Opinión
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Los hombres que sí aman a las mujeres
A

unque no vi Shotgun Stories (2007), primer largometraje del director estadunidense Jeff Nichols, su siguiente esfuerzo Take Shelter (2011) creaba con elementos mínimos una atmósfera apocalíptica tan inquietante como para llamar la atención a su carrera. En una tesitura diferente, El niño y el fugitivo confirma que Nichols es una presencia más que promisoria.

La acción se sitúa en un pequeño pueblo de Arkansas, a la orilla del Misisipi, donde los adolescentes Ellis (Tye Sheridan) y Neckbone (Jacob Lofland) buscan la aventura en una realidad chata y ordinaria. Esa se les presenta en forma de un bote atrapado en la copa de un árbol y el hombre que vive precariamente en él. Se trata del fugitivo Mud (Matthew McConaughey), quien pide ayuda al par de muchachos. La pinta de bribón romántico del hombre seduce sobre todo a Ellis, quien le lleva suministros y también acepta hacerla de mensajero con Juniper (Reese Witherspoon), mujer por la que Mud ha matado a otro hombre. A su vez, un grupo peligroso de matones busca al fugitivo para vengar la muerte de su víctima, hijo del siniestro King (el gran Joe Don Baker).

Contado con un aire relajado, El niño y el fugitivo es un robusto relato, de esos que se convierten en leyenda en las voces de un pueblo chico. Mucho se ha comentado en la crítica de su país la similitud que la película guarda con los textos clásicos de Mark Twain (se supone que Nichols obligó a su equipo a leer la novela Huckleberry Finn), y por ello ostenta un tradicionalismo cinematográfico, ajeno a los tics de moda. Lejos de ser esquemática, la historia se impulsa por la caracterización de los personajes y funciona en varios niveles. En primer lugar, trata la educación sentimental de Ellis, adolescente ya inquieto por los misterios de la pareja. Sus padres (Sarah Paulson y Ray McKinnon) están en un trance de separarse, al mismo tiempo, el muchacho ya siente la punzada de enamorar a una voluble chica mayor y pelear por ella. De alguna manera, Mud se volverá la figura heroica de Ellis y, a su vez, el fugitivo tiene a su figura paterna en el enigmático Tom Blankenship (Sam Shepard), un hombre solitario de quien se rumora fue francotirador para la CIA. Para cuando la película llega a sus acciones climáticas, sentimos que Ellis ha madurado frente a la cámara, abandonando cualquier rastro de actitud infantil.

Al mismo tiempo que desarrolla el tema de la paternidad, hay en los personajes masculinos un lazo común, la fijación por la inalcanzable mujer idealizada. Y la decepción los espera como un destino implacable. Sólo Neckbone, más cínico y quizás inmaduro está al margen de esas preocupaciones. Pero hasta de Blankenship se dice que ha permanecido como un lobo solitario a partir de un desengaño amoroso.

Oriundo él mismo de Arkansas, Nichols muestra un aguzado oído para recrear el habla vernácula del sur estadounidense (lamentablemente mal traducida por los subtítulos) y cuenta con un reparto más que cumplidor para hacerlo chispear. McConaughey se redime de tantas insípidas comedias románticas con un personaje ambiguo, que oculta un filo de peligro en su aparente bonhomía. Los jóvenes Sheridan y Lofland hacen una combinación sinérgica. Y hasta la breve aparición de Whiterspoon recuerda su capacidad, últimamente desperdiciada.

Tal vez su última parte sea demasiado nítida, embonando sus piezas para un final feliz que puede parecer improbable. Sin embargo, El niño y el fugitivo es una de esas rarezas: la película que admitirá repetidas visiones por el mero placer de una historia bien contada.

El niño y el fugitivo

(Mud)

D y G: Jeff Nichols/ F. en C: Adam Stone/ M: David Wingoe/ Ed: Julie Monroe/ Con: Matthew McConaughey, Tye Sheridan, Jacob Lofland, Sam Shepard, Reese Witherspoon/ P: Everest Entertainment, Brace Cove Productions, Film Nation Entertainment. EU, 2012.

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