Choques entre bandas han causado 15 muertos en lo que va del año
Sábado 7 de septiembre de 2013, p. 6
Marsella, 6 de septiembre.
Marsella, Capital Europea de la Cultura 2013, sufre una ola de violencia, con narcotráfico, corrupción y ajustes de cuentas, ilustrada por dos nuevos asesinatos, entre ellos el del hijo del director deportivo del club de futbol de la ciudad.
Una violencia que desafía los esfuerzos del gobierno, impotente para frenar la criminalidad en la segunda ciudad de Francia.
Marsella, fundada por los fenicios, es una ciudad de gran riqueza cultural e histórica, como ilustra el Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo (Mucem), recientemente inaugurado junto al viejo puerto que acogió generaciones sucesivas de inmigrantes.
Situada a 800 km de París, pero a sólo tres horas de trayecto en tren de alta velocidad, Marsella, a orillas del Mediterráneo y con una costa de paisajes particularmente bellos, atrae a muchos turistas, como también a jóvenes artistas que se instalan en las antiguas calles de la ciudad histórica, en las que abundan los cafés con soleadas terrazas.
Pero hoy es la violencia y no la cultura la que da que hablar de la ciudad. Los ajustes de cuentas entre bandas delictivas han causado 15 muertos en lo que va del año (24 en 2012), a menudo baleados con fusiles de asalto, con la pobreza de los barrios que se extienden al norte de la ciudad como telón de fondo.
Historiadores, sociólogos y magistrados señalan que, aunque la violencia no es un fenómeno nuevo en Marsella, su naturaleza ha cambiado. Hoy, jóvenes traficantes de droga, que pueden matar por unas decenas de euros, han remplazado a lo viejos capos
de la mafia que se enfrentaban en los años 90 por el control de la prostitución, los clubes nocturnos y los juegos de azar.
¿Recurrir al ejército?
El jueves, la violencia dejó dos nuevas víctimas, entre ellas Adrien Anigo, de 29 años de edad, hijo de José Anigo, director del Olympique de Marsella, el club de futbol de la ciudad.
Baleado cuando conducía su automóvil por dos sicarios en moto, Adrien Anigo estaba fichado por la policía por asaltos a mano armada, pero la identidad de su padre hizo que su asesinato tuviera un impacto particular.
Por vez primera, la víctima es una persona cuyo nombre es conocido por el gran público
, estima el periodista Xavier Monnier, autor de un libro sobre la ciudad. Esta vez “los marselleses no se limitan a decir: ¡Vaya, uno más!
.
Marsella es un desafío para el gobierno francés y su ministro del Interior, Manuel Valls, quien pidió el jueves un pacto nacional
contra la droga en la ciudad. En septiembre de 2012 y en agosto pasado, el gobierno reforzó los efectivos de la policía para tratar de frenar la criminalidad.
Lo que no basta, en opinión de la senadora socialista Samia Ghali, alcaldesa de un barrio difícil, que llegó incluso a proponer que se despliegue al ejército en la zona norte de la ciudad, la más afectada por las bandas de narcotraficantes.
En declaraciones al diario Aujourd’hui-En France, Monnier dijo lamentar que los poderes públicos no luchen contra las verdaderas causas: el enclavamiento de los barrios pobres, la falta de transporte público y la corrupción endémica de los ediles, que engendra una crisis de confianza
. Es esa mezcla la que ha permitido a la delincuencia desarrollarse
, añadió.