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La madre de uno de los supuestos ladrones confesó que quemó las obras

Expertos analizan si los óleos del robo del siglo fueron incinerados

Podrían ser lienzos de Picasso, Gauguin y Monet, entre otros

Sería un crimen contra la humanidad: director del Museo Nacional de Rumania

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En las cenizas halladas en la estufa de Dogaru se hallaron pigmentos usados en el RenacimientoFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 21 de julio de 2013, p. 4

Noventa segundos es tiempo suficiente para escribir un mensaje de texto, atarse las agujetas, enviar un mail o cepillarse los dientes, pero también es tiempo suficiente para cometer un crimen contra la humanidad. Así lo confirma el que podría ser el desenlace del llamado robo del siglo, ocurrido el 16 de octubre de 2012, en el cual están implicados seis rumanos.

En poco más de un minuto los presuntos ladrones tomaron siete obras de arte del museo Kunsthal de Rotterdam, Holanda, y a pesar de que esto ocurrió a finales del año pasado, el caso ha vuelto a figurar en los rotativos de todo el mundo tras la declaración, esta semana, de la madre de uno de los implicados: habría quemado los lienzos.

La mujer llamada Olga Dogaru dijo a las autoridades en Rumania que ella enterró primero en el patio de una casa abandonada, y después en un cementerio, los cuadros valuados aproximadamente en 18 millones de euros (aunque algunos medios mencionan que el monto podría ser de hasta 100 millones de euros) para después llevarlos a su casa e incinerarlos, así quedaría destruida la evidencia y se declararía inocente a su hijo.

Preparé primero el fuego en la estufa de mi cuarto de baño. Después, me desplacé al cementerio y desenterré los cuadros, llevándolos a mi casa. Metí la bolsa en la que estaban las siete pinturas en la estufa. Puse madera, zapatos, botas de goma y esperé que se quemaran completamente, narró entre sollozos durante su declaración, la cual no ha sido validada por la policía.

Otros indicios de la fiscalía rumana señalan que alguien intentó comprar los óleos en Bucarest, pero dado que se trata de obras de artistas muy conocidos, son fáciles de identificar y por tanto difíciles de vender en el mercado negro. También se resalta que pertenecen a la colección de la familia del industrial y coleccionista Willem Cordia, conformada por unas 500 piezas.

De Bucarest, las piezas habrían sido trasladadas a la casa de los Dogaru, en un pueblo llamado Carcaliu, en Rumania.

Ernest Oberländer-Tarnoveanu, director del Museo Nacional de Rumania, explicó a la prensa que unos especialistas del recinto analizaron las cenizas halladas en la estufa de Dogaru, y encontraron pigmentos a base de estaño, plomo y zinc, utilizados durante el Renacimiento, actualmente prohibidos. Estos materiales no se emplean en la elaboración de pinturas desde la segunda mitad del siglo XX, aclaró funcionario.

De comprobarse la declaración de Dogaru sería un crimen monstruoso, un acto de barbarie... y un crimen contra la humanidad, refirió Oberländer-Tarnoveanu.

La simple idea de que se quemaron las espléndidas obras ha consternado a la opinión pública. Algunos medios califican ya esta acción como de brutalidad. En marzo, salió a la luz que Francia regresó la misma cantidad de obras (siete cuadros) a familias judías a las que los nazis se las decomisaron en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, que se salvaron de la quema de decenas de obras que se realizaron en esa época.

El Ministerio de Cultura francés regresó las pinturas de Alessandro Longhi y Sebastiano Ricci que presuntamente serían usadas para la galería de arte que Adolfo Hitler planeaba construir en su natal Linz, Austria.

En su momento los nazis se mostraron interesados en preservar algunas obras de arte, pero también destruyeron las que consideraban arte degenerado propio de judíos y bolcheviques. Entre los artistas que no eran del agrado del Führer está Vincent Van Gogh, Vasili Kandinsky, Max Ernst, Paul Klee o Edvard Munch, por mencionar algunos.

La acción de Olga Dogaru ha sido comparada con aquella terrible quema de pinturas por órdenes de Hitler. Desde mediados del siglo pasado no se había vuelto a atentar contra el arte en esa magnitud, aunque hay casos en este siglo que vale la pena recordar, como el de la mujer que dañó el óleo Dos mujeres tahitianas, de Paul Gauguin, en la Galería Nacional de Washington, el 6 de marzo de 2011.

Además, el 8 de febrero de este año, en el museo francés Louvre-Lens, una mujer escribió con un rotulador AE911 sobre el cuadro estrella La liberté guidant le peuple (1930), de Eugène Delacroix. La inscripción que dejó esta persona de 28 años es el nombre de una página web, de quienes dicen investigar lo ocurrido durante este atentando en Nueva York.

El juicio a los seis presuntos perpetradores del robo del siglo se iniciará el próximo 13 de agosto.

Las obras que podrían haber sido quemadas son: Cabeza de arlequín (1917), de Pablo Picasso; Mujer ante una ventana abierta (1888), de Paul Gauguin; La lectora en blanco y amarillo (1919), de Henri Matisse; Autorretrato (1889-1891), de Meyer de Haan; Mujer con los ojos cerrados (2002), de Lucian Freud, y El puente de Charing Cross y El puente de Waterloo (1901), de Claude Monet.

(Con información de Afp y Dpa)