¿Qué queda después de quitarle a Frida todas esas capas comerciales? ¿De quitarle los intentos –fallidos o no– de llevar su vida a la pantalla grande? ¿Y si desaparece de las bolsas del mercado, las playeras, los lápices, cuadernos, gomas y demás parafernalia? Queda Frida Kahlo en blanco y negro, en tinta y papel, en letra manuscrita o de máquina de escribir. Esa es la mujer que retrata Las cartas de Frida, ópera de toilette, que hoy inicia breve temporada en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

Cuesta trabajo pensar en una propuesta de este tipo en un lugar al que le falla la acústica. En esta obra, con dirección escénica de Jesusa Rodríguez y Clarissa Malheiros, y música de Marcela Rodríguez, el sonido es claro, lo mismo que el cantar de la soprano Catalina Pereda, quien lleva el papel principal, de y los integrantes de la compañía En Chinga Producciones.

Todo lo que tengo

El del miércoles fue el ensayo general, ahora vienen las correcciones, dijo Jesusa Rodríguez a La Jornada. Hoy a las 20:30 horas será el restreno en México. La primera ocasión que se presentó al público mexicano fue en mayo de este año en el foro universitario Sor Juana Inés de la Cruz. Hace dos años se estrenó mundialmente en Heidelberg, Alemania.

Todo se inicia con la carta fechada el 20 de septiembre de 1927, en la que Frida Kahlo escribió: Te voy a explicar todo lo que tengo, esa es una de las pocas referencias que se hace en esta ópera a esa Frida dolorosa.

La escenografía es efímera. El papel, el mismo en el que se imprime La Jornada, juega a ser telón, agua, vestido, barquito, rebozo, diablo-mojiganga, corsé, cobija, toalla. Es papel que la aprisiona y la libera.

Sobre ese papel se proyectan las cartas donde Frida se presenta divertida, escribiendo puritita chichifosca y no deja muy bien parado a André Breton y su esposa en aquella visita a París donde presentó una exposición no gracias a Bretón, quien poco o nada había hecho, y que finalmente se concretó por el trabajo de Marcel Duchamp. Frida que critica a los art collectors y dice: “Me caen gordos (...) No sé por qué pero el arte en general me da cada día menos alazo y sobre todo esa gente que explota ser ‘conocedora del arte’ para parecerse los elegidos de dios. Muchas veces me simpatizan más los carpinteros y los zapateros que toda esa manada de estúpidos’”.

En otra carta, escribió: Nada vale más que la risa (...) La tragedia es lo más ridículo que tiene el hombre y de su obra no soy pintora ni un carajo, no sé nada y la gente piensa que dibujo muy bien y no saben los pedos que me cuesta. Todos los textos son reproducciones de 12 cartas de los cientos que se encontraron cuando se abrió el baño de Frida, clausurado después de su muerte. Por eso lleva el nombre ópera de toilette, porque ahí es donde ocurre, en esas paredes que la guardaron durante 50 años.

Lo que hay que decir de su cuadro Las dos Fridas, lo manifiesta ella misma en una misiva enviada a Alfonso Manrique, quien publicó un artículo en la revista Hoy, y fechada en Coyoacán el 25 de octubre de 1939: “El hecho de haberme pintado dos veces juzgo que no es sino la representación de soledad. Es decir, recurro a mí misma buscando mi propia ayuda. Por esta razón las dos Fridas se dan la mano.

(...) El deseo de externar con colores y formas lo que no podría con palabras y también es el placer magnífico de pintar por pintar no importa qué.

Las funciones de Las cartas de Frida, ópera de toilette son este viernes a las 20:30 horas, el sábado, a las 19, y el domingo a las 18 horas.

Los boletos están disponibles en las taquillas del Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Centro Histórico) y su costo es de 98 a 217 pesos. También en Ticketmaster.