stamos enfrentando tiempos muy revueltos. La reforma educativa propuesta por el Ejecutivo, avalada por integrantes del Pacto por México y aprobada por los legisladores de ambas cámaras, ha generado reacciones masivas de protesta. La reforma energética, que apenas inicia su ruta legislativa, ha provocado el rechazo claro de grupos relevantes de la sociedad mexicana. La propuesta de reforma fiscal, que pronto será anunciada, generará también enfrentamientos sociales de importancia.
Otra reforma que ha sido planteada, sigue en discusión en la Cámara de Diputados y no debe perderse de vista, es la financiera. Tuvo un arranque que parecía indicar que lograría una rápida aprobación entre los diputados, pero fue detenida logrando que el asunto se debatiera con mayor amplitud. Se organizaron eventos en ambas cámaras, en los que participaron diferentes actores que serían afectados en caso de aprobarse la iniciativa presidencial. Estos debates evidenciaron la necesidad de considerar con detalle la propuesta, introduciendo cambios relevantes al planteamiento del Ejecutivo y del Pacto por México.
Entre estos cambios está la reconsideración de la función del Banco de México (BdeM). Sin proponérselo, la directora-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ha apoyado este planteamiento. En el simposio anual organizado la semana pasada por el Banco de la Reserva Federal (Fed) de Kansas City, en Jackson Hole, que reúne a banqueros centrales para discutir sobre política monetaria, dijo que en muchos aspectos, los banqueros centrales han sido los héroes de la crisis financiera global. Comparada con la política monetaria convencional, la política monetaria no convencional de los recientes años ha sido audaz y de mayor escala. Estas excepcionales acciones ayudaron a que el mundo no cayera en el precipicio de otra Gran Depresión
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Estas políticas monetarias no convencionales han sido el relajamiento cuantitativo del Fed, la compra de activos en gran escala del Banco de Inglaterra y, tiempo después, las operaciones de refinanciamiento de largo plazo del Banco Central Europeo. Las políticas instrumentadas por el Fed y por el banco central inglés tuvieron el propósito explícito de impulsar el crecimiento económico y la creación de nuevos empleos. El FMI ha estimado que, además de reducir las tasas de largo plazo de los bonos de la Tesorería estadunidense, impulsaron el crecimiento del PIB en más de uno por ciento.
Por eso, Lagarde les llama héroes. Obviamente, ha habido villanos. Ubicados en las posiciones de mando de las grandes entidades financieras globales, así como en intermediarias de tamaño medio e incluso pequeño, que arriesgaron los recursos de su clientela, mientras ellos se asignaban remuneraciones astronómicas. Unos cuantos están en la cárcel. La mayoría dejó sus empresas y viven con lujo. Junto a héroes y villanos, hubo banqueros centrales, gobernantes y legisladores que, en la coyuntura económica de mayor dificultad en los últimos 50 años, se escudaron en políticas monetarias convencionales que eran incapaces de incidir en el curso de la crisis y en su impacto en las condiciones de vida de la población.
Estos importantes actores económicos y políticos, que pudieron mitigar algunas de las consecuencias más negativas de la crisis, permanecieron como observadores. Al mantener una visión convencional de la política monetaria, que se dedicaba a atender solamente la evolución de los precios, impidieron que la política fiscal cumpliera con propósitos anticíclicos. El Banco de México, el gobierno federal anterior y la Legislatura de 2009-2012, se desentendieron de la necesidad de modificar el restrictivo marco legal del BdeM, para permitirle que actuara como la nación lo requería y la evolución de la crisis demandaba.
En estos tiempos revueltos hay que detener reformas que atentan contra el interés nacional, alejándose de la tentación de transar la aprobación de una reforma por el retiro de otra. Las grandes movilizaciones que se han dado y las que veremos en los próximos días, permiten impulsar cambios que favorezcan el interés nacional, como una reforma financiera que verdaderamente contribuya a expandir y abaratar el crédito