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Ver día anteriorSábado 3 de agosto de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apagón analógico: postergación y resistencias
E

l apagón analógico es el proceso de transición a la televisión digital terrestre (TDT) e implica el cese de las transmisiones analógicas. Como política pública vale analizarla desde dos grandes dimensiones: por un lado, considerando los efectos que se desprenden del salto tecnológico –aumento en la calidad de la imagen, la multiplicación de las señales, saldos comerciales y de competencia– y por otra parte, visualizando las secuelas sociales que tendrá el enorme incremento de fuentes de información y producción de contenidos.

Respecto a la mirada del cambio tecnológico, vale señalar que llevamos tres modificaciones en las fechas para el salto a la televisión digital en México, pues fue en 2004 cuando se definió la política de transición tecnológica, adoptando el estándar estadunidense A53/ATSC y se programó el apagón analógico para 2021.

La primera alteración ocurrió en 2010, cuando Felipe Calderón publicó un decreto que lo adelantaba a 2015 y que ordenaba una estrategia para abastecer con decodificadores a los hogares sin televisor digital. La segunda tuvo lugar el pasado 31 de mayo, dado que la Cofetel suspendió el apagón en Tijuana –argumentando las necesidades de las campañas electorales– y lo proyectó para el 18 de julio pasado.

Por último –aduciendo falta de recursos– la tercera alteración sobrevino cuando se postergó seis meses el despegue del segundo programa piloto y la conclusión de las señales analógicas en las ciudades fronterizas de Monterrey, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, recorriendo las fechas del 26 de noviembre de 2013 al 29 de mayo de 2014, en tanto que en el caso de Mexicali, se completará hasta el 26 de noviembre de 2014; de este modo y escalonando el proceso en otros lugares de la República, la transición digital a escala nacional concluiría en noviembre de 2015.

Enrique Peña Nieto anunció recientemente, en el contexto del Programa de Inversiones en Infraestructura de Transporte y Comunicaciones 2013-2018, que el Estado mexicano invertirá a lo largo del sexenio 700 mil millones de pesos en infraestructura de telecomunicaciones. La intención es ampliar la red troncal de fibra óptica de la Comisión Federal de Electricidad e instalar una red inalámbrica compartida de telecomunicaciones utilizando la banda de 700 MHz. En acuerdo a lo proyectado, se pondrán en órbita dos nuevos satélites del sistema Mexsat, se licitarán dos nuevas cadenas comerciales de televisión y una más de carácter social, además de concluir con la transición digital.

El caso es que se requiere bastante dinero para el solo proceso del apagón analógico, que supone visitas de inspección, adquisición de decodificadores e instalación de antenas, campañas de comunicación social y gastos operativos; para ello se dispuso el Fideicomiso del Fondo de Cobertura Social de Telecomunicaciones (Foncos) y ya hemos tenido retrasos por la falta de recursos.

Con el cese de las transmisiones analógicas, el Estado recupera 48 MHz, de los cuales 6 MHz –actualmente utilizados por Televisa– pertenecen a la banda de 700 MHz. De esta manera, con el espacio liberado se puede hacer uso de las frecuencias para brindar servicios de telecomunicaciones.

Pasemos ahora a la otra dimensión del apagón analógico, la social. En lo que toca a la multiplicación de las señales, es una oportunidad histórica para democratizar la televisión de una vez por todas. Pensemos que la proliferación no garantiza la pluralidad de suyo, pues podríamos tener muchos canales que con diferente programación, reproduzcan en su conjunto los códigos hegemónicos del dominio social: cosificación de la mujer, reproducción de antivalores, banalización de la política y desinformación sistemática. Por ello, hay que generar las pautas que den pie a producciones sociales y comunitarias, donde la ciudadanía se vea a sí misma de una nueva manera.

Otro aspecto importante es que el aumento de las fuentes de información supone el paso de los medios de masa a la masa de los medios. Eso quiere decir que tendremos muchos datos a disposición, pero de manera desenfocada y dispersa. Por ello, lo que el periodismo digital debe asumir como estandarte es un principio básico del periodismo más clásico: establecer el contexto e indagar en primera persona para mostrar lo que se oculta en los hechos y que es disimulado en el vértigo de la sincronía con que diferentes fuentes refieren la misma nota.

En conjunto, el apagón analógico es el pregón del cambio de premisas tecnológicas, de la dinámica informativa y el trabajo periodístico. Por eso, el duopolio y ciertos poderes fácticos se resisten a ello.

*Mesa de democratización de medios #YoSoy132