n martes como hoy, hace 50 años, murió Remedios Varo. El trabajo biográfico más completo que se le ha dedicado a la pintora nacida en Gerona, en 1908, corresponde a Janet Kaplan y necesitaría una redición por parte de la misma autora.
Egresada de Columbia University y con apoyos de varias instituciones, Kaplan realizó una investigación que le tomó ocho años. Su libro publicado por Abbeville Press, se titula Unexpected Jorurneys. The Art and Life of Remedios Varo.
Entrevistó a un sinnúmero de personas, vio prácticamente toda la obra localizada hasta 1988, leyó lo más que pudo y, sobre todo, Janet Kaplan tuvo acceso de primera mano al archivo de Walter Gruen.
La única falla relevante que le encuentro a su libro es que la reproducción de las fotografías que le fueron tomadas a Remedios, es decir, las reproducidas en el volumen, por desgracia, adolecen de pies de foto que arrojen datos siquiera mínimos, además de que hay una equivocada en cuanto a su montaje.
No es verdad que Kaplan avale la hipótesis de un posible suicidio de Remedios Varo, cosa que llegó a pensarse, debido a lo imprevisto de la noticia y a lo bien conservada y jovial que lucía la pintora.
Con todo y su nariz algo larga y con caballete (o incluso por eso), Remedios era muy bien parecida. Haciendo gala de inteligente y acentuado sentido del humor ese rasgo le inspiró la confección del cuadro titulado Visita al cirujano plástico, en el que aparece una figura a la puerta de una construcción gotizante con la nariz cubierta por un ligero velo que no la oculta, sino que le sirve de tendedero. En el escaparate hay un anuncio: una mujer ostenta tres hileras de senos de arriba abajo, perfectamente modelados.
En los años 50, se hizo retratar ante Gerard, un peluquero ficticio que puede embellecerla
personalizado por su ex marido Gerardo Lizárraga, quien –como se sabe, al igual que Esteban Francés, se trasladó a México y no sólo eso–, Lizárraga vivió en la discreta ex vivienda de Remedios hasta que falleció, mucho después de la muerte de ella, quien supo conservar como amigos a quienes fueron sus cónyuges o amantes.
Al parecer la única excepción al respecto (hasta donde he podido enterarme) fue Benjamin Péret, su pareja desde Cataluña, con quien después de la etapa parisina y luego en Marsella, llegó a México con ella a fines de 1941. Compartieron vida hasta el regreso del poeta a Francia en 1947, si bien ya por entonces Remedios Varo estaba vinculada amorosamente con el piloto Jean Nicolle, quien en contraste con Péret, fue feliz en el exilio mexicano y era charming, como observó Kati Horna, a quien se deben las que quizá sean las más atractivas y sugerentes imágenes fotográficas que tenemos de la artista.
Hermosa, pero no en el sentido en que lo fue su íntima amiga Leonora Carrington, Remedios Varo tenía una figura perfecta, cintura muy estrecha, de avispa
se decía, esbelta sin ser flaca, medía 1.56 metros según su pasaporte y era dueña de una espléndida cabellera castaña de matiz rojizo.
En una ocasión se platinó el pelo a la Mae West (existe fotografía), pero se dio cuenta de que eso no le iba bien, tal vez la hacía lucir demasiado pálida, sin contraste. Como quiera que sea, fue consciente de su apostura, conocía los elementos que enaltecían su físico, sabía coser, se vestía de maravilla y las fotos en las que aparece emergiendo de un doble petate o respaldada en uno, dan cuenta casi de un montaje que quizá ella misma urdió.
Con todo y lo que anoto, Remedios luciendo y luciéndose, temerosa de envejecer, su salud era endeble a pesar de que su médico la encontró bien durante la postrer visita que ella le hizo poco antes de esa infausta tarde.
Según historiales clínicos padecía afecciones gástricas y experimentaba fatiga. Cosa hasta cierto punto normal, pues según Janet Kaplan bebía café casi todo el día y llegaba a consumir más de dos o hasta tres paquetes de cigarrillos, de modo que un infarto pudo haber irrumpido esa tarde en que Roger Cossio y su esposa Carmina Díaz acudieron a la colonia Roma a comer con Walter Gruen y Remedios Varo, puesto que habían adquirido esa pintura tan inteligente y perceptiva titulada Los amantes, e iban a retirarla.
Se trata de los dos espejos idénticos, reflejándose entre sí. Después de una comida temprana a la europea, en la que se brindó moderadamente con cognac, el grupo se disolvió y al poco rato la asistenta doméstica, muy angustiada, cruzó la calle, ingresó a Margolín y le espetó aWalter que la señora estaba muy mal.
Walter se dio cuenta del infarto (tenía estudios médicos) y mientras buscaba ambulancia, medicamentos y ayuda probablemente sobrevino un segundo infarto masivo y ya no hubo nada que hacer.
Remedios Varo, quien siempre tuvo aversión a envejecer, fue sepultada en el Panteón Jardín de esta ciudad. Su primer exposición-homenaje póstumo, tuvo lugar al año siguiente.