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Devastación

El río Balsas destruyó totalmente 700 casas; mil 200 tienen daños parciales: autoridades locales

También nosotros importamos, no sólo Acapulco, claman en Coyuca de Catalán
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Los vecinos del municipio de Tierra Caliente tienen que hacer largos recorridos en busca de aguaFoto Rubicela Morelos Cruz
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 28 de septiembre de 2013, p. 3

Coyuca de Catalán, Gro., 27 de septiembre.

Como cada año, el pasado 15 de septiembre Hortencia Benítez Segura preparó unos 20 kilogramos de carne y se fue a vender tacos al centro de la ciudad. Antes de que comenzara el Grito se fue la luz y después sobrevino el caos, ya que desde el zócalo y el ayuntamiento, que están a unos ocho metros del río Balsas, vio cómo el cauce iba en aumento.

A las 10 de la noche, y en pocos minutos corrió a su vivienda, en la calle Vicente Guerrero, porque le avisaron que se estaba inundando. Cerca hay un arroyo de aguas negras que desemboca en el río, pero esta vez sirvió para que el agua saliera del cauce y se metiera a las casas.

Con el agua hasta el pecho logró poner a salvo a su madre, de 84 años de edad, que vive en la casa de al lado, así como algunas de sus pertenencias.

Esa noche durmieron en los portales del ayuntamiento. Al otro día se fueron a la iglesia de Santa Lucía, donde desde entonces pernoctan porque a 12 días de la tragedia aún no acaban de sacar el lodo de sus viviendas –en ellas el agua alcanzó más de 2.5 metros– y se quejaron de que no hay ayuda del Ejército ni de alguna otra autoridad.

La casa contigua a la de su madre es de Silvia, su hermana, y también quedó anegada; ella no pudo sacar siquiera una cuchara porque estaba en la ciudad de México curándose de un riñón. Regresó el jueves por la tarde y, este viernes, junto con sus tres hijos, en su vivienda sólo encontró toneladas de lodo. Ni las mochilas escolares se salvaron.

Yo le diría al presidente Enrique Peña Nieto que nos eche la mano acá en Tierra Caliente, que no se dirija nomás al puerto de Acapulco; también nosotros importamos como seres humanos, que no nos dejen así; si él viniera a ver la situación en la que estamos (se daría cuenta que) nos quedamos sin nada, no tenemos ni para comer, ni agua, pidió Silvia Benítez.

Lamentaron la falta de sensibilidad del alcalde, Rey Hilario Serrano, y de otras autoridades porque la noche del 15 de septiembre siguieron la fiesta del Grito, bailando y bebiendo, mientras cientos de familias buscaban dónde pasar la noche.

A las familias que durmieron frente al ayuntamiento, el sacerdote al que sólo conocen como Cristóbal las rescató y se las llevó al día siguiente a la iglesia Santa Lucía, donde hasta hoy siguen alojados y se les da ropa y comida. Otras personas duermen en hoteles o con sus familiares, en otros pueblos.

Los vecinos aseguran que el río se cargó más hacia este municipio y sólo el muro de contención en el centro de la localidad impide que siguiera desbordándose. El playón donde cada diciembre se hace la Feria del Oro ahora es parte del lecho del Balsas. Además, las lluvias no cesan y el río sigue crecido, también continúa el desfogue de la presa El Caracol.

Rafael Bernabé Salgado, secretario del ayuntamiento, estimó que de los 40 mil habitantes de Coyuca de Catalán, más de 15 mil resultaron afectados, pues el Balsas y otros ríos pequeños destruyeron totalmente unas 700 casas y mil 200 en forma parcial. Afectaron también siete puentes y 4 mil 500 héctareas de cultivos, principalmente maíz; cinco jardines de niños, 10 escuelas primarias y dos centros de salud.

De las 20 comunidades del municipio, en algunas no se ha podido entrar porque los puentes se cayeron o por desgajamientos de cerros. Una de las más afectadas es Amuco de la Reforma, de unos 4 mil 500 habitantes, donde la única forma de llegar es por helicóptero.

Bernabé Salgado culpó a las autoridades federales y estatales, además de la Comisión Federal de Electricidad, de no haberlos alertado de la llegada de los meteoros, ni de que la presa El Caracol iba desfogar sus excedentes al río.