Miami, 16 de julio.

Cuando Celia Cruz, La reina de la salsa, murió en Nueva York hace 10 años, la enterraron con un puñado de tierra de Cuba, su país, al que no pudo volver desde su salida en 1960.

Lo único que no pudo hacer en su vida fue regresar a su país natal, dijo este martes Omer Pardillo, quien durante muchos años fue el representante y casi un hijo para Cruz, quien hace 10 años murió en Nueva York a los 78 años víctima de un cáncer.

“Solamente estuvo una vez de visita con la emigración de los balseros, pero en la parte americana, en la base militar de Guantánamo. Había una cerca que divide Cuba de la base naval. Fue hasta allí, se paró, metió la mano por debajo y recogió tierra cubana del lado de allá y con esa se enterró. Decía: ‘Tengo un pedacito de Cuba en mí con esta tierra’”.

En el corazón de los cubanos

Cruz, de voz inconfundible, extrovertida, carismática y extravagante en el escenario, exportó al mundo la salsa, ese ritmo bastardo mezcla de sonidos afrocubanos y jazz, y llegó a ser representante internacional de una isla donde su música estaba prohibida, aunque era escuchada a bajo volumen en muchas casas.

Que la cantante más importante de la isla de Cuba no se escuche en la radio y sea vetada es algo muy fuerte que le dolió mucho y que lo llevó muy cerca de su corazón, contó Pardillo sobre la espina que siempre tuvo clavada una artista que grabó más de 70 discos y en cuyo repertorio destacaban las guarachas.

Sin embargo, lo importante es que por lo menos el pueblo de Cuba la llevaba en el corazón, agregó.

Pese al rechazo oficial, La reina de la salsa nunca ha dejado de escucharse en privado en Cuba. En los tiempos recientes incluso algunos paladares, como se llama a los nuevos restaurantes privados en la isla, se atreven a poner su música en público y a que se escuche su famoso grito: ¡Azúcar!

Cruz denunció siempre la situación del pueblo cubano, lo que la convirtió en enemiga de Fidel Castro. Un día después de la muerte de la cantante, el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, comentó: Durante las últimas cuatro décadas se mantuvo sistemáticamente activa en las campañas contra la revolución cubana generadas desde Estados Unidos, por lo que fue utilizada como ícono por el enclave contrarrevolucionario del sur de la Florida.

Pardillo afirma que sí, que Cruz fue símbolo del exilio cubano y que era muy querida en Miami, pero recuerda que nunca fue una cantante política, aunque siempre culpó a Castro de no dejarla asistir al entierro de su padre en 1962, cuando ya había abandonado la isla.

En términos políticos era fanática antirrevolucionaria totalmente, decidida a utilizar cualquier escenario para divulgar su antifidelismo y denostar la revolución, dijo el biógrafo de la cantante, Eduardo Márceles, al Diario Las Américas de este martes.

Con el paso del tiempo, como muchas cosas en Cuba, Cruz fue tolerada e incluso salió de esa lista negra de artistas proscritos cuya existencia nadie nunca confirmó.

La recién llegada revolución había cerrado discotecas, centros nocturnos y casinos, por lo que el 15 de julio de 1960, Cruz y el resto de componentes de la ya por entonces famosa orquesta La Sonora Matancera se escaparon a México. Entre los miembros del grupo estaba el trompetista Pedro Knight, quien fue el marido de Cruz más de 40 años.

Seis meses después llegó a Nueva York, donde este martes hubo un acto en su memoria en el cementerio Woodland, en el Bronx, donde yace. Recibió la nacionalidad estadunidense, pero apenas hablaba inglés.

Aunque vivió más tiempo en Estados Unidos, su cubanía estaba a flor de piel, era la bandera de Cuba fuera de Cuba, afirmó Pardillo, quien aseguró que la música de Cruz no va a morir nunca.

Con motivo del décimo aniversario de su muerte saldrá próximamente a la venta un álbum con sus 30 mejores temas, The Absolute Collection. Además, su vida será llevada al cine.