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Programa en hospitales de Venezuela

El Sistema lleva terapia musical a niños con cáncer

Victoria, de nueve años, toca el violín antes de entrar a su tratamiento oncológico

 
Periódico La Jornada
Viernes 4 de octubre de 2013, p. 7

Caracas, 3 de octubre.

En un hospital infantil de Caracas, Lourdes Alzuru mira con fe a su hija de nueve años concentrada mientras desliza el arco por las cuerdas de un violín antes de empezar su sesión de quimioterapia contra el cáncer que le detectaron hace pocos meses.

Esto hace que se olvide de todo, explica esta madre de 43 años de Los Teques (Miranda), quien cada dos semanas acude con la pequeña Victoria –a la que le extirparon un tumor en el ovario– a ese hospital, donde junto a otros pacientes oncológicos reciben clases de música del Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles.

El Sistema lleva casi cuatro décadas de labor para rescatar a niños de la pobreza y la delincuencia mediante la música, y en los años recientes ha desplegado programas específicos en cárceles, hospitales, refugios y comunidades indígenas remotas de Venezuela.

El ocio o el aprendizaje

En el centro de Caracas, el Hospital JM de los Ríos (estatal) es el primero que puso en marcha, en junio de 2012, el programa musical para niños y jóvenes en centros de salud: los músicos del Sistema les imparten clases mientras están hospitalizados o recibiendo quimioterapia, les hacen conciertos y les prestan instrumentos para que practiquen durante sus largos periodos de convalecencia.

Los niños aprenden muy rápido, sobre todo los que permanecen hospitalizados, porque están todo el día aquí y no tienen más que hacer: o el ocio o aprender algo, explica Marlon Franco, músico e impulsor de ese programa social.

Con el rostro pálido cubierto a medias por un gorro de colores que esconde la pérdida de cabello por la agresividad del tratamiento, Victoria saca notas del violín entre risas, y forma un cuarteto improvisado con otros niños que tocan las maracas, la mandolina y el cuatro (instrumento de cuerda del folclor de Venezuela).

También quiero aprender a cantar, dice la niña a una de las profesoras.

Sonidos contra el malestar

La música y en general todas las artes contribuyen a que el niño tenga una visión mucho más positiva, que se pueda relajar y aceptar mucho mejor el tratamiento por ejemplo contra la leucemia, explica en una sala de la sección de hematología la doctora Susana Pachano, jefa de ese servicio.

A pocos metros de ella, tendidos en sus camas mientras reciben tratamiento a través de sondas, varios niños escuchan absortos la cálida melodía del vals Viajera del río, interpretada por un trío de violín, maracas y contrabajo.

Les alegra todo el malestar de la quimioterapia, las transfusiones, a ellos y a su familia, agrega la especialista.

En la sala de espera, entre un pequeño tobogán, juguetes y dibujos en las paredes, el joven director de orquesta Dietrich Paredes, una de las promesas surgidas del Sistema, la inmensa obra estatal de asistencia social fundada en 1975 por el maestro José Antonio Abreu, arenga a dos niños, que se disponen a tocar sendos cuatros junto a otros músicos.

A seguir luchando, estamos orgullosos de ustedes, les anima antes de que empiecen los primeros compases de una versión de El gabán, acompañados por dos mandolinas, unas maracas, un violín y un contrabajo, bajo la atenta mirada, entre esperanzada y triste, de sus familiares.

Yaczuly Echeverría, estudiante de filosofía de 23 años y profesora de violín en ese hospital, explica que el vínculo que se crea con los niños es más íntimo, más familiar pues no se les trata con lástima, sino como seres humanos que están en crecimiento y que en estos momentos pasando por una situación muy difícil.

Echeverría indica que su labor es de una gran satisfacción, pero admite que a veces se vuelve muy dura. Nos entristecemos cuando los niños se agravan, cuando fallecen. Tratamos de dar ánimos y esperanza a los pequeños, a los padres. Intentamos que el momento que pasamos con ellos sea de felicidad, independientemente de lo que pase después.