a Brigada para Leer en Libertad es un proyecto cultural de fomento a la lectura y divulgación de la historia que durante más de tres años ha llevado libros, conferencias, debates y presentaciones y lecturas públicas a las calles y las plazas (lo que entre otras cosas, le ha atraído acusaciones sin fundamento de quienes notan que la historia y la poesía son subversivas). Entre sus muchos méritos, tiene también el de provocar el rescate de la historia de los movimientos políticos y sociales del último tercio del siglo XX, que cambiaron el rostro del país, forzando a un régimen autoritario ha abrirse gradualmente.
Los estudiosos de la transición suelen afirmar que la modernización política de México se debe al gobierno y a las instituciones formales. Están convencidos de que vivimos en democracia y que no hay nada más importante que ello. Forzando la nota, para ellos la reforma política fue una graciosa concesión de Reyes Heroles; las primeras gubernaturas de oposición, una dádiva ( concertacesión) igualmente graciosa de Salinas de Gortari, y la alternancia
, resultado de la altura de miras de Zedillo. Cuando miran a otros actores, los encuentran en los partidos institucionalizados y muy rara vez en la sociedad.
Sin embargo, fuera de las instituciones que tienen departamentos de estudios de la transición, empiezan a surgir testimonios y estudios de las movilizaciones que obligaron al régimen a reglamentar la fallida transición a la democracia y a aparentar un talante menos represivo. Uno de esos espacios que promueven la aparición de testimonios y estudios sobre esos movimientos estudiantiles, obreros, campesinos y populares, es justamente la Brigada para Leer en Libertad, de cuya página se pueden descargar gratuitamente estos y otros libros, que en su versión impresa se regalan a los asistentes a las ferias organizadas por la brigada.
Estos libros cuentan algo que en muchos aspectos puede considerarse una revolución, pues la lucha del pueblo iniciada entre 1965 y 1968, y que aún no concluye, ha sido determinante para la transformación de la mentalidad, de la actitud de los mexicanos ante su entorno y su vida cotidiana. En efecto, Luis Villoro propone que más allá de (o tan importante como) los cambios políticos o económicos, una revolución transforma la relación de los individuos y las colectividades con la sociedad, así como su manera de entenderla y ubicarse en ella.
Así como la revolución iniciada en 1910 llevó las demandas de las masas, sus exigencias y su influencia al primer plano de la vida nacional y permitió a los mexicanos redescubrirse a sí mismos, la transformación de la mentalidad de los jóvenes que participaron en los 100 días del movimiento de 1968 fue contagiándose con mayor o menor rapidez a otros sectores sociales, que cuestionaron con fuerza creciente el consenso artificial sobre las verdades
en que se fundaba el mundo libre
y su dictatorial y unipartidista versión mexicana.
En El principio (uno de los libros que pueden descargarse gratuitamente de brigadaparaleerenlibertad), Francisco Pérez-Arce hace al mismo tiempo historia y testimonio de los primeros veinte años de esa lucha: el año de 1968, pensado por el régimen como el de su consagración internacional fue, en realidad, el que mostró su verdadero rostro, el de un régimen despótico que realizó una represión sangrienta
; y a esa represión sangrienta siguieron como en cascada
, la insurgencia obrera de 1970 a 1975; el movimiento magisterial, de 1979 a 1981; las guerrillas urbanas y rurales que tuvieron su mayor fuerza entre 1972 y 1974; y el movimiento urbano popular que tuvo su apogeo tras el terremoto de 1985. Hay que añadir a estos el movimiento campesino e indígena y el universitario de 1986-1987.
Los 20 años que siguieron al movimiento de 1968 derrumbaron el consenso que sostenía al régimen y desembocaron en la sorprendente derrota electoral del PRI en 1988. Aunque, como señala Pérez-Arce, los resultados del 6 de julio de aquel año, vistos desde ahora, no deberían sorprendernos, dados los agravios y las experiencias acumuladas
. Sin embargo, esos agravios y experiencias siguen siendo casi desconocidos, de modo que hay que contarlos, los están contando en las páginas de la brigada el propio Pérez-Arce y otros partícipes y testigos como Luis Hernández Navarro, Santiago Isidro Flores, Jorge Belarmino Fernández, Pablo Moctezuma y Paco Ignacio Taibo II. Hablaremos de sus libros en la siguiente entrega.
Twitter: @salme_villista