La falta de talento en el futbol mexicano
América: la vida sin Benítez
n el futbol mexicano se pretende encontrar la solución donde está, precisamente, el problema. En la Copa Confederaciones, Brasil anotó un gol tempranero y después fulminó a España con juego recio y contundencia. En el Mundial Sub-20 de Turquía, el Tri también marcó un gol de vestidor, pero después falló varias oportunidades y no pudo liquidar a los juveniles españoles.
El scracht –muy lejos de la esencia del jogo bonito– se alzó con el trofeo y una gran dosis de motivación a un año de su Mundial. Brasil no muestra hoy la clase de antaño, pero tiene a dos depredadores del área que sí hacen magia con el balón. Neymar y Fred saben definir los encuentros.
El Tri juvenil, como el resto de nuestros representantes futboleros, tiene pies de barro: no cuenta con jugadores que se echen el equipo al hombro –armadores, tácticos, creativos, ese infaltable 10 con aspiraciones–, y tampoco tiene esos artilleros que sepan dar el clásico pase a la red, algo tan sencillo y tan complicado al mismo tiempo, en una de esas ironías de la pelota.
Y si las selecciones nacionales carecen de ese tipo de jugadores desequilibrantes es porque los equipos tampoco los tienen. Los directivos están empeñados –muchos dicen que por mero interés económico– en cubrir esas posiciones con talento de Sudamérica, donde desde hace muchos años sí entienden su papel de surtidores para casi todos los futboles del mundo.
En Turquía, José Manuel de la Torre sumó otro fracaso en 2013. En nuestro balompié la mayoría de los jugadores parecen atletas empeñados solamente en correr y en obedecer ciegamente los exigentes planteamientos tácticos.
Pero si ahora no hay elementos distintos, al Chepo le ha faltado estrategia para suplir con juego colectivo la ausencia de calidad. Las selecciones mexicanas parecen equipos llaneros que apenas están iniciando: sin variantes ofensivas, se limitan a tirar centros y disparos de media distancia.
Lucas Lobos –nominado entre los mejores en los últimos torneos– obtuvo esta semana la naturalización y de inmediato algunos lo mencionan como candidato al Tri. Y Chaco Giménez también levantó la mano.
Algunos dueños del balón andan muy nerviosos por los números y el juego que ha mostrado la selección rumbo a Brasil 2014. Unos hablan de quitar al Chepo en caso de que México no conquiste la Copa Oro, pero nadie se ha pronunciado por dar más oportunidad a los jóvenes canteranos.
La muestra de que nuestro balompié puede producir calidad se dio esta semana, con el viaje de Héctor Herrera y Diego Reyes al Porto.
Otro que podría mostrar nivel de exportación es Raúl Jiménez. El juvenil americanista ya no tendrá el aporte que le brindaba Christian Benítez y deberá seguir exhibiendo ese crecimiento que ha experimentado en poco tiempo, no sólo para aspirar a un fichaje europeo, sino para ser el compañero ideal de Chicharito Hernández, actualmente un llanero solitario.
Chucho dejó de lado al América y negoció por su cuenta su pase a Qatar. Muchos supuestos cracks han pasado con más pena que gloria en las Águilas, mientras el ecuatoriano dejó un tricampeonato de goleo y un título en las vitrinas. Los fanáticos amarillos lo echarán de menos: Benítez sí dejó huella. Sin duda será un gran reto para el Piojo, quien por su parte ha demostrado que sabe armar equipos, a veces hasta con pedacería.
Y mientras una revista del llamado jet set internacional mostró a Jorge Vergara organizando una fiesta en un palacio de Venecia, a un costo estimado en 40 millones de pesos y con Elton John como el atractivo principal, el Atlas advierte que está en peligro de desaparecer. Sería un duro golpe no sólo para los sufridos aficionados rojinegros, sino para el futbol mexicano en general.
Hace muchos años el Atlas era conocido como la Academia por el buen juego que mostraba, precisamente por ese futbol que tanto escasea hoy en nuestras canchas, donde sobra el sudor y falta la calidad en los puestos.