, acompañada de sus dos perros, Oso y Alelí, para hablar de lo que hay alrededor de ese sueño roto.
El tema lo marca lo que dice uno de los personajes principales de la novela, Cleve Rose, quien escribe: Me aburren los amagos de salvación a través de la escritura. Me sacan de quicio quienes juegan a que la literatura es un culto; la cultura una religión; los museos unos templos; las novelas, unas biblias y los escritores unos profetas
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–¿Eso lo dice usted en voz del personaje?
–Es que le tengo bronca a toda esa construcción que se ha hecho alrededor de la cultura y de la figura del escritor y del artista, me parece una suplantación de otras cosa más reales. Me fastidia que a la falta de creencias verdaderas en el ser humano, se ha erigido esta figura de la cultura y se hacen estos templos que son los museos y entonces visitar el museo para mí que tiene exactamente la connotación que tenía visitar la iglesia antes, y al escritor se le para en un pedestal de la manera más injustificada, más absurda y los festivales literarios como una exaltación. A mí me da bronca.
Me parece que la cultura no está para eso, está para volar estructuras viejas, para generar posibilidades nuevas, la cultura toda, y no para convertirse en objeto de culto. Hacer eso es la mejor forma de petrificarla, anularla y hacerla inservible
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Francotirador, no monumento
Ser escritor sirve, la literatura sirve, prosigue Restrepo, “pero no para convertirse en culto de nadie, precisamente porque la cultura tiene que estar en la posición de francotirador, no erigirse en monumento. A la cultura se le aniquila en el momento en que se le coloca como objeto de culto, cuando su fuerza está en su marginalidad, lo mismo el escritor.
Me gusta mucho lo que dijo José Emilio Pacheco cuando recibió el Cervantes, en el sentido de que el escritor pertenecía a una cofradía mendicante. Eso es todo lo contrario del escritor como mesías, o salvador, o del escritor como profeta, y como figura de culto, es una manera sutil de neutralizarlo y de acabar con su fuerza. La exaltación y la utilización que hace el poder de la cultura me parece una de las cosas más peligrosas para ésta
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–Sin embargo, es lo que estamos viviendo.
–Claro. Es el intento por todos lados. Afortunadamente la cultura es como un río tremendo y no hay quien la pueda encauzar porque siempre habrá quienes marchen en contra del poder, pero que el poder tiene ese intento de encauzarla de convertir a las figuras de la cultura en figuras aliadas, lo vemos por todos lados.
–Existen ahora las redes sociales, Internet, medios alternativos, ya no va a ser tan fácil que esto ocurra.
–Esa es la maravilla, por eso el poder quiere controlar precisamente las redes sociales, neutralizarlas, y privatizarlas. A mí me parece fascinante la pelea que da la juventud por la libertad de información y la libertad de Internet y por de verdad apropiarse y de asegurarse de ese medio técnico fascinante de comunicación que se ha abierto, pero también entiendo que uno de los terrenos de batalla más duros va a ser precisamente inhibir toda esa posibilidad de comunicación e información libre que se ha abierto, no por nada están casos como el del soldado que tienen preso por filtración de secretos de Estado, y el de Julian Assange, quien es el preso número uno.
Creo que son los presos más importantes y significativos que tiene el planeta, porque son a los que están apuntando al peor delito en este momento que es la libertad de información, la libertad y utilización de las redes sociales y de toda la tecnología electrónica en favor de información, la comunicación y la convocatoria libre, es una herramienta poderosa. Ese va a ser un campo de batalla fundamental y en la suerte de Assange y de este soldado va a definir quién gana esta batalla
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–Son los jóvenes también los que dan la batalla.
–La juventud de hoy se está movilizando, desde luego alguna parte estará conforme con lo que está pasando, pero eso es algo difícil porque son demasiados los jóvenes que no ven futuro.
“Es muy difícil reivindicar el cómo vamos porque no van a tener trabajo ni techo, van a seguir viviendo en la casa de los padres. Es difícil para la juventud y no por nada están en la calle. En México, en Chile, en España, las cosas se han puesto críticas para esa generación venidera.
¿Cómo van a sustentar su autonomía, proyectar su personalidad, su propia identidad si les están negando todos los caminos para que lo hagan?
–Ahí es fácil que los grupos criminales se apropien de esos jóvenes, y tenemos ahora ese ciclo de violencia que no acaba.
–¡Claro!, porque también tenemos otro falso remplazo a la sin salida del american dream: aparecen estas posibilidades mafiosas, que a mi forma de ver es el propio capitalismo pero en su versión extrema, porque es el descubrimiento de que la muerte era la última traba que había para una plusvalía sin límite. Antes la plusvalía era matar de hambre, frío y en el aislamiento, pero hoy ya es la muerte física.
“Es ese falso camino en Colombia tan recorrido y ahora yo, que estoy tan ligada a este país, vuelvo a vivirlo acá, donde la noción de que la vida es mejor que la muerte se confunde. La noción clave de toda civilizaciónes la convicción de que la vida es mejor que la muerte. Eso empieza a borrarse porque lo que da rédito es la muerte: si la vida no me da trabajo, posibilidades, familia, deporte, cultura, si me la paso aburrida aquí, la muerte me da ropa de marca, una identidad, adrenalina y me da dinero, entonces opto por la muerte. Eso sucede masivamente y está sucediendo masivamente con la juventud mexicana como sucedió con la juventud colombiana.
–¿Usted está reviviendo todo ese proceso?
–El horror, imagínate algo que uno ya vivió, y ahora en esta etapa de negar el problema, que yo lo veo como más peligroso que el anterior. Por ejemplo, dicen que en Colombia se acabó el problema, ya está del otro lado. ¿Quién dice que ya está del otro lado? Qué falta de respeto con las víctimas que hay allá todos los días.
El tráfico de droga no ha disminuido un ápice, entonces, ¿cómo así que se acabó el problema? En México ya comenzó esa etapa de negar. No solamente he vivido toda la etapa de la criminalidad en Colombia y luego acá, sino toda esta etapa de la negación de la criminalidad ahora cuando todavía está en su apogeo
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En el filo de la navaja
–¿En qué punto estamos como sociedad?
–Creo que estamos en el filo de la navaja. Por eso quería una novela que se ubicara en ese filo, una especie de apuesta del todo o nada, porque creo que bien podemos caer en que el planeta se destruye. Creo que es el momento en el que o se concibe un cambio, que pasa por un cambio de mentalidad, o hasta aquí nos trajo el río: así es de tremendo, es decir la cantidad de población despojada y despojada de todo, es cada vez mayor.
–La cantidad de movimientos que piden que esto cambie también se multiplican.
–Claro. Ves a los jóvenes por todos lados que no tienen futuro y que están pidiendo ese cambio. Quizá el nuevo sueño aún no tenga nombre, pero el solo hecho de que se le invoque y se le persiga es una manera de empezar a nombrarlo.
Hot sur será presentado el miércoles 5 de junio, a las 19 horas, en el museo Rufino Tamayo (Paseo de la Reforma 51, Bosque de Chapultepec).