El escultor aparece como colaborador en el proyecto de restauración y rehabilitación
Para la restauradora Lucía Ruanova, la intervención fue vandálica, como si se tratara de la limpieza de una estufa
La misma empresa entregó dos propuestas de obra con dos razones sociales diferentes, revela el grupo ciudadano que denunció el tratamiento a la estatua
Lunes 14 de octubre de 2013, p. 6
“La Autoridad del Centro Histórico mandó a Javier Marina a cambiar la pátina de El caballito; él estaba aplicando el método correcto para hacerlo; se trata de una persona capacitada. Si sólo hubieran querido limpieza, hasta con un plumero habría bastado. No es justo que ahora lo difamen y se encuentre en medio de una cuestión política”, señala el escultor Ricardo Ponzanelli.
Mientras el artista defiende el método que, asegura, las autoridades capitalinas utilizan con frecuencia en la limpieza de las esculturas que conforman el mobiliario urbano, la restauradora Lucía Ruanova Abedrop considera que la intervención a la obra de Manuel Tolsá, el monumento histórico en bronce más importante que existe en el país y América Latina, fue vandálica, peor que hacer un grafiti
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El nombre del Ponzanelli aparece en la Solicitud de Licencia de Obra para Proyectos de Conservación-Restauración que el Fideicomiso del Centro Histórico de la ciudad de México presentó ante el Instituto de Antropología e Historia (INAH) el pasado 24 de septiembre, luego de que esta última instancia suspendiera cinco días antes la intervención a la pieza que se ubica frente al Museo Nacional de Arte, al detectar que no se contaba con la autorización correspondiente, alertado además por un grupo de ciudadanos que denunciaron daños en la obra.
El escultor figura como colaborador
en el proyecto Servicio para la Restauración y Rehabilitación del Monumento Ecuestre a Carlos IV de España conocido como El Caballito, y si bien admite que no conoce a Marina, en entrevista con La Jornada señala: Debo apoyar la verdad, hay cosas muy injustas en este caso, por ejemplo, la cantidad a la que ascienden los presuntos daños: decir que es de casi un millón y medio de pesos ¡es absurdo! Con ese dinero les fundo otra escultura idéntica
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El autor de un par de estatuas que se encuentran sobre Paseo de la Reforma defiende el procedimiento utilizado por la empresa Marina Restauración de Monumentos, de la cual le habló uno sus colaboradores, José Luis Rosas, para solicitar su apoyo: Sé que es una persona capacitada, no hace tonterías, y estaba en lo correcto al usar el ácido nítrico para quitar la pátina, no hay otro camino, no lo dejaron terminar, después se iba a aplicar la pátina al gusto de la Autoridad. No se dañó el original y sagrado bronce, no hay corrosión, la obra no tiene hoyitos
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Ruanova Abedrop, especialista en restauración, con estudios en Italia, Grecia, Francia y una maestría para la detección de obras falsas por la Universidad Complutense de España, opina lo contrario: “Javier Marina utilizó un método como si El caballito se tratara de la reja de un parque, o fierro de lugares urbanos. En ningún momento respetó las éticas de resturación internacionales, sobre todo, las establecidas para monumentos antiguos, en las que se tiene que respetar al tiempo y las capas de protección que el propio artista puso. Lo que hizo fue una restauración vandálica, como lo explican también términos internacionales. El propio dictamen del INAH habla de corrosión en algunas áreas, están rugosas, y hace falta ver la superficie con un microscopio para determinar en qué puntos esta afectación es mayor”.
Asegura que el mismo procedimiento incorrecto lo realizó hace años el Gobierno del Distrito Federal con las esculturas de los Indios Verdes, la fuente de Pemex y las de la Alameda Central.
“Se trata de una técnica que sólo se utiliza en piezas que se acaban de fundir. No dudo que el señor Marina sepa poner pátinas nuevas, pero en los monumentos antiguos no se debe quitar esa capa, es como ‘quitar la piel’, hay que manejar otro tipo de solventes y hacer la limpieza de manera estratificada”.
