Dependen de la temperatura exterior y mueren si no es la adecuada
Esos invertebrados, con una antigüedad de 280 millones de años, regulan las comunidades de insectos nocivos y son indicadores de la salud ambiental, explica un investigador de la UNAM
Martes 3 de septiembre de 2013, p. 2
Hay alrededor de siete mil especies de libélulas en el mundo, de las cuales 400 viven en México; sin embargo, debido a los efectos del cambio climático su ambiente está constantemente amenazado.
Se trata de insectos muy antiguos, cuyos ancestros aparecieron hace unos 280 millones de años; sus larvas son acuáticas y viven en charcos, pantanos, o ríos de agua dulce.
Estos invertebrados desempeñan una función muy importante, ya que regulan la población de insectos nocivos en el ecosistema que habitan, además de que son indicadoras de la salud ambiental, de gran importancia en los programas de conservación de los cuerpos acuáticos.
Las afectaciones al hábitat de las libélulas están ocasionando que ciertas especies no puedan adaptarse con la misma rapidez que otras, por lo que la población ha disminuido, explicó el doctor Alejandro Córdoba Aguilar, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Las variaciones en la temperatura a consecuencia del cambio climático han causado modificaciones en los patrones de eclosión de estos invertebrados, que nacen
antes de tiempo y mueren. Al tratarse de seres ectotermos, es decir, que dependen de la temperatura exterior, si eclosionan cuando ésta aún no es adecuada para su desarrollo, morirán, explicó el especialista.
Algunas se desplazan
Por otra parte, ante los incrementos de la temperatura, algunas especies que toleran el calor se desplazan a nuevas áreas y comparten su hábitat con otras.
El equipo del doctor Córdoba Aguilar ha observado que algunas especies están cambiando de región y han detectado que “cuando especies diferentes se juntan en el mismo lugar, puede ser que produzcan cruzas e incluso que los híbridos sean mucho más vigorosos que alguna de las especies parentales o progenitoras. Nos interesa saber cuáles hibridarán y el papel de esas nuevas especies híbridas
, comentó.
Las libélulas, al ser muy antiguas, constituyen una gran oportunidad para estudiar la evolución de su sistema inmunológico ante los retos que impone el cambio climático. Las defensas permiten enfrentar las amenazas del entorno, como las infecciones causadas por patógenos.
El sistema inmunológico de insectos como las libélulas depende de la administración energética
; requiere de energía para realizar diversas funciones para sobrevivir, como cazar o reproducirse. La energía proviene de los alimentos, pero en muchos casos son limitados en ambientes naturales, por lo que el animal no puede obtener suficiente para el adecuado funcionamiento de su sistema inmunológico, lo que lo coloca en una situación de vulnerabilidad contra algunas enfermedades o en desventaja ecológica.
Así, la evolución de este sistema es una especie de inversión
de cuánta energía utilizan para crecer, reproducirse o para estar saludables.
Para analizar ese sistema de los insectos se necesitan aplicar distintas técnicas fisiológicas como la determinación de la actividad enzimática, la manipulación de niveles hormonales y algunas propiedades de ciertos pigmentos. Además, incorporamos métodos comparativos para conocer si una adaptación es compartida por un grupo grande de especies
mencionó el doctor Córdoba Aguilar.
Los resultados obtenidos hasta ahora muestran que las infecciones recurrentes hacen que un insecto desarrolle un tipo de memoria inmunológica, muy parecida a la de los humanos y se considera una consecuencia genotípica para desarrollar una respuesta inmune constante contra ciertos patógenos. Incluso puede suceder que se fijen ciertos genes encargados de la expresión de alguna respuesta inmune
.
Finalmente, el doctor Alejandro Córdoba, quien obtuvo en el 2006 el Premio de Investigación que otorga la Academia Mexicana de Ciencias en el área de Ciencias naturales por su trabajo sobre el comportamiento sexual de los insectos, concluyó que la respuesta inmune dependerá de la inversión energética que realicen los insectos, la cual tendrá consecuencias en el resto de sus funciones.