La vida de Cecilia Giménez, pintora que restauró el fresco religioso, también experimenta un vuelco
El Cristo transformado en ícono popular ha sido visto por más de 40 mil en una iglesia de Borja
Miércoles 14 de agosto de 2013, p. 8
Madrid, 13 de agosto.
La restauración de Ecce Homo fue calificada como la más insólita en la historia del arte. Su imagen dio la vuelta al mundo, inundó las redes sociales y sirvió para decenas de chistes en programas de humor. Pero el famoso Ecce Homo de España es ahora una mina de oro.
Una exposición de la pintora que transformó un fresco religioso de escaso valor en un ícono popular conmemora desde el martes el primer aniversario de su descubrimiento. Hemos pasado momentos duros. Habrá pocos que se hayan enfrentado a una situación como esta en la historia
, dijo Juan María Ojeda, concejal de Cultura del ayuntamiento de Borja, donde está el cuadro.
Los beneficios de la promoción de la ciudad son evidentes y es algo que tendremos que aprovechar
, añadió.
Protagonista de un culebrón
Cecilia Giménez, de 81 años, fue la involuntaria protagonista de un culebrón que sacudió los medios de comunicación nacionales e internacionales en agosto del año pasado. Giménez decidió restaurar un pequeño fresco religioso de 1930, deteriorado por la humedad en la pared de una ermita olvidada de Borja.
Y desfiguró por completo la imagen original de Cristo, que aparecía con una corona de espinas antes de la crucifixión. Un pasaje conocido como Ecce Homo (¡He aquí el hombre!, las palabras pronunciadas por Poncio Pilato al presentar a Jesús ante la multitud que pedía su muerte).
La curiosidad se abrió paso entre la mofa y la incredulidad. Sólo en este año, más de 40 mil personas han visitado el fresco en su capilla original de Borja, municipio de 5 mil habitantes conocido por sus bodegas vinícolas.
En septiembre, el ayuntamiento decidió cobrar un euro por visita, y por la entrada y los donativos voluntarios se calcula que la recaudación supera 50 mil euros, dinero destinado a una fundación social, Sancti Spiritus, dueña de la iglesia en la que está el fresco. Esa institución vivía sepultada por las deudas, debido a la crisis económica.
Para Giménez la vida también dio un vuelco. Unas bodegas de la zona crearon un vino con su nombre. La etiqueta de la botella es un nuevo Ecce Homo pintado por ella, que ahora se puede visitar en una exposición de la artista con otra veintena de cuadros.