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Con su interpretación de Debussy y Stravinsky culminó la estancia de la compañía en México

Bellas Artes se cimbró con los estallidos creativos de Chouinard

Partituras con obvias evocaciones eróticas sirvieron para mostrar que la obra de la canadiense se cimenta en la fisiología del cuerpo humano

En 65 minutos hilvanó Preludio a la siesta de un fauno y La consagración de la primavera, con evidente exacerbación de los sentidos

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La Compañía Marie Chouinard, de Canadá, culminó la noche del sábado la serie de tres funciones en el Palacio de Bellas ArtesFoto Nicolas Roel
 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de agosto de 2013, p. 7

La Compañía Marie Chouinard, de Canadá, culminó la noche del sábado su impactante serie de tres funciones en Bellas Artes con dos coreografías hilvanadas, cosidas en las epidermis de sus integrantes: Preludio a la siesta de un fauno y La consagración de la primavera.

Trenzadas esas obras como una secuencia, sus 65 minutos transcurrieron en un pálpito incesante: dos partituras de naturaleza evidentemente sexual, compuestas por Claude Debussy e Igor Stravinsky, estallaron en creaciones nacidas del silencio.

Porque del no sonido nació el fauno, interpretado por Megan Walbaum: una bailarina tornada/torneada en cabrón macho cabrío copulando con estelas de luz virginal.

Una cópula es esa obra musical de Debussy y una cópula en consecuencia es el solo de danza ideado por Marie Chouinard y puesto en fluidos corporales por su bailarina.

En escena, los muchos motores del cuerpo, sus articulaciones, sus extremidades que cobran vida autónoma, sus músculos, moléculas, cartílagos, nervios, epidermis. La fisiología del cuerpo como fuente nutricia de la danza.

Pelvis, pubis, pátina, el fatuo fauno fino y fiero, su moverse sinuoso y lúbrico, su andar animalesco y humanoide como materia prima del movimiento.

Al solo del Preludio a la siesta de un fauno siguió la sucesión/coro de solos de La consagración de la primavera, también nacida del silencio.

La partitura de Stravinsky intervenida: primero con la composición titulada Signatures sonores, de Robert Racine: el sonar de firmas caligráficas con gis sobre un pizarrón invisible mientras los cuerpos fluyen sobre un escenario que es plantío de falos enhiestos mas danzantes como un caminar tranquilo de estrella.

Cuerpos de luz filtrados por un ágata, cuerpos de respiración de fuego cuyo sonido se añadirá a los sonidos de la orquesta imaginaria, cuerpos de lontananza y arquetipo, de alquimia y de otredad.

La partitura de Stravinsky intervenida mediante la manipulación en la consola de edición: las percusiones, elemento primigeneo, se vuelven opacas en tributo a la brillantez que cobran los metales y en especial las cuerdas, convertidas entonces en instrumentos percusivos y en un momento determinado un matiz apenas perceptible de voces insertadas sin palabras, a la manera de las creaturas marinas de Debussy en Nubes, Fiestas y Sirenas.

Cuerpos percutidos: la obra de Marie Chouinard se cimenta en la fisiología del cuerpo humano, en su funcionamiento interior, en sus fluidos y su composición molecular, en su origen metafísico y químico: sudor, fluidos interiores, los cuatro elementos además del éter, dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno y mucha adrenalina.

Danza de furor y fuego: los cuerpos como fuegos de artificio, conjunción de organismos vivos, únicos e irrepetibles, angustiosamente singulares que, unidos, devienen artefactos de movimientos sinfín, anillo de Moebius, Péndulo de Foucault, Talón de Aquiles.

La danza de Marie Chouinard se convierte entonces en una zoología fantástica, en la recuperación de la animalidad que tiene todo cuerpo humano, en un retorno al origen donde todo es primigenio al punto tal que la danza es absolutamente sexual pero con cuerpos asexuados en el momento en el que no importa hembra o macho, fanerógama o dicotiledónea, savia y sangre, sino el cuerpo humano es lo que importa: su fisiología convertida en danza. Su razón de ser como expresión de vida, vibrátil, latiente y sintiente.

En escena, la danza de la mantis religiosa, el despertar del fauno, la apoteosis de la naturaleza, la consagración de la primavera.

La danza de Marie Chouinard, una de las expresiones mayores en el planeta entero, como un privilegio de la animación del motivo de la existencia, la exacerbación de los sentidos, la explicación de todos los prodigios.

El arte de Marie Chouinard en México. Asombro y privilegio.

Al final, como al principio. Todo fue asombro y fuego. Un repentino estallido de luz.