o habría que dejar de insistir en el abandono que los gobiernos priístas y panistas hicieron de la educación básica desde mediados de los años 60. Fue una decisión política clasista: la educación pública sería para los pobres y los paupérrimos. Por supuesto ha sido una política clasista ciega como un topo. Jamás se les ocurrió a los gobernantes la inmensa ventaja de haber impulsado el desarrollo del talento del mayor número posible de niños mexicanos, provinieran del estrato social de donde provinieren. No, la educación básica fue entregada a un puñado de vivales, de educación nula, caciques (enriquecidos) de un magisterio en general de baja calidad educativa, que servirían de instrumentos para convertir a los profesores en masa de maniobra político electoral.
Pero llegó la sociedad del conocimiento y a México lo encontró con bajísimos niveles de calidad educativa. Hace años que sabemos que el conocimiento es con mucho la palanca fundamental del desarrollo socioeconómico de las sociedades.
Una prueba de nuestro atraso educativo son los resultados de los exámenes PISA (Program for International Student Assessment, por su siglas en inglés). Aplicados a estudiantes de 15 años, ocupamos el último lugar de los miembros de la OCDE.
Hay en México una crítica equivocada respecto a los exámenes PISA que aplica la OCDE
. La OCDE es referida como un organismo internacional del tipo FMI que nos impone
sus disposiciones. No es así. La OCDE es una asociación (voluntaria) de los gobiernos de los países más industrializados del mundo. Si México está ahí es porque la firma del TLCAN fue visto en su momento como el inicio de una integración (indefinida, en su momento), de América del Norte y, dada esa expectativa, la OCDE nos abrió sus puertas. Salinas creyó que ya éramos del primer mundo. Pero somos en realidad, en ese espacio, el pariente pobre de la familia.
El examen PISA se aplica a petición de los gobiernos (y aún de escuelas en particular). Por supuesto obtenemos el último lugar porque la mexicana, como casi en todo el mundo latino, sigue siendo una enseñanza memorística y esa enseñanza fracasa irremediablemente frente a un tipo de examen como PISA.
Aplicado cada tres años, el examen abarca ciencias naturales, matemáticas y capacidad lectora. No hay una biología italiana, una física holandesa, una química francesa, unas matemáticas rusas; el conocimiento es universal. Pero México fracasa porque el examen pide que el estudiante resuelva problemas (es decir aplique sus conocimientos), de esas áreas. Puesto que ese conocimiento es universal, puede aplicarse en cualquier parte; los contextos sociales, el atraso y la pobreza, no son el problema; sino que el examen pide razonamientos con los conocimientos, para resolver problemas. El conocimiento memorístico está impedido de resolver ese examen.
Como el examen es solicitado por países no perteneciente a la OCDE, hallamos que Chile y Uruguay obtienen mejores resultados y Argentina peores que México (2009), y esos tres países tienen un PIB per cápita superior al de México: si se revisan todos los países evaluados se verá que no hay correlación entre los niveles de ingreso y los resultados PISA. Si quiere relacionarse con la desigualdad, Chile tiene una desigualdad socioeconómica peor que México.
El propio examen indica su propio alcance: lo que es y lo que no es. El diseño y la implementación de los estudios para la conformación del examen se llevan a cabo bajo la dirección de un secretariado de la OCDE, que es un consorcio internacional encabezado por el Australian Council for Educational Research (ACER, Consejo Australiano de Investigación Educativa). El consorcio incluye a otros organismos como el Netherlands National Institute for Educational Measurement (CITO, Instituto Nacional Holandés de Evaluación Educativa), el Service de Pédagogie Expérimentale de l’Université de Liège (SPE, Servicio de Pedagogía Experimental de la Universidad de Lieja), y la empresa WESTAT. Este consorcio establece el marco conceptual que subyace a la evaluación llevada a cabo por el proyecto OCDE/PISA.22. Y es el propio consorcio quien lleva a cabo las evaluaciones.
Si se quiere un examen más completo, existe el examen TIMS que evalúa las tendencias en ciencias y matemáticas en 4º y 8º grados, y evalúa a estudiantes, profesores y escuelas. Pero México, no ha sido evaluado por TIMS. El único país latinoamericano que ha solicitado esta evaluación ha sido El Salvador.
En tanto aquí sigue la juerga: el pasado domingo primero de septiembre la CNTE negoció en Gobernación medidas retrógradas que fueron incluidas en la Ley del Servicio Profesional Docente, según informó el dirigente perredista Jesús Zambrano: pactaron el domingo pasado para que se incorporaran sus propuestas
, pero previó, desde luego nunca lo van a reconocer
. Algunas de esas incorporaciones que muy mal hablan del gobierno fueron: el monopolio por dos años para los egresados de las normales en los concursos para la ocupación de nuevas plazas; la decisión de ¡no transparentar los resultados de las evaluaciones a los docentes!, el recorte de ¡dos años a seis meses! del periodo de inducción previo a obtención de la definitividad.
Fueron 13 enmiendas. Si nos pusiéramos optimistas y se instrumentara una reforma educativa seriamente con un modelo pedagógico moderno, ¿cómo saben los profesores y las autoridades que seis meses serán suficientes para la inducción susodicha? Esta claro que estas enmiendas significan a todas luces que los profesores de la CNTE no quieren ni estudiar ni aprender. Pero han aprendido a marchar mejor y así continuarán.