Sociedad y Justicia
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Se cumplen 40 años del síndrome de Estocolmo
 
Periódico La Jornada
Jueves 22 de agosto de 2013, p. 36

Estocolmo, 21 de agosto.El síndrome de Estocolmo, surgido de una toma de rehenes en Suecia, conserva 40 años después su misterio pese a que ha pasado al lenguaje común.

Un hombre puede describir exactamente las manifestaciones del síndrome: Jan-Erik Olsson, quien se acuerda del extraño giro que tomó su asalto a una agencia Kreditbanken del centro de la capital sueca, el 23 de agosto de 1973.

Armado con una pistola automática, este detenido que estaba fuera gracias a un permiso, tomó a cuatro empleados como rehenes. Los rehenes se pusieron más o menos de mi parte, protegiéndome en algunas situaciones para que la policía no me matara, dijo este hombre, ahora de 72 años.

Bajaron incluso a los baños, y la policía quería mantenerlos allí, pero regresaron, agregó.

Durante cinco días, los suecos quedarán fascinados por la transmisión del hecho en directo. El secuestrador logró que la policía sacara de la cárcel para apoyarlo a uno de los criminales más peligrosos del país, el asaltante Clark Olofsson.

El partido apenas comienza

Olsson, menos conocido en la época, irrumpió de manera espectacular, diciendo en inglés: ¡El partido apenas comienza!

Se podía ver el miedo en su ojos. Sólo quería asustarlos. Nunca fui condenado por nada particularmente violento, subrayó.

La angustia luego dio paso a sensaciones menos conocidas. Una rehén, Kristin Enmark, lo explicaría en una entrevista telefónica: No tengo el mínimo miedo de Clark y del otro tipo. Tengo miedo de la policía. ¿Comprenden? Créanme o no, pero aquí hemos pasado muy buenos momentos.

La rendición de Olsson y de Olofsson y la liberación de los rehenes estaba lejos de ser el final de este atraco excepcional.

Engendraría el término de síndrome de Estocolmo, creado por el siquiatra estadunidense Frank Ochberg.

Convertido en eminencia en la materia, recientemente prestó testimonio en el proceso de Ariel Castro, quien secuestró durante 10 años a tres mujeres en su casa de Cleveland (Estados Unidos).

Definió tres criterios del síndrome: atracción, incluso amor del rehén por su secuestrador; reciprocidad de parte de éste, y desprecio de ambos por el mundo exterior. Este lazo puede llevar a los negociadores a favorecer el desarrollo del síndrome, pues reduce el riesgo de violencia.