Por primera ocasión, desde finales de los años 80, los diputados fueron obligados a cambiar de sede. El 5 de mayo de 1989 ocurrió un incendio que destruyó el salón de sesiones del Palacio Legislativo de San Lázaro, por lo que los trabajos legislativos se desarrollaron durante más de tres años en el Centro de Convenciones del Centro Médico Siglo XXI.

Ayer, la movilización de los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) bloqueó las avenidas circundantes a la Cámara de Diputados en demanda de que los legisladores no avalen las iniciativas del presidente Enrique Peña Nieto en torno a la reglamentación de la Carta Magna en materia educativa.

El cierre de las calles adyacentes a la sede legislativa por parte de los integrantes del magisterio disidente fue atribuido por los diputados de PRI y PRD a la ‘‘impericia’’ del nuevo director de resguardo en San Lázaro, Ramón Samanillo. Este funcionario sustituyó al teniente Carlos Gómez Arrieta, quien fue convocado de urgencia por el presidente de la mesa directiva, Francisco Arroyo Vieyra, para resolver el problema.

Gómez Arrieta fue invitado a colaborar en la Procuraduría General de la República (PGR) y Arroyo Vieyra solicitó al titular de ésta, Jesús Murillo Karam, la colaboración temporal del teniente del Ejército.

Por otra parte, en 1997, integrantes de El Barzón entraron hasta el salón de plenos de San Lázaro en protesta por la aprobación del Fobaproa. Enojados por lo que calificaron de un ‘‘atraco’’ a la nación, llegaron al salón de plenos con gallinas y cerditos; desde las galerías arrojaron harina de trigo a los legisladores, quienes indignados levantaron la sesión.

Seis años después, en 2003, los barzonistas introdujeron tractores a la explanada del Palacio Legislativo y hasta las puertas del salón de plenos llegó un caballo blanco con todo y jinete en protesta por el castigo presupuestal al campo mexicano.

En aquella ocasión, el entonces diputado Felipe Calderón Hinojosa, quien encabezaba el grupo parlamentario del PAN, ordenó a sus correligionarios que levantaran barricadas con las curules, decisión que terminó por poner fin a la sesión ordinaria que se realizaba en San Lázaro.