Tirados en el piso, se ofrecen juguetes rotos, celulares inservibles y aparatos desechados
pura basurita, lo que sale de la pepena
Empleados de la planta de basura de Aragón traen los desechos a vender, dicen puesteros
Siempre hay uno más pobre que viene a comprar a este sitio de Iztapalapa, señalan
Domingo 25 de agosto de 2013, p. 27
Con más de 25 años de existencia, el tianguis de Las Torres, ubicado en Iztapalapa, es una opción de compra para las personas de menos ingresos del oriente de la ciudad.
Desplegado en el camellón del Eje 6, a la altura de Periférico, entre las torres de alta tensión, el colorido mercado se nutre los jueves, sábados y domingos de cientos de puestos de ropa usada, artículos viejos y maltrechos, chácharas, cosas de segunda mano, que suelen ser recolectadas en los tiraderos de basura, donados o robados.
Al inicio del trayecto, todo parece igual a cualquier otro mercado sobre ruedas: los puestos tubulares con sus lonas rojas; montañas de ropa usada, dividida según su precio, y los gritos de bara, bara, bara
, llévatelo, llévatelo, llévatelo”, de los vendedores que ofertan prendas hasta en cinco pesos.
Sin embargo, a mitad del recorrido un desolador panorama aparece de repente. Tendidos sobre el suelo, cientos de plásticos de colores, algunos con sombrillas desvencijadas, sucias, polvosas, para cubrirse del sol, pero la gran mayoría al descubierto.
Un sin fin de productos usados y desechados se despliega en ellos: juguetes viejos, muñecas rotas, barbies desaliñadas por montones, carritos sin llantas, aparatos eléctricos y electrodomésticos descompuestos, refacciones de plomería, tornillos, herramientas, celulares inservibles, carreolas, libros, discos de acetato, zapatos y hasta un puesto de verduras y legumbres semipodridas.
Vendemos pura basurita, de lo que sale de la pepena
, detalla Reinaldo, uno de los tianguista, al responder sobre el origen de los artículos. Acomodado en una silla, con una sombrilla, como si estuviera en la playa, asegura que salvo el área donde se vende la ropa de paca, el resto de los comerciantes son familias que han vivido y crecido de la basura.
Algunos trabajan en la planta de San Juan de Aragón, pero les pagan 400 pesos a la semana, y sacan todos los desechos que allá no quieren para venderlos acá
, explica, al señalar que la miseria es tal en esta zona, que siempre hay uno más pobre que viene a comprar.
El dicho lo constata don Jesús, vendedor de camisetas, quien platica que en este tianguis hay clientes para todo, lo que traiga se vende. Esas muñequitas que les falta un brazo o una pierna, en Navidad y Día de Reyes se venden a uno o dos pesos
.
Al escenario se suman los insalubres puestos de fritangas. Huaraches, pizzas resecas, tacos de carnitas y hasta ostiones, que en un carrito de supermercado lleno de conchas, se ofertan a 18 pesos la docena.
A lo lejos un merolico ofrece sus productos milagrosos, que desaparecen todo tipo de males, mientras, cabizbajas, decenas de familias recorren los pasillos en busca de alguna novedad.