n marzo pasado, el Banco Mundial dio a conocer un estudio en el que califica de crítica la situación de los recursos hídricos en la ciudad de México y 23 municipios conurbados. Afirma que, por pagar solamente la mitad de lo que en realidad cuesta el servicio de agua, la derrochan muchos de los que allí viven. En promedio consumen 300 litros cuando en otras ciudades poco más de 100 litros bastan para cubrir las necesidades de una persona. En Monterrey el promedio son 130. Y como el subsidio al consumo es elevado en la capital del país y áreas vecinas no hay presupuesto suficiente para mejorar la infraestructura de abastecimiento. Ello ocasiona que la población de más bajos recursos tenga que pagar dinero extra para disponer de agua. El Banco Mundial calcula esa erogación en 28 mil millones de pesos al año.
Por su parte, los especialistas en el tema califican de insostenible e irracional el modelo de manejo del agua y las abismales diferencias de abasto entre los usuarios de colonias ubicadas en Iztapalapa y las partes altas de Ecatepec, por ejemplo, y los de altos ingresos de Las Lomas, Huixquilucan, el Pedregal y Polanco. Agregan la mala calidad de líquido en varias zonas de la capital o en Valle de Chalco.
Pese a la limitación de recursos públicos provenientes del pago por el servicio de agua, para mejorarlo se construirá una tercera línea de abastecimiento del Sistema Cutzamala. Tendrá 75 kilómetros de longitud, costará unos 5 mil millones de pesos y debe terminarse al finalizar el sexenio. Dicho sistema cuenta con siete presas para almacenar agua de lluvia y proporciona desde hace tres décadas 14 litros por segundo al Distrito Federal y Toluca. La nueva línea permitirá atender emergencias en caso de ruptura de las dos actuales y efectuar labores de mantenimiento sin interrumpir el servicio.
Hay otros proyectos hidráulicos en la zona metropolitana de la ciudad de México que comienzan este año. Entre ellos destacan: 1) la construcción del sistema para potabilizar el caudal de lluvia captado en las presas Madín y Guadalupe, ubicadas en Atizapán y Cuautitlán, a fin de destinarlo a los municipios conurbados; 2) el túnel paralelo al emisor poniente, que evitará inundaciones en varias colonias de Tlalnepantla, y 3) reforzar el Canal de la Compañía en Valle de Chalco para que la autopista México-Puebla y áreas aledañas no se conviertan de nuevo en inmenso lago. También entrará en funciones la entidad gubernamental encargada del desalojo de las aguas negras del valle de México.
Las obras anteriores son necesarias. Pero también urgen los archiprometidos programas que eviten el derroche de agua por los usuarios de mayor poder adquisitivo y para reducir las elevadas pérdidas de líquido que se registran en la red de distribución. Oficialmente se calcula en la cuarta parte del caudal que se inyecta a la red.
Impostergable es igualmente recargar el acuífero con la abundante agua de lluvia que registra la cuenca de México. Una promesa que se repite sexenio tras sexenio. Ese acuífero se sigue sobrexplotando, lo que origina graves problemas, entre ellos el hundimiento de la región, lo cual explica en parte la ruptura de tuberías. El hundimiento alcanza ya niveles críticos en la zona de Xochimilco y Valle de Chalco. Bien que el gobierno se organice para sacar las aguas negras, pero igual se requiere tratarlas para destinarlas a diversas actividades y, a la par, conservar las áreas de recarga. En la ciudad de México las autoridades buscan que las destruyan la industria de la invasión, pero no ocurre igual en los municipios conurbados.
Todo lo anterior debe enmarcarse dentro de una política global de planeación y desarrollo urbano. Aunque recién se anunciaron los lineamientos de la que regirá en el actual sexenio sigue brillando por su ausencia en la cuenca de México y en las zonas metropolitanas de Guadalajara, Monterrey, Puebla, León, Toluca y Xalapa, por ejemplo. Sin ella cada día será más grave el problema del agua y otros servicios básicos, lo que se reflejará en una menor calidad de vida de una población que no cesa de crecer.