El INAH confirmó en el dictamen que presentó hace unos días que los ácidos inorgánicos, como el ácido nítrico (usado por Marina), se han dejado de emplear en restauración de metales desde la década de 1950, cuando se comprobó el profundo e irreversible deterioro que causan. Además, durante la visita de inspección se encontraron evidencias adicionales de descuido en los trabajos realizados: se dejaron objetos en la base de la escultura, tales como basura y una cruceta de andamio suelta que deja manchas de productos de corrosión de hierro sobre la base. También se dejaron tablones de madera que provocan la acumulación de humedad y generan áreas de corrosión. Todo ello muestra la falta de capacidad profesional para intervenir un monumento histórico
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En un comunicado enviado a los medios el 9 de octubre, Javier Marina revira: No somos una empresa improvisada, contamos con más de 15 años de experiencia en el ramo de la restauración de monumentos, ya sea bronces, placas conmemorativas, mármoles y canteras. Contamos con un equipo experimentado en cada ramo, excelentes canteros, marmoleros, especialistas en soldaduras en bronce y expertos en aplicación de pátina. Somos asesorados y avalados por ilustres escultores y galardonados fundidores
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La intervención mínima indispensable, rebate Ruanova Abedrop, debió iniciar con un escaneo láser para localizar las zonas dañadas de la escultura, luego el análisis y estudio de la aleación para saber qué porcentajes de metales (zinc, cobre, estaño o incluso plata) tiene la escultura. A partir de esos datos se elabora el proyecto de intervención para una limpieza estratificada con solventes y no con ácidos, también se debió proteger para evitar daños por escurrimiento. Un buen estudio de zonas dañadas requiere 2 o 3 meses, antes de iniciar los trabajos. Pero hicieron la intervención como si se tratara de la limpieza de una estufa
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De acuerdo con documentos obtenidos por Gerardo de la Cruz, miembro del grupo de ciudadanos que denunció los daños a El caballito (mismo que ya suma más de dos mil integrantes, entre ellos, el cronista de la ciudad Guillermo Tovar de Teresa y Ruanova Abedrop), la Autoridad del Centro Histórico conoció al menos tres propuestas de provedores para limpiar y restaurar El caballito, dos de ellas de Javier Arturo Marina Othon, aunque con dos razones sociales diferentes. Se optó por Marina Restauración de Monumentos, que ofrecía el presupuesto más bajo: 240 mil pesos. Ese proyecto indica claramente que iba a retirar la cáscara dañada
de las fisuras de la escultura y que se usaría ácido nítrico al 30 por ciento para la rehabilitación de la pátina
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Javier Marina se defiende: El día 10 de septiembre comenzamos los trabajos de la primera fase de limpieza de la obra (con conocimiento cabal de todas las autoridades del Gobierno del Distrito Federal involucradas), aplicando manualmente ácido nítrico rebajado, 10 por ciento agua, 30 por ciento ácido, para retirar la espesa capa de sarro, grasas, restos de pintura, impurezas y demás elementos que en una ciudad como ésta el tiempo va formando en el bronce. No confundir con la benévola pátina que el tiempo genera en los nobles metales que en aleación forman el bronce. Procedimiento que se ha aplicado en más de 40 esculturas sin haber causado daño alguno y que en su oportunidad fueron aprobados por el INAH e INBA
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Lucía Ruanova recordó que en el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble del Instituto Nacional de Bellas Artes hacen “impecables intervenciones, ¿por qué las autoridades del Centro Histórico no se acercaron a ellos? Ahora, como sociedad civil no sólo estaremos pendientes del nuevo proyecto que presentarán las autoridades del Centro Histórico para intervenir El caballito, sino que ofrecemos nuestro apoyo: ahí está Jaime Ortiz Lajous, decano restaurador del Centro Internacional de Conservación del Patrimonio, con sede en Canarias, España, y también nos pueden apoyar la Fundación Getty, que cuenta con un fondo para estas iniciativas. Opciones especializada, las hay”.
En opinión de Javier Marina “no todos los especialistas de escritorio de los institutos y organismos relacionados con la preservación del arte en bronce superan la experiencia y sabiduría del apellido Ponzanelli.
¿Qué hace el INAH para cumplir sus obligaciones? Sólo ver el estado lamentable de cientos de monumentos, como ejemplos, las esculturas de la avenida Reforma, monumentos de La Ciudadela, el de Colón frente a la delegación Cuauhtémoc, los de la Rotonda de los Personajes Ilustres, o los mármoles a Morelos en Tepito (vil basurero), busto a Garibaldi, etcétera. Que dan fe por sí mismos de la indiferencia de quienes por ley están obligados a cuidarlos y preservarlos
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