a inercia y la insensibilidad oficiales llevaron a una escalada de la inconformidad que un importante sector del magisterio ha venido expresando desde hace años por el abandono gubernamental y que ha tenido como catalizador, en meses recientes, el conjunto de reformas legales emprendidas a iniciativa del gobierno federal en materia educativa.
Ante la persistencia de las bancadas oficialistas en el Legislativo por gestionar en forma rutinaria tales reformas, a espaldas de un clamor que habría debido ser incluido y atendido desde hace mucho, los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) optaron por acudir a la capital de la República, acampar en el Zócalo, rodear el Palacio Legislativo de San Lázaro y la sede del Senado de la República y, en horas recientes, hacerse presentes en las inmediaciones del aeropuerto capitalino.
Las presiones sobre el jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, no se hicieron esperar. Desde el Legislativo mismo, el priísta Emilio Gamboa Patrón y el panista Jorge Luis Preciado exigieron al gobernante del Distrito Federal que recurriera al desalojo de los mentores inconformes. Tales actitudes se han manifestado, también, en las cúpulas empresariales. El telón de fondo de semejantes posturas se conforma, desde diversos medios informativos y desde la iniciativa privada, con la insistencia en presentar el conflicto en curso como resultado de una postura irreductible del profesorado inconforme que repercute, incluso, en problemas de vialidad. Se busca, así, esconder el hecho de que el descontento magisterial es una consecuencia social de las políticas económicas en curso y de la creciente fractura entre el país real y sus representaciones políticas formales; se pretende confundir, en suma, el síntoma con la enfermedad.
Por fortuna para todos, el Gobierno del Distrito Federal, lejos de ceder a presiones y provocaciones y de enfrentar el problema con el recurso de la fuerza policial, buscó encauzarlo por la vía del diálogo con integrantes de la Junta de Coordinación Política del Senado. A la postre, después de haber eludido el problema, el gobierno federal accedió también a entablar negociaciones –por medio de los secretarios de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y de Educación Pública, Emilio Chuayfett– con representantes de la CNTE.
Es de lamentar, por último, que para hacerse escuchar por las autoridades los maestros inconformes hayan debido llegar a la intensidad y radicalidad de las movilizaciones de estos días y cabe hacer votos porque en los canales de diálogo recién abiertos pueda gestionarse y resolverse un conflicto que habría podido ser evitado si el Ejecutivo y el Legislativo hubieran escuchado las razones de los profesores de la CNTE y hubieran consensuado con ellos las reformas legales en cuestión.