Cultura
Ver día anteriorSábado 7 de septiembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Disquero
El espíritu de la música
Foto
Foto
Foto
 
Periódico La Jornada
Sábado 7 de septiembre de 2013, p. a16

El disco del momento es el nuevo álbum de Keith Jarrett.

Vayamos directo al track cuarto, que da nombre a su portada: Somewhere:

Se inicia con un acorde transparente, cuasi triada, tintinábuli a lo Arvo Pärt, que de inmediato, mecido por el tapete flos campi de las notas graves, inicia su lenta, inexorable transfiguración.

Las escobillas acarician los platillos y al suspiro que nace de los bordes metálicos frotados ahora con las baquetas de madera se une el ronco gemir del contrabajo. Es el momento en que el acorde cobra forma distinguible: la hermosa célula motívica que imprimió Leonard Bernstein (1918-1990) para el episodio Somwhere, de su inspiradora West Side Story.

In crescendo, piano-batería-contrabajo. El acorde convertido en melodía se torna ahora en versos, cantilaciones, lances de amor, episodios de la épica del corazón, savia del alma. La exaltación tiene forma de notas subrayadas de la misma manera que Ana Pavlova inclina el tronco para que su pierna izquierda imite el vuelo de la grulla y de sus manos escape un mirlo que repite la célula motívica de Lenny Bernstein. Puede traducirse en cuatro letras: a m o r .

El contrabajo levanta vuelo zenital; sus minutos solista son una dulce eternidad que se alarga en las teclas del meridiano del piano, enfrascado ahora en un juego de abalorios en ascenso. Si observamos con detenimiento, el acorde ya no es melodía: le salieron alas en la espalda y nos sobrevuela, su mirada en la nuestra y nos mece, pone gotitas de agua en nuestra frente y el agua danza, danza, danza.

Lo que era conocido hasta el momento como el arte de la improvisación pianística, el señor que activa el teclado lo ha llevado a los confines de la magia, hacia el territorio de lo sagrado, al espacio donde ocurren todos los prodigios, como esta transfiguración que ocurre frente a nuestros ojos, junto a nuestros oídos y sus arpegios, requiebros y armonías se juntan para armonizarse con el latido de nuestro corazón, que está sereno.

La transformación: la música se ha vuelto pira, géiser, volcán en celo; las crepitaciones ardorosas, los cuerpos trenzados, la cópula loca, el vaivén de hamaca, todo crece y acuden huracanes líricos, vendavales, aluviones.

Foto

Lo que era acorde, luego melodía, enseguida pira, es ahora mantra: la mano izquierda mantiene un pulso hipnótico, una repetición de encantamiento mientras de la derecha surgen colibríes: exultamos. Albricias: el éxtasis relaciona esta música que suena, y que fue grabada apenas hace unos cuantos meses, y se emparenta de manera inevitable con otra epopeya, que data ya de 38 años pero es inmortal: el Concierto en Colonia. Y es que por su naturaleza incandescente, por su magia irresistible, por su condición de obra maestra, lo que escuchamos en el track cuatro del nuevo disco del mismo autor del Köln Concert, está emparentado con la divinidad.

Hablamos, en efecto, del honorable maestro don Keith Jarrett, quien a sus 68 años es uno de los pilares del avance del lenguaje de la música. Lo que hace en los 19 minutos con 37 segundos que dura ese track cuarto de su nuevo disco, muy pocas personas logran en toda una vida: entender, comprender, asimilar y transmitir el espíritu de la música. Así de contundente.

¿Qué es el espíritu de la música? La sonrisa de quien amas, el rocío matutino en los pétalos de una flor, el vuelo de un colibrí, la magia, el misterio, el conocimiento más profundo de nuestro más profundo ser.

Eso suena en el nuevo disco de Keith Jarrett.

Somewhere fue grabado en la sala de conciertos que construyó Jean Nouvel en Lucerna, como un violín gigante, aunque los dueños del dinero le encargaron un barco atracado en el Lago de Lucerna. Los 1840 espectadores levitaron, según nos contó un cronopio afortunado que estuvo en el concierto. La grabación estuvo a cargo de un arcángel: Manfred Eicher y los arcángeles que hicieron esta música tan maravillosa tienen nombre y apellido, porque si Keith Jarrett está en el piano es porque Gary Peacock está en el contrabajo y Jack DeJohnette en la batería. Jazzología, ciencia deductiva, diría Cortázar.

Hermosa manera de festejar el aniversario 30 en que estos tres guerreros se formaron como trío en beneficio de todos los seres sintientes.

¡Ah, qué bello el espíritu de la música!

[email protected]