Los astrónomos consideran que alguna vez fue un cuerpo rocoso con mucha agua
Con base en observaciones mediante los telescopios Hubble y Keck, los científicos hallaron gran cantidad de oxígeno, pero poco o nada de carbono, lo que sugiere presencia del líquido
Jueves 17 de octubre de 2013, p. 2
Los restos de un mundo perdido con rocas y océanos han sido descubiertos por astrónomos, quienes afirmaron haber encontrado los ingredientes básicos de un planeta habitable más allá de nuestro sistema solar. Los especialistas creen que la minúscula pulsación en sus pantallas, a unos 150 años luz de la Tierra, fue alguna vez un planeta rocoso con enormes cantidades de agua: es la primera vez que han hallado rocas y agua juntas en un lugar fuera de nuestro sistema.
Se considera que el agua y una superficie rocosa son vitales para el origen de la vida, y el descubrimiento de ambas sustancias en el espacio profundo indica que los bloques básicos de construcción de los planetas habitables pueden estar ampliamente distribuidos en el cosmos, apuntaron los científicos.
GD 61 gira en torno a una enana blanca
El cuerpo planetario o asteroide orbita en torno a una estrella llamada GD 61, una enana blanca
cuyo combustible nuclear se ha extinguido. Se cree que el asteroide es lo que quedó de un pequeño planeta acuoso que fue sacado de su órbita original y se acercó tanto a su sol que fue desgajado en el proceso.
Los científicos indicaron que el planeta original tenía por lo menos 90 kilómetros de diámetro, lo cual lo convierte en un planeta pequeño en tamaño, y que alguna vez estuvo compuesto por 26 por ciento de agua, en contraste con la Tierra, de la que sólo 0.023 por ciento es agua.
En esta etapa de su existencia, todo lo que queda de ese cuerpo rocoso es polvo y escombros, que han sido sacados de su órbita en torno a su estrella madre, la cual está muriendo
, comentó el profesor Boris Gänsicke, de la Universidad de Warwick. Sin embargo, esta tumba planetaria que gira en torno a los rescoldos de su estrella es una rica fuente de información acerca de su vida pasada. En esos restos permanecen pistas químicas que apuntan a una existencia previa como un cuerpo terrestre rico en agua
, añadió.
“Estos dos ingredientes –superficie rocosa y agua– son esenciales en la búsqueda de planetas habitables fuera de nuestro sistema solar, así que es muy emocionante encontrarlos juntos por primera vez fuera de éste”, explicó.
El estudio, publicado en la revista Science, utilizó observaciones del Telescopio Espacial Hubble y el telescopio gigante Keck, en el volcán Mauna Kea de Hawai, y se basó en el descubrimiento de que el asteroide contiene gran cantidad de oxígeno, pero poco o nada de carbono, lo cual sugiere la presencia de agua.
“Encontrar agua en un gran asteroide significa que existían –y tal vez aún existen– los bloques de construcción de los planetas habitables en el sistema GD 61, y probablemente también en un número sustancial de estrellas madres similares”, comentó el doctor Jay Faribi, del Instituto de Astronomía de la Universidad de Cambridge, director del estudio.
Esos bloques ricos en agua, y los planetas terrestres que construyen, podrían de hecho ser algo común. Un sistema no puede crear objetos tan grandes como los asteroides sin construir también planetas, y el GD 61 tenía los ingredientes para producir grandes cantidades de agua en sus superficies
, añadió el doctor Farihi.
Nuestros resultados demuestran que en definitiva existió el potencial de planetas habitables en ese sistema exoplanetario
, concluyó.
Un equipo separado de astrónomos ha descubierto un planeta solitario que flota en el espacio sin una estrella que lo acompañe; es el primer planeta hallado sin un sol.
Ese planeta frío y oscuro tiene seis veces la masa de Júpiter –un planeta gaseoso gigante
– y se calcula que se formó hace apenas 12 millones de años, es decir, es un infante en términos astronómicos.
Conocido por su nombre en clave, PSO J318.5-22, fue descubierto a unos 80 años luz de la Tierra por científicos que analizaban datos del telescopio Pan-STARRS 1, situado en la cima de la montaña volcánica Haleakala, en la isla de Maui, Hawai.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya