La idea es esencializar el universo del deseo, indica la directora Lydia Margules
Se estrena el próximo 2 de septiembre en el teatro El Granero, del Centro Cultural del Bosque
Jueves 29 de agosto de 2013, p. 5
Invitación al silencio es el título de la puesta en escena, a manera de collage, de varios fragmentos eróticos seleccionados de las novelas El hombre sentado en el pasillo, El hombre atlántico y El mal de la muerte, de Marguerite Duras, los cuales se entretejen con la línea dramática de la obra de teatro Agatha, de la misma escritora francesa. Montaje que será estrenado el lunes 2 de septiembre, en el teatro El Granero, del Centro Cultural del Bosque.
Con adaptación, dirección y producción de Lydia Margules, Invitación al silencio retoma la obra Agatha, traducida por Esther Seligson, historia que gira en torno a un hombre y a una mujer (hermano y hermana), cuya fraternidad va más allá del vínculo sanguíneo. Ambos están también hermanados por un mutuo deseo. Es una obra, que no tiene que ver con la moral o el incesto, sino con la intensidad del deseo mismo, comentó la creadora escénica.
A la historia de Agatha, la atraviesan
los distintos fragmentos eróticos de dichas novelas, que de igual manera giran en torno al tema del deseo, pero éste, ya llevado hasta sus últimas consecuencias
, detalló Margules.
Se trata de un espectáculo casi desprovisto de una anécdota
. Cada uno de los personajes se construye a partir de los instantes, cambios y movimientos del deseo
. La historia que de alguna manera se cuenta es la del encuentro con el otro
y a través de ese otro
, consigo mismo, apuntó.
Invitación al silencio se construye a partir del momento presente y del deseo de los personajes, en una mezcla entre la violencia y el desapego, la proximidad y la enajenación de los cuerpos. Son personajes que entran en un universo cambiante, en el que feminidad y masculinidad son sólo la identidad de cada instante y, sin embargo, la fuerza esencial de sí mismos
.
La idea, destacó Margules, es esencializar el universo del deseo
, es decir, la esencia del deseo consumado y no consumado, el del ausente, pero también el del presente”.
Para la creadora escénica, el deseo es pasión, pero sobre todo, la necesidad de fundirse con el otro. En este caso, a través del deseo del otro, volver a vivir la intensidad del deseo
.
Marguerite Duras, continúa la también directora, lo que hace es hablar del deseo como el principio de vida y de manera simultánea, del principio de muerte. El lenguaje que utiliza la escritora francesa es absolutamente poético y al mismo tiempo concreto
.
Por ejemplo, en El hombre atlántico, todo el tiempo hay una referencia al mar, una constante comparativa entre la vivencia y el vaivén profundo del deseo, con el oleaje de un mar abierto, poderoso, extremo e intenso
.
En escena aparecen tres personajes: Agatha, su hermano y una mujer, especie de extrapolación o esencialización del deseo de Agatha
.
La puesta en escena cuenta con la proyección de imágenes marítimas en video, trabajo realizado por Marie-Christine Camus y Nelly Rusic.
Con las actuaciones de Antón Araiza, Tania Olhovich e Inchi Balmori, las voces en off de Arnaldo Picazzo y Aida López, vestuario Teresa Rovalo y diseño sonoro de Ricardo Cortés, Invitación al silencio se estrena el 2 de septiembre, a las 20 horas, en el teatro El Granero, del Centro cultural del Bosque, Paseo de la Reforma y Campo Marte, atrás del Auditorio Nacional.