a justicia ambiental es una fuerza muy importante para conseguir una mayor sostenibilidad ecológica. Sin embargo, a pesar de su importancia, las OJA (organizaciones de justicia ambiental, es decir las ONG dedicadas a la justicia ambiental) a menudo carecen de los recursos económicos necesarios. En el ICTA* de la Universidad Autónoma de Barcelona tenemos un proyecto financiado con fondos europeos llamado EJOLT (Environmental Justice Organisations, Liabilities and Trade), que se puso en marcha en 2011 con la intención de estudiar conflictos socioambientales de todo el planeta y prestar apoyo a organizaciones y comunidades que luchan por la justicia ambiental. EJOLT está en marcha hasta 2015 y en él participan 23 organizaciones académicas y grupos de activistas de la justicia ambiental ( www.ejolt.org). Estudiamos temas legales, de salud y también de valoración económica de pasivos ambientales, como por ejemplo las valoraciones incluidas en las sentencias de 2011 y 2012 contra la Chevron-Texaco por daños producidos en Ecuador.
Otros grupos publican también inventarios y mapas de conflictos ambientales, para darles más visibilidad. Destaca OCMAL, el observatorio de conflictos mineros de América Latina. Hay también recopilaciones de casos de acaparamiento de tierras hechos por Grain y por Land Matrix. Hay una fiebre de estudios de los conflictos ecológicos distributivos. Hay colaboraciones entre todos nosotros.
El metabolismo social de la economía mundial y la competencia por los recursos naturales ejercen una presión cada vez mayor sobre el medio ambiente y las comunidades humanas más vulnerables. Esta tendencia no tiene visos de cambiar, por lo que es seguro que aumenten los conflictos. En esos conflictos intervienen las organizaciones en favor de la justicia ambiental, grupos sociales locales que a veces tienen alcance nacional o internacional. Ellas han nacido de los conflictos socio-ambientales que surgen entre comunidades, gobiernos y empresas, ya sea por la extracción de recursos o la eliminación de residuos. Ellas participan en esos conflictos. Son ONG que deben ser llamadas OJA, porque la justicia socioambiental es su tarea. Su labor resulta fundamental para no olvidar que la seguridad ambiental es un derecho humano básico. Ellas empujan la economía mundial hacia la sustentabilidad. Un trabajo difícil, casi imposible.
En términos académicos, todos esos estudios e inventarios de conflictos ambientales hacen progresar el campo de la ecología política ya que coleccionamos, analizamos y comparamos muchos conflictos sobre minería, extracción de biomasa, hidroelectricidad, combustibles fósiles, energía nuclear y otros. Por ejemplo, tendremos mejores estadísticas de asesinatos de activistas. Tendremos estudios sobre la intervención de empresas chinas en África y América Latina. Podremos comparar el liderazgo de mujeres en distintos países. Y tantos otros temas.
Se trata de aprender de las OJA y de las comunidades y de ayudarlas para denunciar injusticias, para reforzarse mutuamente, para reivindicar y defender derechos. Las comunidades pobres o indígenas suelen padecer una parte desproporcionada de los daños de la contaminación y de la pérdida de recursos para su subsistencia, desde la extracción hasta la evacuación de residuos pasando por el procesamiento. Aquellos más afectados son los sectores marginados de la población, como los pobres y las minorías indígenas que dependen de forma muy directa de los recursos naturales para su subsistencia. Los conflictos surgen cuando la industria trata de apropiarse de recursos y se genera desposesión y contaminación. Estos conflictos son cada vez más frecuentes en las fronteras de la extracción de mercancías, lugares remotos pero muy valiosos pues poseen ecosistemas mejor conservados.
EJOLT confía en contribuir a curar lo que denominamos la ceguera de los consumidores. Al repostar en la gasolinera en Europa o Estados Unidos no se plantea uno si el combustible procede de comunidades contaminadas en el delta del Níger o de un desastre ambiental como el que suponen las arenas bituminosas de Alberta, en Canadá. Nuestra intención es, por tanto, hacer más evidente el metabolismo de la sociedad y poner de relieve los conflictos que se producen en la producción de bienes de consumo y en la evacuación de residuos. Por ejemplo, hay un movimiento internacional de justicia climática que protesta contra el cambio climático que va a fundir glaciares y que hará subir el nivel del mar, afectando a todo el mundo. Ninguna culpa tienen los países pobres cuyas emisiones de gases con efecto invernadero han sido y son escasas. Se trata pues de conseguir justicia socio-ambiental y de poner en juego conceptos como la deuda ecológica y el comercio ecológicamente desigual.
Actualmente EJOLT trabaja en la preparación de un inventario de conflictos ambientales en todo el mundo, con unos dos mil casos. El primer mapa da ya un inventario y análisis de conflictos socioambientales en Turquía. Un periódico de gran tirada nacional se hizo eco de este trabajo tras las manifestaciones en mayo y junio de 2013 contra el plan gubernamental de demolición del parque Gezi, en Estambul (Turquía). El segundo y tercer mapa ya casi listos reflejan la situación en Ecuador y Colombia. Finalmente, publicaremos un atlas por países y por temas.
*Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental