Dinero mata principios
i hacemos caso de los reportes que publican los medios financieros y las revistas especializadas en multimillonarios, como Forbes, Jennifer López es la mujer latina del espectáculo con mayor fortuna del mundo. Se calcula que asciende a unos 240 millones de dólares. Enseguida está Salma Hayek, gracias a su trabajo como actriz, productora de películas y programas de televisión. Y después las demás: Shakira, con estrella ascendente mientras declinan aceleradamente las de Gloria Estefan y Thalía.
Pero Jennifer, que ganara su primer millón de dólares al protagonizar para el cine a la cantante Selena, sigue teniendo talento para la música, el baile, la actuación, el modelaje y los negocios. En estos últimos ha incursionado con éxito vía la venta de ropa y perfumes, como productora de películas (El cantante), dueña de restaurantes e inversionista en bienes raíces en Miami y Nueva York. No tiene, por tanto, necesidad de arriesgar su fama, su prestigio, por hacerse de unos cuantos millones más pagados por personajes que arrastran muy mala fama. O por inversionistas deseosos de agraciar a quienes en sus países conceden contratos multimillonarios. Además, no hay que olvidarlo, Jennifer también encabeza campañas internacionales en defensa de los derechos de la mujer. O en México contra la violencia hacia ellas.
Sin embargo, en su caso, dinero mata principios. Hablamos de los más de 10 millones de dólares que ha recibido por cantarle a gobernantes impugnados. Comenzando por el de Turkmenistán, Gurbanguly Berdimuhamedow, quien organizó gran fiesta con motivo de su cumpleaños 56. Jennifer fue la figura central del espectáculo musical y hasta le cantó su Happy Birthday. Se supo que el traslado y el show de la puertorriqueña y su equipo de apoyo lo pagó la Corporación China de Petróleo, que explota el gas de la ex república soviética.
Los medios se encargaron de divulgar esa actuación que de inmediato despertó la protesta de las organizaciones que luchan por los derechos humanos y contra la tortura, el hambre en África y la desigualdad en el mundo. La respuesta de quienes manejan la imagen de Jennifer fue que ella desconocía los antecedentes del homenajeado. Y que de haberlo sabido no hubiera aceptado actuar para él y sus invitados. Y que la culpa de todo la tuvieron los chinos.
Ahora se sabe que la multimillonaria le ha cantado a otros personajes cuestionados. Hace dos años, por ejemplo, amenizó en Uzbekistán, la boda del hijo del industrial Azam Aslanov. Igual fue la figura central del cumpleaños del moscovita: Telman Ismailov.
No es la única en alegrarle la vida a gobernantes criticados. También lo han hecho Mariah Carey, Beyoncé, la violinista Vanesa Mae y Nelly Furtado.