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Cada día se suman más a una exigencia: la dimisión del premier

Derechistas, comunistas, estudiantes, kurdos... todos unidos contra Erdogan
 
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de junio de 2013, p. 22

Estambul, 4 de junio.

Nacionalistas de derecha, comunistas, socialistas, estudiantes, feministas y kurdos, una amalgama de jóvenes de distintas tendencias que pueden parecer irreconciliables, se ven unidos en estos días por una causa común en Turquía: exigir la renuncia del primer ministro islamita Recep Tayyip Erdogan, quien se encuentra de visita en el Magreb.

Cuando parecía que las protestas en la emblemática plaza Taksim de Estambul se habían calmado tras un fin de semana de enfrentamientos con la policía, y que la inconformidad se desplazaba hacia otros barrios de la ciudad y a otras ciudades del país, miles de personas permanecieron en la plaza desde la noche del lunes.

Taksim volvió a ser ejemplo de una multitudinaria, civilizada y pacífica protesta en un ambiente festivo y sin intervención policial, aunque podían respirarse aún los gases lacrimógenos lanzados desde el aledaño barrio de Besiktas, donde sí hubo choques entre los manifestantes y las fuerzas del orden.

Se trata de una protesta a la que se une cada vez más gente de tendencias diferentes, asegura Ozan, profesor de 24 años, quien acude a la plaza Taksim como independiente, pero es declarado defensor de la causa kurda.

Estamos unidos contra Erdogan. Al principio comenzaron a manifestarse algunos partidos contra la construcción de un centro comercial en el parque Gezi, pero ahora el espectro de manifestantes se ha ampliado. Y también las motivaciones.

Taksim es una fiesta de pancartas, colores y emblemas, entre las que se distinguen las de asociaciones estudiantiles, feministas, las banderas rojas de socialistas y comunistas, la blanca de los socialdemócratas e incluso la amarilla de los kurdos.

Cagdas, estudiante de ingeniería y portavoz de las juventudes socialistas, señaló: llevamos mucho tiempo manifestándonos contra el gobierno. Protestamos contra la construcción de un centro comercial en el parque Gezi, contra la forma de gobierno dictatorial de Erdogan, contra las restrictivas leyes que nos llevan hacia una sociedad islámica y contra la la corrupción y el nepotismo.

A su vez, Yasar, con un brazo en cabestrillo tras resultar herido en las protestas del fin de semana, advirtió: Erdogan está acumulando mucho poder político y económico. La gente no lo sabe, pero miembros de su familia están implicados en la construcción del centro comercial proyectado en Gezi.

Entre los manifestantes hay también kemalistas que ondean la bandera del fundador de la patria, Mustafá Kemal Atatürk, de tendencia nacionalista. Aquí también hay grupos fascistas y nacionalistas, pues la violencia de la policía está exacerbando las posiciones políticas, asegura Ozan. Pero no importa, mientras luchemos todos contra Erdogan.

Reha es uno de esos jóvenes nacionalistas cubiertos con la bandera que avanza al grito de Atatürk es el más grande y lemas sobre la grandeza de Turquía. Cuando se le pregunta si el país vive una primavera árabe, responde claro: nosotros no somos árabes, nuestra inspiración es más europea.

Más internacionalista se muestra Cagdas: no importa de dónde sean, los objetivos socialistas son universales y ojalá la plaza Taksim se convierta en la nueva Tahrir, dice en referencia a las revueltas de 2011 que acabaron con el régimen de Hosni Mubarak.

Una de las presencias que más llama la atención es quizá la de los kurdos, después de que el gobierno inició un proceso de paz con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán pese a la oposición de gran parte de la población turca. Pero los kurdos que protestan en Taksim no creen en la honestidad de Erdogan.

El alcohol, el velo, el aborto y las políticas sobre la mujer han llevado a Yisam y sus compañeras a la plaza. La mujer está en peligro en la sociedad turca que quiere construir Erdogan.

En cambio, Akim defiende otros motivos: hablan del florecimiento económico turco, pero el crecimiento se ha basado en privatizaciones y en la venta de empresas públicas a extranjeros. Además, el desempleo aumenta.

Cada uno tiene sus motivos, pero todos coinciden en denunciar la excesiva violencia de la policía contra los manifestantes y en exigir la dimisión del actual gobierno. Se dice que hay más de 20 muertos, cuenta Emel, una joven que cree que el Ejecutivo oculta la verdad sobre la represión.

De momento, los jóvenes turcos persisten, al menos en uno de los lemas más coreados por todos: No nos moverán de Taksim.