Milagro informal
Sí existe ese sector
Alas depauperadas
arece que un rayo milagroso iluminó a ciertos integrantes de la clase político-financiera mexicana, pues de la noche a la mañana registraron que en este país la economía informal ha crecido hasta alcanzar proporciones pantagruélicas, que este sector no sólo ocupa laboralmente a cerca de 60 por ciento de la población económicamente activa, que cubre emolumentos inferiores a los de por sí magros salarios que se pagan en la economía formal y que, en resumidas cuentas, no es productiva ni paga impuestos.
Habrá que felicitar al emisor de dicho rayo, pues si se atienden sus dichos, a los ahora sorprendidos integrantes de la clase político-financiera autóctona les pasó de noche lo único que, a la vista de todos y ostentosamente, se incrementó a lo largo de la docena trágica (Fox-Calderón), es decir, la informalidad, a la par de la expulsión de mano de obra, la otra válvula de escape
.
Resulta que en una cumbre de negocios
realizada en Guadalajara, el tema de la informalidad salió a relucir, y fue utilizado para justificar el raquítico crecimiento
económico del país. De hecho, uno de los personajes participantes –de larga carrera en el sector público financiero, y ahora en sector privado financiero– consideró que “la existencia en México de una economía informal ‘muy grande’ es la causa de que el país arrastre una productividad baja respecto de otras naciones y regiones. Esa circunstancia es la que impide al país crecer a pesar de contar con estabilidad macroeconómica, sostuvo Guillermo Ortiz Martínez, presidente del consejo de administración del Grupo Financiero Banorte Ixe. ‘No hay varitas mágicas’, sino un conjunto de reformas que ‘permitan dar un salto adelante’, afirmó” (La Jornada, Roberto González Amador).
El ex secretario de Hacienda en tiempos de Ernesto Zedillo detalló que “el tema que no nos explicamos es por qué México ha crecido tan poco, si tenemos estabilidad macroeconómica. El punto fundamental lo podemos resumir en una estadística: es la productividad. En México la productividad es muy baja por varias razones, pero una de las más importantes es que existe una economía informal muy grande… Uno de los puntos clave de toda la reforma financiera y el resto de las reformas debe ser incrementar la productividad, ello requiere el fortalecimiento del marco institucional, del estado de derecho. Y dentro de este fortalecimiento del marco institucional se tienen que hacer mucho más eficientes aquellas actividades económicas, como la financiera, que tienen impacto en toda la economía. O en energía, dado que en México los precios de la electricidad son 30 por ciento más caros que en Estados Unidos” (ídem).
Se agradece la explicación, pero cabe preguntar dónde estaban y hacia dónde miraban los siempre ágiles integrantes del gobierno federal, pues la economía informal creció y creció a lo largo de, cuando menos, los dos últimos sexenios –los panistas–, durate los cuales hasta el propio gobierno recurrió a la informalidad para contratar mano de obra regularmente barata, aunque en casos especiales llegó a pagar honorarios de jeque a los amigos de los amigos, aunque siempre fuera del marco de la Ley Federal del Trabajo.
Lo anterior, sin olvidar que la informalidad ha sido uno de los trucos más utilizados por el gran capital para incrementar sustancialmente sus utilidades por dos vías: contratación de mano de obra cada vez más barata y sin prestación alguna, y creciente evasión fiscal, ambas practicadas a la vista de la supuesta autoridad respectiva (la Secretaría del Trabajo y la de Hacienda), que lejos de contener tales prácticas, las estimuló, y allí están las cifras oficiales.
Otro participante en la cumbre
de referencia aseguró que “la comunidad empresarial confía en que los incrementos (tributarios) recién aprobados por la Cámara de Diputados contribuyan a aumentar la base gravable y reducir la economía informal, aseguró (el empresario y ex gobernador veracruzano) Miguel Alemán Velasco. Como siempre, habrá a quien le guste y a quienes no gusten los cambios fiscales aprobados por los diputados. Confiamos en que los incrementos en los ingresos fiscales –derivados de la reforma hacendaria– comprometa a las instancias correspondientes a aumentar la base gravable y reducir la economía informal”.
Qué bueno que finalmente alguien registró el gran atorón
–social y económico– que implica la informalidad y la urgente necesidad de revertirlo, por mucho que las citadas declaraciones conlleven más entusiasmo que herramientas para resolver el entuerto. Sin embargo, la tardanza –por llamarle de alguna manera– y el tamaño del conflicto sólo confirma el viejo cuan arraigado vicio gubernamental de atender e intentar resolver los problemas sólo cuando éstos se encuentran en fase francamente explosiva y su resolución resulta mucho más complicada que salir airosos del repechaje frente a Nueva Zelanda.
Para nadie es secreto que seis de cada diez mexicanos laboralmente ocupados sobreviven en la informalidad. Hasta noviembre de 2012 –último mes, felizmente, de estancia calderonista en Los Pinos– el gobierno juró que la informalidad laboral sólo
era de menos de 30 por ciento de la PEA. Oficialmente, cuando Felipe Calderón se instaló en la residencia oficial, la tasa de ocupación en el sector informal fue de 27.1 por ciento; seis años después ese mismo indicador rozaba el 30 por ciento, sólo para que semanas después el Inegi confirmara que la tasa real era de 60 por ciento. Pero sólo hasta ahora parece que, por fin, algunos lo registran o, más bien, se animan a decirlo en público, aunque siempre queda la duda: ¿por qué no lo denunciaron cuando ocupaban altos cargos en el gobierno?
Las rebanadas del pastel
De la lectoría y las alas que algún día fueron dignas: en los últimos tres años los sobrecargos han sido los más afectados por la situación de la industria aérea. Los de Mexicana siguen sin volar y en la incertidumbre; los de Aeromar y Aeroméxico, con aumentos menores que la inflación, y en condiciones laborales incluso menores que aquellas que, en su voracidad, habían propuesto originalmente sus nuevos dueños. Hay intentos de relección en la cúpula de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México, pero quienes pretenden repetir en el puesto tendrán que explicar a sus agremiados qué harían diferente para, ahora sí, defender sus derechos e intereses, toda vez que hasta ahora sólo contribuyeron a pauperizar el salario en el sector, a niveles comparables a los de Interjet y Volaris
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