También las calles son de nosotras muestra la obra de expositoras del género urbano
Hay gente que aún no podría tener un objeto como estos en su casa; no lo conciben como artístico
, subrayó el director de la Galería José María Velasco, en la colonia Morelos
Domingo 18 de agosto de 2013, p. 3
Llevar el grafiti a las galerías o museos no va contra el espíritu transgresor de ese arte urbano, señala Alfredo Matus, director de la Galería José María Velasco, donde a partir de este sábado 17 se presenta la muestra También las calles son de nosotras, donde las mujeres que trabajan esta técnica son las protagonistas.
La muestra comienza desde la fachada del inmueble, pintada de rosa mexicano, con elementos de la cultura popular desde santos hasta la virgen reinterpretada. La pared fue intervenida por Las Piakiankitsch y Karas Urbanas, ahí, a unos pasos de Tepito.
En esta exhibición, que permanecerá hasta el 13 de octubre, participan Alexandra, Basic, Lady Love, Mahenta, Minaah, Natsu, Nekro, Nie, Tysa y Ledania.
La integración de las mujeres al grafiti comenzó en los años 80, explicó Matus durante un recorrido. “Las mujeres llegaron al grafiti básicamente en el mundo desde los años 80, cuando se hace masivo, y creo que es sobre todo gracias al Facebook y otros elementos de comunicación. Es en la generación de estas comunidades que empiezan las chicas a posicionarse. Muchas comenzaron en secundaria, donde antes del grafiti otro de los medios que existían de enlace eran los blackbooks: cuando la clase era aburrida hacíamos el dibujito, el apunte, el mensaje ofensivo a los compañeros, el juego con el maestro.
Concebido como artesanal
“A partir de ahí hay una dinámica que conecta con el grafiti tradicional, con esa connotación política; por ejemplo, cuando aparece una pinta en la calle que dice ‘estoy en contra del gobierno’, es un grafiti también y tiene un sentido de comunicación. Así es como se crean comunidades que se apropian del espacio público.”
De su ser en esos espacios públicos nace la transgresión del grafiti. Ahí tiene sus sentido transgresor, pero también toda la obra, como dice (Umberto) Eco, es multidimensional, tiene diferentes lecturas, y así como puede haber gente que puede leer la obra desde un sentido transgresor muchos espacios públicos e instituciones de arte no ven el grafiti tanto como obra de arte, lo ven como algo muy menor, artesanal, y aunque utilicen reproducciones digitales no tiene sentido.
En este punto, añade, si se habla de la reproducción de un grafiti podemos hablar también de la fotografía, que tiene una legitimidad dentro del arte desde hace más de un siglo. Son reproducciones y no existe un original. Lo mismo ocurre con una impresión digital del grafiti. En países como Estados Unidos se generan públicos y comienzan a consumir cosas: el acto del grafiti se mantiene en la calle pero se venden ilustraciones, playeras, reproducciones, libros sobre ello, y ha generado toda una cultura del coleccionista para formar identidades. La gente se siente identificada con la resolución plástica y con estos referentes de cultura que existen, el hecho de asociar el manga, la cinematografía estadunidense, son valores y contenidos que son reintepretados por los artistas
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Es así que el grafiti, aún dentro de las galerías, “no pierde su sentido de transgresión, porque finalmente manejan iconos, reiterpretaciones de esos iconos –como la Virgen o dioses griegos. Sin embargo, todavía hay gente que dice que no podría tener un objeto como estos en su casa, no lo pueden concebir como artístico, y aunque lo podemos ver en una sala de arte, todavía hay quien prefiere tener la reproducción en casa del bodegón, el paisaje, el retrato de Frida Kahlo o de la Mona Lisa como algo totalmente confirmado, y todavía ve transgresor que una obra como estas invada su espacio privado, cuando es algo que puede sentirse único y especial, que tiene una validez”, finaliza Matus.
También las calles son de nosotras es acompañada por el trabajo de otros dos artistas: en el mezzanine That bear collezione, de Arturo Franco, y La pieza del mes, con obras de Alejandro García Lagarda.
La Galería José María Velasco se localiza en Peralvillo 55, colonia Morelos.