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Exige al Congreso aprobar sin condiciones el presupuesto federal para reabrir el gobierno

Obama llama a evitar la locura de un incumplimiento de pagos

Lo que el presidente quiere es la rendición de los republicanos y así no funciona: Boehner

El costo del cierre se calcula en 8.5 mil millones de dólares luego de ocho días: CBS News

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El presidente Barack Obama durante un encuentro con representantes de los medios, ayer en la Casa Blanca, donde reiteró que no negociará con los republicanos sobre temas ajenos al presupuesto y la deudaFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 9 de octubre de 2013, p. 31

Nueva York, 8 de octubre.

Tras acusar a facciones extremistas del Partido Republicano de extorsión, el presidente Barack Obama exigió hoy que el Congreso apruebe, sin condiciones, el presupuesto federal para reabrir el gobierno y elevar la capacidad de endeudamiento, para asegurar que Estados Unidos pague sus cuentas y evitar la locura de un incumplimiento de obligaciones con consecuencias mundiales.

En un encuentro con la prensa en la Casa Blanca, Obama reiteró que no negociará con los republicanos sobre temas ajenos al presupuesto y la deuda, aunque indicó que una vez aprobadas, aun si son medidas temporales y de corto plazo, estaría dispuesto a platicar de todos los temas que los republicanos quieran. Pero insistió en que no lo hará hasta que las partes más extremas del Partido Republicano dejen de forzar a (John) Boehner, (el presidente de la cámara baja) a emitir amenazas sobre nuestra economía. No podemos hacer que la extorsión sea parte de nuestra democracia.

No vamos a pagar un rescate, repitió, al insinuar que republicanos han tomado al gobierno como rehén. Acusó que permitir un incumplimiento de sus obligaciones, o un default, por parte de Estados Unidos si no se aprueba elevar el límite del endeudamiento oficial, sería irresponsable por parte de los republicanos.

Hoy, Boehner, el líder de la cámara baja, respondió que no se aprobarán medidas para reabrir el gobierno sin una negociación con Obama y el liderazgo demócrata del Senado, aunque no ofreció detalles sobre qué es lo que desea negociar en particular. Consideró que la postura de Obama es: si los republicanos se rinden de manera incondicional, él se sentara a negociar. Esa no es la manera que funciona el gobierno.

Hasta ahora, los representantes republicanos han insistido en que no aprobarán el presupuesto sin aplazar la implementación, ahora en curso, de la ley de la reforma de salud. Más aún, ahora han decidido exigir una negociación sobre medidas para reducir el déficit y la deuda antes de aprobar elevar el límite de deuda del gobierno estadunidense, o sea, recortes presupuestales.

Boehner repitió que lo único que estamos solicitando es una conversación, y agregó que al rehusar, los demócratas y su presidente están poniendo a nuestro país en un camino bastante peligroso. Concluyó que habrá una negociación aquí.

Así, al inicio de la segunda semana de la clausura parcial del gobierno federal de Estados Unidos, los políticos siguen entrampados en un juego político –inicialmente provocado por una minoría poderosa de ultraderechistas republicanos– sin una salida a la vista, y ahora esta pugna incluye el asunto del techo de deuda con consecuencias potenciales mucho más severas a escala mundial.

Con cada lado culpando al otro, al igual que la semana pasada, el juego se vuelve aún más peligroso. Aunque la clausura parcial del gobierno ha tenido consecuencias, sobre todo para programas de asistencia a grupos vulnerables, lo que más asusta a sectores financieros, empresarios, otros gobiernos y economistas es la amenaza de que no se logre la aprobación de elevar el límite de la capacidad del gobierno de Estados Unidos de asumir deuda –actualmente de 16.7 billones de dólares– para pagar sus cuentas. Los expertos pronostican caos económico, una crisis fiscal con efectos a escala mundial y la posible detonación de otra recesión en Estados Unidos si esto ocurre.

El economista en jefe del Fondo Monetario Internacional Olivier Blanchard, comentó que si hay dificultad en elevar el techo de deuda, podría ser que lo que ahora es una recuperación, se convierta en una recesión, o peor aún, reportó Reuters.

Otros comentaron que si esto ocurre, Estados Unidos será uno más de esos países que padecen repetidas crisis de deuda, como Grecia, dijo un analista en CBS News.

Tan grave es esta posibilidad, que gran parte de la cúpula política y económica del país apuesta que Boehner y el liderazgo republicano no se atreverán a llevar esta disputa al precipicio. La Bolsa de Valores se desplomó casi 160 puntos hoy, después de otra baja ayer. Los analistas indicando que estas son señales de preocupación enviadas por inversionistas a Washington.

Por lo tanto, esperan que habrá algún tipo de negociación para evitarlo, pero eso tendría que ser antes del 17 de octubre, fecha en que el Departamento del Tesoro indica que no tendrá los fondos para pagar las obligaciones del gobierno. Hace un par de días, el secretario del Tesoro Jack Lew comentó que el Congreso está jugando con fuego.

Lew afirmó que “si Estados Unidos, por primera vez en su historia, opta por no pagar sus cuentas a tiempo, estaremos en default. No hay opción para evitarlo si no tenemos suficiente efectivo para pagar nuestras cuentas”.

Esta crisis fiscal y potencialmente económica es políticamente fabricada. Desde principios de este año, un influyente sector del Partido Republicano ha buscado descarrilar la reforma de salud, la conquista política más importante de esta presidencia, como parte de su estrategia política. La corriente ultraconservadora bautizada como el Tea Party, financiada por multimillonarios poderosos, ha logrado imponer un alto grado de control del Partido Republicano ante la alarma de republicanos tradicionales, y de hecho, lo que ocurre ahora es tanto una pugna entre ambos partidos nacionales, como una batalla interna entre republicanos.

El Nobel de Economía Paul Krugman, columnista del New York Times, consideró en su blog que su teoría es que “individuos ricos se compraron un partido de derecha radical, creyendo –correctamente– que lograría reducir sus impuestos y remover regulaciones, pero fracasaron en darse cuenta que, eventualmente, la locura tomaría vida propia, y que el monstruo que crearon se voltearía en contra de sus creadores al igual que contra los pequeños. Y nadie sabe cómo termina esto”.

El costo económico de la clausura de ocho días es calculado en 8.5 mil millones de dólares, reportó CBS News, pero también hay un creciente costo político. Según encuestas, el índice de aprobación del Congreso está por los suelos: el promedio de aprobación en las cinco encuestas nacionales más recientes es de 11 por ciento, con un 81.4 por ciento que lo desaprueba. El índice de aprobación de Obama también se ha reducido, pero nada tan dramático: el promedio de las siete encuestas nacionales más recientes es de 44.8 por ciento que lo aprueba, y 49.8 por ciento que lo desaprueba.

El número de estadunidenses preocupados por la clausura llegó a 75 por ciento, casi 10 puntos más que hace una semana, con 30 por ciento que culpa a los republicanos, frente a 19 por ciento que responsabiliza a los demócratas, según una encuesta de Reuters/Ipsos difundida hoy.