Opinión
Ver día anteriorSábado 19 de octubre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Los de abajo

Emergencia en Guerrero

A

un mes de la tragedia natural provocada por las tormentas Ingrid y Manuel en Guerrero, particularmente en la región de la Montaña, comunidades enteras siguen incomunicadas y la población en situación de emergencia, mientras la ineficacia y corrupción de un Estado rebasado publicita acciones no cumplidas.

Desde San Marcos, municipio de Metlatónoc, se escuchan las voces de un pueblo enterrado y olvidado. Nada ha llegado y la amenaza continúa. Estuvieron aislados tres semanas y hoy, mientras llueve o las nubes amenazan nuevamente, la comunidad entera se estremece. Son los nuu savi, conocidos como mixtecos de la Montaña. El ejido es Zitlaltepec y, desde aquí, las voces de las mujeres gritan, reclaman, se indignan ante el abandono.

¿En qué piensa el gobierno cuando dice que les puede acercar víveres a Huehuetepec, si vemos que hay zonas donde ni los animales de carga pueden pasar? No saben y no entienden, ni siquiera tienen la mínima idea, no han ido a los pueblos, y no irán, porque no les preocupa lo que le pase a la gente. Los indígenas seguimos siendo cifras, datos e índices, reclama Edith, la joven nuu savi que ha increpado a cada una de las autoridades de gobierno que se alzan el cuello anunciando el envío de ayuda a las comunidades, incluyendo a Rosario Robles, la titular de Desarrollo Social.

Para dimensionar el tamaño del desastre no sólo en San Marcos, sino en toda la región, se puede tomar como ejemplo esta pequeña comunidad, en la que hubo cuatro fallecimientos, se afectaron 100 parcelas, 400 animales fueron arrastrados (vacas, chivos, guajolotes y pollos); 17 casas quedaron totalmente destruidas o sepultadas, mientras el resto presenta grietas y daños severos.

¿Helicópteros con ayuda para zonas inaccesibles? Llegó uno y, cuenta Edith, literalmente les aventó unas cajas de víveres con una bolsa de arroz, una de frijol, una sopa, un aceite, un atún, un paquetito de galletas y un papel higiénico. Y luego, nada. Son 85 familias en San Marcos sin abastecimiento; pero esa no es su mayor preocupación ante la angustia de nuevos deslaves. No hay una sola casa segura en estos momentos. La reubicación es la verdadera urgencia, sin dejar de lado la falta de medicinas y doctores ante posibles brotes de epidemias.

Ante la incertidumbre que se apodera de estos pueblos, el espíritu comunitario aparece como su único aliado, renace la asamblea y la toma de acuerdos, se incrementa la participación de las mujeres en las decisiones sobre el rumbo que habrán de tomar.