Rodará, agrupación de Puebla, presentó su propuesta Ángeles de talavera en el FIC
Los palcos fueron las enormes ranas que se alzan desde el suelo
Con zancos, un hombre y una mujer revolotean y deambulan para deleite de los asistentes al espectáculo de calle
Jueves 17 de octubre de 2013, p. 5
Guanajuato, Gto., 16 de octubre.
Una procesión de danzas en el aire, malabares y equilibrios tomó Los Pastitos, área verde en una orilla de la ciudad.
La compañía Rodará se presentó por segunda noche en el Festival Internacional Cervantino. Actos circenses que experimentan con danza, teatro y pantomima son la propuesta originaria de Puebla que formó parte de los espectáculos de calle en el encuentro artístico-cultural.
–¡Ahhh, se cae! –grita un niño desde los hombros de su papá, quien lo tranquiliza. –Ira, ira –sólo alcanza a decirle en esos segundos en que la pirueta en lo alto es completada y el artista circense se sostiene de nuevo.
No se caen, son los Ángeles de talavera enfundados en azul y blanco, como la famosa alfarería poblana. Es el Cervantino en las calles, el mismo escenario en el que Enrique Ruelas inició sus funciones de teatro universitario hace 60 años.
Procesión de artistas
Desde minutos antes la explanada recibe a los primeros espectadores, bastante abrigados, que esperan comience el espectáculo. Tacos, atole, tamales, frituras, elotes, toda la gastronomía popular los rodea. Los palcos son las enormes ranas de piedra que se alzan entre el suelo, los más suertudos ya están sentados en hombros que croan y observan a lo alto la entrada de los artistas en procesión desde el extremo de la plaza.
Un hombre y una mujer, con zancos, con alas transparentes que se mueven, destacan a contraluz. Deambulan, revolotean y danzan entre los algodones rosas que florecen en los mástiles que sostienen los vendedores. Pero vienen más, toda una agrupación que ofreció un espectáculo sobre el templete con paraguas espigados por metros, danzas en tela y malabares.
Repentinamente, una voz angelical entona una canción, la gente busca con la mirada de dónde viene. Desde un extremo, la plaza brilla y no se sabe a dónde mirar, si hacia esta mujer que luce como ángel encantado o hacia las jovencitas que maniobran entre aros colgantes en otro punto del lugar.
El otro Cervantino
Aunque el programa oficial marca la plaza San Fernando como sede de la presentación de Rodará, llega la hora, las 10 de la noche, y no aparece el grupo poblano. El espectáculo callejero, el del grupo independiente CLETA, continúa. Entonces el par de jóvenes que esperan deciden preguntar y les dicen: es en Los Pastitos donde se realiza la función. Corren y toman el primer camión que al atravesar túneles llegará al punto indicado.
Un policía pretende extorsionar a la muerte, le pide sus papeles en reglamentación o se lo va a llevar. Una lucha cuerpo a cuerpo, máscara contra máscara, inicia entre la parca enmascarada y un luchador en calzones rojos. Una niña aplaude con emoción, sentada en la orilla del templete, para el espectáculo callejero instalado en medio de la pequeña plaza, rodeada de restaurantes y comercios.
Es el empedrado lo que ocupan los asistentes a la función, un público integrado por muchos niños que gritan y participan, una pareja de hippiosos, algunos turistas extranjeros que observan divertidos desde la mesa de algún restaurante. Una anciana con la sonrisa extendida observa, mientras el recogedor y la escoba descansan un minuto. Después de un rato continúa su labor y va marcando camino a lo largo de la plazuela.
La música de cumbia apaga el sonido del futbol que ensordece en todos los televisores de alrededor.
Al mismo tiempo en un punto distante de la ciudad, otro público, el del boleto ticketmaster, asiste al cabaret alemán en el Teatro Juárez, entre refinados encortinados y butacas satinadas.
Este es el otro Cervantino, en Pastitos y en San Fernando. El de entrada libre, el de cooperación voluntaria en un sombrero que pasea entre la concurrencia.