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El género puede ofrecer su riqueza a la tv e Internet, apuntó la conductora de Canal 22

Jacaranda Correa halló en el documental un espacio de libertad impensable

Trabaja en Muerte en casa, investigación sobre violencia hacia las mujeres desde la visión del agresor

 
Periódico La Jornada
Lunes 2 de septiembre de 2013, p. 9

El documental es un territorio de la libertad que no había encontrado en el periodismo, porque se tiene una gran posibilidad de contar historias de manera más moderna y avanzada de lo que se hace en televisión, afirma la periodista Jacaranda Correa.

La cineasta y conductora de diversos programas en Canal 22 ha obtenido numerosos reconocimientos por su opera prima Morir de pie; además, ha participado en los filmes Había una vez y Granicero, en el cual fue como directora y productora.

Luego de una trayectoria de más de dos décadas en televisión, Correa explica, en conversación con este diario, que desde hace algunos años se ha involucrado en la realización y difusión documental, así como en la discusión e impulso de una iniciativa de ley al respecto.

Sin duda, refiere, en este género hallé “una experimentación narrativa y creativa, sobre todo a nivel de contenidos impensable.

“Estoy convencida de que este género es un territorio de gran libertad creativa y de expresión. El documental puede ofrecer su riqueza a las parrillas de programación de las televisoras e Internet.

Desde hace 10 años, el documental ha tomado una preminencia muy importante; lo paradójico es que eso se ha logrado sólo a escala internacional, vía festivales de cine.

Actualmente, Correa prepara el documental Muerte en casa, investigación que tiene que ver con el tema de violencia de género, pero desde el punto de vista del asesino.

En México, prosigue, no existen estudios al respecto: la bibliografía a la cual he recurrido se basa en autores españoles y estadunidenses.

Entre estas fuentes, destaca una de las obras que sustenta la construcción de un nuevo pensamiento femista, pero desde una perspectiva más influyente, la cual permitirá avanzar en la compresión del problema de la violencia contra las mujeres, que es mirando al otro, a la parte agresora.

Esto significa que se debe voltear hacia el agresor, a quien se ha sobrevalorado en términos conceptuales con la figura del guerrero, del hombre victimario, sin pensar en todas las circunstancias que envuelven a éstas.

Por esta razón, adelanta Jacaranda Correa, este documental retoma un caso de asesinato tipificado con el código de violencia feminicida; en torno a éste voy a hacer una reflexión sicológica, cultural y antropológica del agresor.

La documentalista pretende mostrar qué pasa del otro lado, eso que ha llevado a miles de hombres a violentar o matar mujeres, cuya situación, hasta la fecha, no hemos volteado a ver.

Foto
Jacaranda Correa conduce El observador, en Canal 22Foto Luis Humberto González

La realización de Muerte en casa se ha retrasado debido a los cambios de administración y al antecedente, muy negativo, legado al gremio documentalista, por la proyección del largometraje Presunto culpable.

Espero empezar a hablar con el hombre de la investigación que se encuentra preso en el penal de Santa Martha Acatitla. No me interesa una indagación legal, ni pretender ser litigante, sino los puntos de quiebre y las razones de este chavo en torno al asesinato y a la serie de circunstancias que envolvieron el crimen donde murió una joven.

La periodista, quien encabeza el programa El observador, que se trasmite por Canal 22, sabe que el cambio vertiginoso que se está dando debido al avance de la tecnología digital también debe modificar los formatos en la televisión pública.

No obstante, puntualiza Jacaranda Correa, “mi mayor preocupación tiene que ver con que hay una ciudadanía pasiva que no asume cierta responsabilidad para involucrarse y exigir qué prefiere ver en los contenidos televisivos.

“Estamos en un momento muy importante, y los ciudadanos deben saber qué va a significar toda esta transformación tecnológica y digital, además de la nueva Ley de Telecomunicaciones que contempla fragmentar el espacio electromagnético, por lo cual se van a tener miles de opciones.

“Mi miedo –acepta– y lo que creo que tendría que hacer la televisión pública, es empezar a vislumbrar nuevos contenidos, formatos y lenguajes que den singularidad a ésta, lo cual se ha logrado por momentos”.

La televisión pública, subraya la periodista, está en una encrucijada; tendría que empezar a pensarse a partir de su singularidad y sobre qué va a hacer diferente frente una reforma de telecomunicaciones y de cara a la infinidad de contenidos que se ofrecen en la red.

Es decir, la televisora pública debe dar un vuelco en sus parrillas de programación y acercar a jóvenes que están pensando en dinámicas distintas, y así presentar una oferta mucho más alternativa, singular y con contenidos fuertes.

Asimismo, puntualiza, se deben abrir las puertas a los cineastas, documentalistas, diseñadores y videoastas para atraer la atención de los televidentes y no seguir calcando contenidos y formatos semejantes a los de la televisión privada, porque de lo contrario se va terminar por presentar una oferta mínima y poco atractiva.