ace algunos días, la Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) organizó un coloquio de gigantesco nombre: Exilios y migraciones en la construcción de la memoria musical de México, Iberoamérica y el Caribe.
El acto de cierre del encuentro fue un muy interesante concierto a cargo del Ensamble Instrumental del Cepromusic, dirigido por José Luis Castillo, con sendas obras de Conlon Nancarrow, Mario Davidovsky y Hanns Eisler.
Previo al concierto, Roberto Kolb ofreció una breve conferencia en la que resaltó el elemento común de migración, destierro y exilio que unió a Nancarrow, Davidovsky y Eisler, y el efecto que tuvo (o pudo tener) en la creación musical de cada uno de ellos.
Y después de la palabra, la música. El Septeto de Conlon Nancarrow es una pieza breve y contundente, permeada en general por una clara componente de estilo que en lo general es jazzística, y en lo particular se nutre abundantemente del blues, elemento característico de varias de sus obras. Mucho ayuda a esta percepción la presencia destacada de un saxofón en el ensamble. La métrica de la obra es rica y compleja, y quizá prefigura los laberintos rítmicos que Nancarrow habría de plantear y resolver más tarde en su música para piano mecánico.
La pieza titulada Flashbacks de Mario Davidovsky está definida por una interesante superposición de lo fragmentario y disjunto con diversas líneas que conforman un continuum sonoro que funciona como cimiento del discurso. Se percibe aquí una propuesta rítmica más convencional y más fácilmente descifrable que la de la pieza de Nancarrow. Podría decirse de Flashbacks que es música definida por un vanguardismo abstracto, o quizá un abstraccionismo vanguardista.
Sobresale aquí, ante todo, una refinada diferenciación tímbrica de los instrumentos que componen el ensamble.
Finalmente, José Luis Castillo y los miembros del Ensamble Instrumental del Cepromusic pusieron música viva a una selección de secuencias de una peculiar, extraña película titulada El pueblo olvidado (Herbert Kline y Alexander Hammid, 1941), que es una especie de ficción documental, o documental puesto en escena, cuya música (según informó Roberto Kolb) debió haber sido escrita por Silvestre Revueltas, pero que finalmente cayó en manos de Hanns Eisler.
La muy interesante partitura de Eisler (reconstituida a partir de dos nonetos del compositor por Castillo y Kolb) no tiende, venturosamente, al mexicanismo imitativo, pero hay algunos episodios donde ciertas sonoridades (xilófono, trompeta con sordina) apuntan discretamente a un entorno sonoro específicamente nacional.
Hanns Eisler creó para El pueblo olvidado (un miserable y paupérrimo pueblo mexicano) una música diáfana, austera sin dejar de ser expresiva, y sin concesión alguna al gusto popular o a la chabacanería oficialista glorificadora del indigenismo de tarjeta postal. En un par de secuencias de velorio/baile y de procesión fúnebre, las pinceladas mexicanistas se acentúan un poco, sin llegar nunca al pintoresquismo.
A la luz de las secuencias vistas de El pueblo olvidado, que sin duda tiene imágenes interesantes, el filme no me parece ni con mucho la maravilla que pregonan algunos. Pero este asunto, así como los severos cuestionamientos ideológicos que pueden hacerse a la película de Kline y Hammid, son harina de otro costal.
Como ya es costumbre, esta nueva muestra de la ya añeja complicidad de Kolb y Castillo dejó muchas cosas interesantes para la reflexión.
En este, mi primer contacto con el Ensamble Instrumental del Cepromusic, escuché un grupo disciplinado, técnicamente eficaz, y atento a las cuestiones sutiles de lenguaje y estilo propios de la música de cada compositor.
La dirección de José Luis Castillo (quien ya tiene largas tablas en el asunto de poner música en vivo a diversos filmes), sólida, bien articulada y con el rigor necesario para mantener la cohesión en medio de sus dos retos principales: las complejidades rítmicas en Nancarrow, y la sincronía música-imagen en Eisler.
He aquí, sin duda, un grupo especializado en la música de hoy al que será importante seguirle los pasos.