n varias ocasiones hemos hablado de la arquitectura como reflejo de la mentalidad y valores de las distintas épocas. Cada periodo se distingue por una moda arquitectónica que en México frecuentemente convive con estilos anteriores, lo que nos permite leer en las piedras la historia de un lugar.
De ahí la importancia de conocer los distintos estilos, su origen, desarrollo e influencias. Recientemente descubrimos dos libros extraordinarios, cuyos autores son reputados arquitectos, doctorados de la Universidad Nacional Autónoma de México, cuyas trayectorias han estado ligadas a la práctica activa de la arquitectura, la academia y la vida pública.
Xavier Cortés Rocha ha realizado una importante labor académica y administrativa en la UNAM. En 1997 se desempeñó como secretario general y al renunciar Francisco Barnés de Castro, ocupó interinamente el cargo de rector cuando la universidad se encontraba sumida en un largo paro de labores.
Durante varios años se desempeñó como director de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), dependencia encargada de las obras de conservación y restauración de inmuebles de valor artístico e histórico en todo el territorio nacional.
Entre algunos de los más significativos podemos mencionar la Catedral Metropolitana, Palacio Nacional, la Ciudadela y el palacio del marqués del Apartado. Presidió la Academia Nacional de Arquitectura.
Es el autor del libro El clasicismo en la arquitectura mexicana 1524-1784, editado por la UNAM, la Facultad de Arquitectura y Miguel Ángel Porrúa, librero-editor.
Resulta de enorme interés conocer lo intensa que fue la presencia del clasicismo en la arquitectura de nuestro país a partir del virreinato. Para acercarnos al tema nos brinda de entrada una clara explicación de los distintos estilos, escuelas y autores, que de una u otra manera influyeron en la arquitectura que se realizó en México a lo largo de 300 años. Esclarecedoras fotos acompañan los textos.
Juan Benito Artigas ha dedicado gran parte de su vida a la investigación de la arquitectura virreinal y a la restauración de monumentos y sitios históricos, distinguiéndose como restaurador de murales. Son muchas las obras en que ha colaborado. Por mencionar sólo algunas: el Cabildo Indígena de Metztitlán, en Hidalgo; Santa Prisca en Taxco, Guerrero; Santo Domingo, Tlacochahuaya y Calpulalpan de Méndez, en Oaxaca; Santo Domingo y Arco del Carmen en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
Autor de varios libros, actualmente sacó a la luz México arquitectura del siglo XVI, bella edición con excelentes fotografías del propio autor. En su lectura descubrimos cómo se reflejó en la arquitectura el encuentro entre la cultura española y la indígena. Tema central es la arquitectura a cielo abierto, trascendente aportación de la nueva mentalidad; basta mencionar los atrios y las capillas abiertas aisladas, creaciones mexicanas que se extendieron a toda Latinoamérica.
Muy felices con nuestros libros vamos a comentarlos rodeados de la majestuosa arquitectura del Palacio de Bellas Artes. El luminoso restaurante Luis Bello nos ofrece como cada temporada sus chiles en nogada.
Conozcamos la receta con sus propias palabras: Los chiles que hacemos en el Café del Palacio, son chiles poblanos rellenos con carne de cerdo picada, cebolla, jitomate, ajo, pasas de uva, almendras fileteadas, piñones, trocitos de durazno, pera, manzana, plátano macho frito y acitrón, sin olvidar la raja de canela tostada, suspiros de comino y clavo de olor, hojas de laurel y mejorana, tomillo, perejil en rama y el caldo de la carne. La nogada, el ingrediente más distintivo e imprescindible está hecha únicamente con nueces frescas de Castilla, peladas y remojadas en leche, crema ácida, jerez seco, sal, pimienta y una pizca de azúcar. Los adornamos con rojas y brillantes granadas, perejil fresco picadito y solemos acompañarlos con arroz blanco
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