egún ya había adelantado cuando escribí sobre él en el festival de Toronto, Gravedad, séptimo largometraje de Alfonso Cuarón, es un acontecimiento. Por la forma como está filmado –que supuso varias innovaciones técnicas– marca un hito en el cine de efectos especiales, así como lo fueron en su momento El viaje a la Luna (1902) de Georges Mèliés, y 2001: odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick, películas con las que comparte esa cualidad fundamental del cine: suscitar la capacidad de asombro.
En términos argumentales, Gravedad se resume en una lucha por la supervivencia, la de la astronauta Ryan Stone (Sandra Bullock) quien, tras una lluvia de chatarra espacial producida por un satélite ruso destruido, se encuentra a la deriva tras la destrucción de su propia estación espacial. Con algo de ayuda inicial de su compañero Matt Kowalski (George Clooney), la mujer deberá echar mano de su ingenio, habilidad técnica y audacia encontrada para poder regresar a la Tierra.
Lo impresionante de la película es cómo Cuarón y su equipo de diseño visual, encabezado por el virtuoso cinefotógrafo Emmanuel Lubezki, han recreado el hostil y a la vez majestuoso hábitat de la estratósfera con una impecable verosimilitud que, en lugar de complicados efectos especiales, hace pensar en una filmación en locaciones reales (no faltará el incauto que así lo crea). El recurso de la tercera dimensión es parte intrínseca de ese diseño, por lo cual uno siente una especie de inmersión virtual –y visceral– en ese escenario. Así, las cuestiones tradicionales de ejes de acción y correspondencias se salen por la ventana en una nueva forma de usar el lenguaje cinematográfico.
Titubearía en clasificar a Gravedad dentro de la ciencia-ficción, género futurista que por lo general ha visto el lado fantástico de los viajes espaciales con excursiones a otros planetas y encuentros con extraterrestres generalmente agresivos. La película está temáticamente más cerca de Abandonados en el espacio (John Sturges, 1969) y la recreación histórica Apolo 13 (Ron Howard, 1995) en el sentido de que el dilema de la astronauta Stone es perfectamente probable en las condiciones actuales de la exploración espacial. (Algunos científicos, como el astrofísico Neil DeGrasse han expresado sus objeciones a algunos detalles de Gravedad. Quizá han olvidado que no se trata de un didáctico documental científico sino, como dijo Hitchcock, es sólo una película
).
Las virtudes de Gravedad no son sólo como espectáculo audiovisual sino, en términos de personaje, posee la capacidad de meternos en la mente de su angustiada y solitaria protagonista. Uno temía, por prejuicio, que Bullock (la habitual estrella de cosas como Armadas y peligrosas, por ejemplo) banalizaría el proyecto. Sin embargo, la actriz ha sabido asumir el reto, consiguiendo el papel de su carrera al sostener casi la película entera ella sola. A pesar de que se recurre a un cliché como un pasado traumático con una hija muerta, el personaje vive un desarrollo emocional que equivale a un renacimiento (en algún momento, la vemos flotando en posición fetal, como en un estado embrionario). Así, la escena climática está resuelta con el peso dramático de los primeros pasos del hombre en la Luna. Un final poético para una aventura que ha transcurrido en su mayor parte en un estado de gravedad cero.
Ahora bien, no nos pongamos chovinistas y declaremos que Gravedad es una película mexicana. Al contrario, es la muestra de lo que cineastas nacionales con talento son capaces de producir cuando trabajan con presupuestos y recursos impensables en nuestro contexto. Cuarón y sus colaboradores (su hijo Jonás es el coguionista) han sabido aprovechar la infraestructura de un blockbuster para conseguir esa rareza, una muestra prodigiosa y pensante de cine de autor que, al mismo tiempo, es un notable éxito taquillero.
Gravedad
(Gravity)
D: Alfonso Cuarón/ G: Alfonso Cuarón, Jonás Cuarón/ F. en C: Emmanuel Lubezki/ M: Steven Price/ Ed: Alfonso Cuarón, Mark Sanger/ Con: Sandra Bullock, George Clooney/ P: Esperanto Filmoj, Heyday Films, Warner Bros. Pictures. EU-Reino Unido, 2013.
Twitter: @walyder