l pasado domingo se celebró por quinta vez, en al menos la mitad de los estados de la República y en lugares del extranjero, como California y Madrid, el Día Nacional del Maíz. Como siempre, la celebración estuvo llena de creatividad y colorido, pero fue también una jornada en defensa de nuestro maíz nativo, pues existen perversas intenciones de empresas trasnacionales para apropiarse de esta planta fundante de Mesoamérica. En el Distrito Federal se organizó una marcha carnavalesca, encabezada por un gran Quetzalcóatl, al que ponían en movimiento diversos colectivos de jóvenes, que aludía al dios que surge de este grano valiosamente cultural. Se denunció asimismo la mala alimentación a la que hoy accede la mayoría de las y los mexicanos, pues no cubre los requerimientos necesarios para su pleno desenvolvimiento físico y mental. Y se puso en evidencia una vez más la chatarrización
de la alimentación y la imposición de una cruzada contra el hambre
que obstaculiza alimentarnos con productos cultivados en el campo mexicano.
Durante la movilización se expresó que es momento de actuar, pues después sería ya demasiado tarde. Cuanto más que se nos ha convocado a actuar en unidad, respetando nuestra diversidad. En la lucha en favor de nuestro maíz podemos en efecto converger muchos frente al mal gobierno. Y sabiéndonos en diversidad, como en la milpa, podemos articularnos, defender y producir lo que es nuestro: maíz, petróleo, energías, educación, minas, salud, alimentación, agua, buen vivir, haciendo así posible la paz con inclusión, respeto, equidad, justicia, dignidad y esperanza. Ahora es cuando, para luego es tarde
, se dijo en repetidas ocasiones en el Día del Maíz.
Como hemos dicho en otras ocasiones, todo México es centro de origen del maíz. Con el paso de los años este cereal se ha convertido además en la base alimentaria no sólo de nuestro país, sino también de gran parte de América Latina. ¿Qué es lo que pasa en México? ¿Cuáles son los peligros de la introducción de granos transgénicos? Desde 2009 el gobierno federal ha ido concediendo de manera gradual permisos para la siembra de maíz transgénico. Primero en fase piloto, luego en fase experimental y, por último, pretende otorgarlos de manera comercial. Esto acarrearía un daño irreversible a la biodiversidad y a nuestro patrimonio alimenticio y cultural. Organizaciones de científicos, como la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, han señalado que México corre grave peligro si se permite la siembra de transgénicos, en la fase que sea, pues se contaminarían y eventualmente se irían perdiendo todas las especies naturales de maíz existentes.
El abuso que pretende cometer el gobierno, al dejar en manos de una empresa trasnacional privada el control y la comercialización de las semillas, y en consecuencia del campo y los alimentos mexicanos, es algo que también incita la movilización social. Otro aspecto que podemos mencionar son los posibles daños a la salud de las personas y al medio ambiente. Hasta el momento ninguna empresa ha demostrado que el uso de organismos genéticamente modificados sean inocuos para las personas, y mucho menos se ha demostrado cómo y de qué forma se evitarían las afectaciones a la naturaleza. Ante esto, y frente a otras problemáticas económicas y sociales que de ello se desprenden, la sociedad civil ha comenzado desde el inicio del actual gobierno una jornada en defensa de nuestro maíz nativo. Exige además al Estado que cumpla de manera responsable con sus obligaciones en relación con nuestro derecho a una alimentación sana, suficiente y adecuada.
Sin embargo, la campaña Sin maíz no hay país, junto con el Carnaval del Maíz, celebraron el Día Nacional del Maíz en medio de una postura incierta de la autoridad, ante su negativa a pronunciarse sobre el tema de los transgénicos, su uso y comercialización. Para la defensa del maíz, una estrategia más de la sociedad ha sido acudir a instancias jurisdiccionales. Por ejemplo, hace unos meses se emprendió con Cristina Barros, Víctor Toledo y Antonio Turrent, entre otros, así como con integrantes de organizaciones productoras, indígenas, de apicultores, ambientalistas, de derechos humanos y de consumidores, una demanda colectiva que tiene como finalidad exigir que tribunales judiciales declaren que los límites y restricciones establecidos en la ley de bioseguridad de organismos genéticamente modificados son insuficientes e ineficientes, pues existe evidencia científica de contaminación transgénica de maíces nativos en los estados de Oaxaca, Sinaloa, Chihuahua, Veracruz y Guanajuato. Por ello, con base en la evidencia que presentaron organizaciones, científicos y consumidores, se solicitaron también medidas precautorias para que se suspenda la siembra de cultivos transgénicos a escala nacional, mientras se resuelve esta demanda colectiva. Todo ello por medio de la nueva figura jurídica de las acciones colectivas, contempladas ya en la Constitución y en el Código Federal de Procedimientos Civiles. Como colectividad, se hace uso de esta vía legal para demandar al Estado que garantice los derechos que se están vulnerando y se encuentran reconocidos en la Constitución, en la ley general del equilibrio ecológico y protección al ambiente, en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y en el Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología, del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Confiamos en que la resolución sea favorable, y que con la decisión del juez se contengan las siembras de transgénicos.