Economía sigue a la baja
Qué fue del optimismo
Videgaray: los 10 perritos
odavía con el gorrito puesto, lleno de serpentinas y en plena fiesta por el arribo a Los Pinos, un entusiasmado Luis Videgaray aseguraba que es innegable que hay un gran optimismo en torno al futuro de México
, y celebraba que éste es apenas el principio, (porque) los mexicanos tenemos ahora la oportunidad de, con nuestro trabajo, con nuestra capacidad, construir los cambios que México necesita y merece construir un mejor futuro
.
Eso fue el pasado 10 de enero, y aunque el festejo se prolongó un rato la realidad mandó callar. Casi nueve meses después de aquel discurso, el optimismo
brilla por su ausencia y desde entonces comenzó a perfilarse que, cierto es, era apenas el principio
pero de un primer año de gobierno alejadísimo de lo originalmente ofrecido, en especial en materia de crecimiento económico, bienestar social y eficiencia gubernamental.
A estas alturas, el gobierno federal sufre por su propio huracán de promesas truncas, acciones fallidas y resultados mediocres, sobre todo en el área encargada al otrora alegre Luis Videgaray, a quien sólo le queda el consuelo de la canción de yo tenía 10 perritos, y ahora sólo me queda uno
. Para ser exacto, 1.43 que es la nueva –que no la última– estimación porcentual recortada de crecimiento
económico para este 2013, el año –según oferta inicial– en el que el México que todos queremos
saldría de la chistera.
En su arranque, el nuevo gobierno comprometió un crecimiento económico de 3.5 por ciento para 2013, pero apenas unos meses después (en mayo) vino el primer recorte: ya no sería esa proporción, sino 3.1 por ciento con augurios de un segundo semestre maravilloso. Obviamente no fue así. En agosto pasado, la Secretaría de Hacienda reconoció que ni de lejos se alcanzaría ese 3.1 por ciento, y que la nueva estimación se ubicaba en 1.8 por ciento. Pero tampoco: a finales de septiembre, y ya en su papel de meteorólogo, el propio Videgaray dijo que no, que no sería 1.8 sino 1.7 por ciento. Ya a esas alturas el optimismo
oficial se había recortado a la mitad.
Así, de los 3.5 perritos que tenía en pleno optimismo
, ahora sólo le queda 1.7, pero la historia no acaba allí. Aún le resta un trimestre a este glorioso 2013 y, por lo mismo, hay margen de recorte, suficiente tela de dónde recortar, como han hecho los especialistas en economía del sector privado permanentemente consultados por el Banco de México (se trata de 35 grupos de análisis y consultoría nacionales y foráneos), quienes han reducido a 1.43 por ciento la posibilidad mexicana en materia de crecimiento económico en el presente año. Vale recordar que estos mismos especialistas pronosticaron un crecimiento de 3.6 por ciento (ligeramente por arriba de la gubernamental) al inicio de la administración peñanietista, y ahora su estimación es por debajo de la oficial.
Cuando el optimismo por el futuro de México
brillaba en cada discurso oficial, se estimaba que con un crecimiento económico de 3.5 por ciento, a lo largo de 2013 se generarían alrededor de 600 mil empleos formales. Nueve meses después, con 1.7 por ciento como pronóstico amable, si bien va se crearían alrededor de 290 mil plazas, de tal suerte que en el mejor de los casos sólo tres de cada diez mexicanos en busca de empleo en el sector formal de la economía lograría su objetivo, sin considerar en qué precarias condiciones lo lograría, lo que se traduce en mayor desocupación e informalidad.
Pero bueno, resulte lo que resulte, el de Peña Nieto será el peor arranque de gobierno (el primer año en Los Pinos) desde tiempos de Vicente Fox, lo que ya es decir. Si el milagro se materializa y la economía mexicana crece
1.7 por ciento en el presente año, 1.43 por ciento como estiman los especialistas del sector privado, o incluso menos –lo que es factible–, en los hechos de nada servirá, o si se prefiere, para nada alcanzará.
El problema se agudiza cuando resulta obvio que el gobierno pretende que el país salga del hoyo utilizando el mismo manual, las mismas recetas, las mismas fórmulas mágicas, las mismas pócimas y –sobre todo– el mismo equipo de genios tecnocráticos que lo metieron al agujero y que a lo largo de 30 años lo único concreto que han hecho es cavar más profundo. Entonces, en vía de mientras el México que todos queremos
(Peña Nieto dixit) de plano decidió comprarse un mullido sillón y así esperar cómodamente mejores tiempos para salir de la chistera, si es que algún día lo logra, y para ello ni de lejos alcanza el innegable gran optimismo en torno al futuro de México
del otrora feliz Luis Videgaray.
Por cierto, entre los principales factores que, en orden de importancia, podrían obstaculizar el crecimiento económico de México en los próximos meses, de acuerdo con los citados especialistas del sector privado, se cuentan la debilidad del mercado externo y la economía mundial (18 por ciento de las respuestas, aunque este asunto ocupa el primer lugar desde cuando menos 13 años atrás); la inestabilidad financiera internacional (12 por ciento de las respuestas); la incertidumbre sobre la situación económica interna (12 por ciento de las respuestas) y la política fiscal que se está instrumentando (12 por ciento); la incertidumbre política interna (11 por ciento) y los problemas de inseguridad pública (10 por ciento).
Las rebanadas del pastel
Si la Comisión de Régimen, Reglamentos y Prácticas Parlamentarias de la Cámara de Diputados se animó a concederle la medalla al mérito cívico Eduardo Neri al presidente de la Fundación Teletón, Fernando Landeros (hijo del ex gobernador priísta de Aguascalientes, Rodolfo El Güero Landeros), ya entrados en gastos el Senado de la República bien podría darle la medalla Belisario Domínguez a Emilio Azcárraga Jean y la Secretaría de Relaciones Exteriores la orden del Águila Azteca a la señorita
Laura, digo, si de premiar la telebasura se trata. Los maestros de ceremonias podrían ser Adal Ramones, Marco del Regil y Lucerito. En vía de mientras, a ver quién es el guapo que hace cuadrar la referida decisión a favor de míster Teletón con el criterio legal para conferir tal reconocimiento, que a la letra dice: se otorgará en cada Legislatura con el fin de premiar al ciudadano que por sus hechos, su conducta ejemplar, su aportación a la ciencia, el arte o el civismo al servicio de la patria se haga acreedor a la misma
. ¡Qué cara más dura!
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