Reporte de País
Brasil, primer lugar en corrupción(izquierda) y
Mi lucha no es por 20 centavos, sino por Brasil, el 11 de julio pasado en Sao Paulo, durante la huelga nacional convocada por las seis mayores organizaciones de trabajadores del país sudamericanoFoto Ap
Martes 23 de julio de 2013, p. 22
Las manifestaciones que se extendieron por Brasil en junio han elevado la incertidumbre política y ensombrecido el panorama de la economía, que ya luchaba por recuperarse de dos años continuos de debilidad. Además, ahora enfrenta condiciones externas menos favorables, con un desempeño más lento de lo esperado en China y condiciones financieras mundiales más restringidas al anunciarse el final de la liberación cuantitativa de efectivo por la Reserva Federal de EU.
El gobierno no parece tener control firme de la situación. La respuesta de la presidenta Dilma Roussef a las difusas demandas de los manifestantes callejeros fue convocar a un plebiscito sobre reformas políticas, con la idea de que los resultados se hubieran puesto en vigor antes de las elecciones generales de 2014. Sin embargo, el Congreso, incluidos la mayoría de partidos de la coalición que la llevó al poder –excepto su Partido de los Trabajadores–, echó abajo con rapidez su propuesta, lo que hizo parecer inefectivo su liderazgo. Al mismo tiempo, la presidenta anunció un programa para elevar el número de doctores procedentes del exterior, pero ha causado polémica en la comunidad médica de su país y no es probable que resuelva los problemas a corto plazo. Además, es improbable que ayude a convencer a los brasileños de que existe una estrategia coherente para mejorar el abrumado sistema de salud pública a largo plazo.
Tiempos de prueba
La inquietud política y social no podría haber llegado en un momento más delicado para Brasil. La economía ha tenido dificultades para crecer,debido a un deterioro del ambiente externo y a problemas de origen interno. La tasa de inflación anual sigue siendo alta (6.7% en junio), y el Banco Central de Brasil (BCB) aplica una política monetaria restrictiva, que disminuye la demanda. El crecimiento del empleo ha comenzado a decaer, y los salarios reales ya sienten los efectos del alza de precios.
Para complicar las cosas, las cuentas fiscales han tendido a debilitarse en los meses pasados, a consecuencia del deslucido crecimiento económico, así como de la introducción de una serie de estímulos fiscales de 2012 en adelante. El gobierno ha intentado convencer a los inversionistas de que tendrá mayor cautela fiscal, sobre todo después que a principios de junio Standard and Poor’s redujo la calificación de deuda soberana brasileña a negativa. Sin embargo, es improbable que la política fiscal se vuelva más disciplinada. Cualquier respuesta a las demandas de los manifestantes –mejorar salud y educación, por ejemplo– implicará mayor gasto gubernamental, lo cual se añadirá a las presiones fiscales. Además, puede ser que las elecciones del año próximo y el enrarecimiento del clima político que enfrenta la presidenta ocasionen una elevación del gasto en los próximos meses, que incrementará las presiones inflacionarias.
Estas presiones serán impulsadas también por el debilitamiento de la divisa. El real se ha depreciado 10% en la venta de activos en mercados emergentes que comenzó a fines de mayo, hasta 2.26 por dólar, lo cual se trasladará a los precios domésticos en los próximos meses. Las proyecciones más recientes del BCB sobre la inflación para finales de 2013 (6%, contra el 5.8 anterior) no incorporan las recientes tendencias del tipo de cambio.
A la luz del desafiante ambiente macroeconómico y las presiones políticas que obran en contra de una estrategia más concertada de reajuste fiscal –y dadas las presiones de los manifestantes y la proximidad de las elecciones–, las tasas de interés parecen ser el único instrumento de política económica que resta para controlar la inflación. Por tanto, es probable que el actual ciclo alcista sea más prolongado e intenso de lo que se preveía. Por ahora prevemos que la tasa de referencia Selic se elevará a 9.5% antes de la reunión de octubre, contra 8.5 después de un aumento de 50 puntos base en la del 9-10 de julio (la restricción comenzó a mediados de abril, desde un punto bajo de 7.25%, si bien a un paso relativamente cómodo de 25 puntos porcentuales).
Economist Intelligence Unit
Traducción: Jorge Anaya
En asociación con infoestratégica