Sábado 10 de agosto de 2013, p. a16
He aquí un disco irresistible: Spheres, del violinista Daniel Hope, quien recopiló, encargó, hilvanó 18 partituras en torno a un concepto que involucra por igual a la ciencia que a la poesía: la música de las esferas, que es lo mismo que decir la armonía de las esferas. La manera como suena el universo.
En las notas al programa de este álbum mágico, el propio Hope cuenta que lo único que lograba fascinarlo tanto como la música cuando niño, era observar a las estrellas.
A los ocho años tuvo su primer telescopio y entonces profundizó más aún en sus observaciones del cielo nocturno; pasaba largas horas techado de estrellas que danzaban y sonaban, al igual que los planetas y las constelaciones.
Se percató entonces de nuestra infinitud, grandeza y pequeñez en esos millones de universos sonantes y constantes, en cambio permanente (válgase la aparente paradoja: cambio permanente).
Cuando adolescente, su mentor Yehudi Menuhim le presentó al astrónomo Carl Sagan, quien me abrió los ojos a la magnitud del universo y esencialmente a la noción de la música de las esferas
.
De manera que en este disco, explica el artista inglés, me propuse juntar música y tiempo, incluyendo obras de compositores de distintas centurias que quizá nunca se conocieron entre sí en la misma galaxia, pero todos están unidos por la pregunta primordial: ¿hay alguién más que nosotros en el universo?
Antes de responder que él sí cree que no estamos solos en el universo, recuerda de inmediato el violinista que fue probablemente Pitágoras el primero en exponer la idea de que la armonía del universo puede estar fincada en un orden matemático
.
Refiere después las tonalidades periféricas
que emergen cuando alguien hace sonar un instrumento de cuerdas y que resultan similares a las tonalidades que expiden los planetas al moverse
.
Todo este andamiaje conceptual cristaliza, literalmente, en música de esferas, en las muchas maneras como suena el universo, en estos 18 tracks que hacen levitar al escucha, lo transportan al espacio sideral, lo hacen danzar al compás de las constelaciones.
De hecho, Spheres es el disco más vendido hoy día en el Reino Unido. Además, el álbum anterior en el que participó decididamente Daniel Hope, que reseñó el Disquero recientemente (http://goo.gl/gAuT2R) está en el séptimo lugar, mientras otra de sus colaboraciones, en este caso un disco con el extraordinario compositor italiano Ludovico Einaudi, está en el segundo lugar del mercado disquero. (Nuevo mentís, o bien: paradoja, en esta etapa de transición en la manera de escuchar música en el mundo: se siguen imprimiendo, con resultados asombrosos de ventas, discos compactos. Pese a todo).
Desde el track inicial, Spheres hechiza al escucha y no lo soltará durante los siguientes 76 minutos.
Imitazione delle campane, para violín solo, del barroco alemán Johann Paul von Westhoff (1656-1705) es el título abridor. Y es que desde sus meros títulos, las obras son irresistibles: I giorni, de Ludovico Einaudi, es una obra sencillamente sublime; hay otra pieza de Einaudi en este disco: Passagio; mientras Echorus, de don Felipe Vidrio (Philip Glass) también transporta al flujo incesante de los planetas, al igual que la pieza siguiente, Cantique de Jean Racine, de Gabriel Fauré (1845- 1924) en arreglo de John Rutter, también arroba.
Las músicas antiguas reciben tratamiento, retoque, retrabajo, mientras las nuevas son novísimas, como las dos que encargó ex profeso Daniel Hope: la primera al joven Alex Baranowski: Musica universalis (que es otra manera de nombrar a la música de las esferas) y la otra a Gabriel Prokofiev (nieto del gran compositor ruso Serguei Prokofiev), quien escribió la obra que da nombre precisamente al disco: Spheres.
De Max Richter, el artífice del disco arriba mencionado (Vivaldi Recomposed), Daniel Hope interpreta Berlin by Overnight. El track 15, el Benedictus, de su ya legendaria partitura The Armed Man-Mass for Peace, del británico Karl Jenkins es irresistiblemente hermosa: a partir de una melopea sencilla y hechizante, construye un paraíso entero.
La lista de prodigios de este disco resulta incesante: Trysting Fields, del filme de Peter Greenaway, Drowning by Numbers, partitura escrita por el también británico Michael Nyman, otorga al disco otros varios millones de universos titilantes y danzantes.
Una alegría enorme del Disquero, compartir un disco tan hermoso: Spheres.