Opinión
Ver día anteriorLunes 23 de septiembre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El hecho político más relevante
E

l hecho más importante de los días recientes, más relevante políticamente que las devastadoras catástrofes sufridas en buena parte del territorio nacional, fue la reunión con pipa de la paz entre Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, así como otros distinguidos miembros de la izquierda mexicana, como Pablo González Casanova. Y el caso inusitado del obispo Raúl Vera López, asumiéndose como tal. En un México en que todo parecía indicar que la izquierda podía seguir un curso prácticamente inacabable de fragmentación (en definitiva, de debilitamiento), por las individualidades que parecían haber puesto entre ellas una distancia insuperable, pero también por parte de los partidos políticos y las organizaciones sociales separadas, no hay duda que un encuentro como el señalado es muy alentador. Es un hecho, además, que parece constituir una constante de la historia mexicana, en que, al final de cuentas, las distancias tienden a disolverse, no a ensancharse y profundizarse. Es verdad, no es que tal hecho, ni de lejos, resuelva los problemas de la izquierda mexicana, pero por supuesto resulta promisorio en la medida en que personalidades tan distinguidas han dado un paso adelante.

Hay que decirlo de inmediato: falta que las autoridades del país consideren como señal relevante la firma de un documento único por tales personalidades que se oponen tajantemente a las reformas de los artículos 27 y 28 constitucionales, que se oponen a la iniciativa de reforma hacendaria, que rechazan enérgicamente la campaña mediática de linchamiento en contra de los profesores que denuncian que la reforma educativa los afecta seriamente en sus derechos laborales y en su responsabilidad misma como educadores, y que denuncian la creciente violencia, represión y violación a los derechos humanos que sufren los movimientos sociales, los pueblos y las comunidades, sus víctimas, dirigentes y defensores.

Peña Nieto se encuentra en un momento crucial de su sexenio: o insiste torpemente y sin variantes en continuar por el rumbo de sus decisiones ya tomadas, o percibe que, por fortuna, se le han cruzado a tiempo en el camino las opiniones de mexicanos absolutamente respetables, indicándole cuál es el camino y la orientación más consistentes para desempeñar y culminar exitosamente su responsabilidad presidencial.

Esas opiniones que se le han cruzado en el camino son de gente honorable, sin vacilaciones, y con experiencia probada en las lides políticas del país. Y tienen el significado de representar al menos una especie de inicial muestreo o ejemplo de por dónde va la opinión pública mayoritaria del país. Sobre todo considerando que, por ejemplo, el PRD de los chuchos, representado en esta ocasión por Jesús Zambrano, también se ha sumado al llamamiento mencionado. Debiera igualmente considerarse que las más importantes organizaciones representativas de las comunidades y pueblos indígenas de hecho apoyan ya plenamente la expresión contenida en el documento multicitado del 29 de septiembre. Atrás de él, sin exagerar, debe ponerse a millones de mexicanos.

Peña Nieto, pese a lo que pueda decirse, ha mostrado una cierta apertura y necesidad de consulta pública sobre los grandes problemas que hoy enfrenta la nación. Quiero imaginar que los firmantes del documento antes mencionado tuvieron presente que Peña Nieto ha buscado el diálogo, por ejemplo, con los maestros disidentes de la Coordinadora, y que, aun cuando no hay soluciones definitivas, ha habido un intento de intercambio entre las partes y no sólo la voluntad desnuda de imponer por la fuerza una decisión previa. Estamos en un momento crucial en que la historia del país puede dar un giro absolutamente significativo precisamente bajo la presidencia de Peña Nieto.

Pienso que es la gran oportunidad, abierta también como posibilidad por Andrés Manuel López Obrador en su discurso de ayer domingo, de que las decisiones más importantes del país se tomen considerando también la opinión general de la ciudadanía. Los puristas en el campo jurídico me responderían que tal consulta ciudadana no está reglamentada. Respondería que, sin embargo, existe la posibilidad política de hacerla, tal como señaló López Obrador, y que esta es una oportunidad excepcional para el presidente Enrique Peña Nieto de llevarla a cabo y de actuar en consecuencia.

Podemos suponer que hay ya compromisos pactados entre los más altos funcionarios del país, incluido el Presidente de la República, y poderosos grupos de interés en México. Es verdad, pero lo que diría ahora es que no hay colectivo de interés más importante y más poderoso en el país que el pueblo mismo de México.

Es verdad que Peña Nieto tiene ahora la responsabilidad no sólo de promover al país y de hacer posible su desarrollo, como dice en beneficio de los bolsillos de todas las familias mexicanas, lo cual es mucho más probable que se realice por las vías del documento tantas veces mencionado que por la visión de supuestos técnicos que el propio Peña Nieto, con un poco de espíritu crítico, sabe que han fallado (y muchas veces engañado) sin resolver los problemas más urgentes de este país. Por destino, él se encuentra en una encrucijada que podría ser enormemente favorable a nuestro pueblo. Pues bien, habría que tomar el toro por los cuernos y llevarla a cabo.

Por lo demás, debe decirse que este sondeo nacional y esta encuesta informal se realiza permanentemente con los mexicanos que salen a la calle a protestar, o que están en las calles del país exhibiendo sus carencias presentes y aun ancestrales. Peña Nieto ha tenido la oportunidad de verlos y sentirlos recientemente con motivo de la tragedia nacional impuesta por la naturaleza (pero facilitada también, en muchos casos, por la corrupción e irresponsabilidad humana). Él lo sabe muy bien. Y ojalá que tal experiencia profunda lo haga decidir en favor de los más necesitados de México.

Tal es nuestra esperanza, aunque a muchos les suenen ingenuas estas líneas.