Río de Janeiro, 21 de junio.

La FIFA indicó que no ha considerado suspender la Copa Confederaciones que se realiza en Brasil, en medio de históricas protestas que han degenerado en hechos violentos en varias ciudades, dijo ayer Pekka Odriozola, jefe de comunicación del organismo.

En ningún momento se ha discutido con las autoridades locales abandonar el torneo, explicó el dirigente en rueda de prensa ofrecida en el estadio Maracaná, luego de que dos minibuses de la FIFA fueron atacados a pedradas el pasado jueves por manifestantes en Salvador. Estamos monitoreando la situación con las autoridades, agregó.

El ente rector del balompié internacional defendió el derecho de los brasileños a manifestarse, pero condenó los actos de violencia.

A un año del Mundial de futbol 2014, miles de manifestantes han salido a las calles de unas 80 ciudades del país para protestar contra los gastos de la Copa y en demanda de mejores servicios.

Dos microbuses de la FIFA y el hotel en el que funcionarios de la organización se hospedaban en Salvador de Bahía, donde se enfrentaron el pasado jueves Uruguay y Nigeria por la segunda fecha del grupo B del torneo, fueron apedreados.

Respecto de Salvador recibimos un informe que dos autobuses fueron dañados. Es un reflejo de lo que está sucediendo. Otros vehículos que estaban también en la misma calle fueron atacados. Los vehículos estaban estacionados, vacíos, por lo que no considero que sea un ataque contra la FIFA, dijo en su oportunidad Saint-Clair Milesi, director de comunicaciones del comité organizador local de la Copa.

Miembros de la policía de choque dispersaron a los manifestantes con bombas lacrimógenas, balas de goma y gas pimienta.

La FIFA no hará ningún comentario sobre la acción policial. También se están haciendo varias protestas pacíficamente en todo el país, anotó Odriozola.

Cansados de la corrupción, de la mala calidad del transporte, la educación y la salud, así como de los precios en alza y de multimillonarios gastos para el Mundial 2014, cuando el país tiene grandes déficits en varios frentes, los brasileños sorprendieron a su propio gobierno y al mundo con la virulencia y el tamaño de sus protestas.

Nadie esperaba algo de esta naturaleza. Pero tenemos que estar preparados, advirtió Odriozola.