¿Y las casas de apuesta, cuándo?
uspenden de por vida a 14 jugadores salvadoreños por amañar partidos. La sanción llama la atención por su contundencia y también por ser la primera vez que se castiga a casi toda una selección nacional. Los medios resaltan la noticia en su cotidiana búsqueda de chivos expiatorios sin analizar con profundidad.
El presidente de la Federación Salvadoreña de Futbol (Fesfut), Carlos Méndez Cabezas, señaló que la investigación no se detendrá y que cuentan con el apoyo de la FIFA y la Concacaf. Será interesante ver hasta dónde se detienen o si realmente quieran llegar a las causas de fondo.
El deporte ya se ha utilizado con fines lastimosos; en el mundial de Argentina 78 se le utilizó para distraer a una población oprimida por la dictadura militar, en los Juegos Olímpicos de Berlín se tenían la intención de favorecer al nazismo; el amaño de partidos ya había sido sancionado en Italia; con la cancelación de dos campeonatos. Lo esencial es que mientras se fomente y permitan las apuestas deportivas las sanciones serán aspirinas para un cáncer.
Credibilidad en juego
El Comité Olímpico Internacional y la FIFA se han convertido en organismos con peso mundial mayúsculo. Y sin embargo, sigue en riesgo su mayor capital, la credibilidad de las competencias. Si la gente descubre que hay trampas habituales, se terminaría todo. La suspensión vitalicia puede entenderse como prevención de futuros amaños; pero la razón por la cual el deporte puede perder credibilidad está ligada a los malos manejos de las más altas esferas de poder. Hoy las casas de apuesta representan uno de los negocios mas rentables, y las posibilidades de hacer ganancias se multiplicaron al permitir el juego en Internet. Una persona puede apostar en cualquier juego o liga del mundo, ya no sólo por el resultado del partido, sino por eventos parciales: primer jugador amonestado, primer anotador, o marcador al medio tiempo, lo que hace imposible el control.
Todo eso multiplica las posibilidades de fraude, no sólo por la multiplicidad de eventos, sino por la dificultad de comprobar la honestidad en jugadas que pudieran parecer irrelevantes. Si realmente se quiere dar un golpe sobre la mesa y detener las trampas en los partidos, habría que encontrar y castigar a quienes sobornaron a estos jugadores, y darles el juicio mediático que estos jugadores experimentan hoy.