a semana pasada se realizó en la ciudad de Mérida, Yucatán, el Primer Seminario Iberoamericano de Periodismo de Ciencia, Tecnología e Innovación. Se trata de una iniciativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), con la que se busca –de acuerdo con el mensaje enviado a la ceremonia inaugural por el titular de ese organismo, el doctor Enrique Cabrero Mendoza– “(…) mejorar la calidad y el impacto del periodismo (en estas áreas) en los medios de comunicación de Iberoamérica por medio del intercambio de experiencias y de buenas prácticas internacionales en la materia”. El encuentro reunió a 150 periodistas nacionales y más de una docena de especialistas en este campo procedentes de otros países. También es de destacarse, la presencia y la participación en esta reunión de científicos en activo.
Tuve el privilegio de participar en este seminario y quiero compartir algunas de las reflexiones surgidas al calor de los debates en el encuentro, que concluyó el pasado viernes. Desde luego no voy a tocar todos los temas incluidos en el intenso programa del encuentro, que abarcó las diferentes modalidades del periodismo de ciencia y los retos que enfrentan, pues confío en que algunos de mis colegas lo harán en sus respectivos medios. Yo me voy a referir aquí a un solo tema, el cual curiosamente fue abordado por el director del Conacyt, sobre la identidad entre la ciencia y el periodismo.
En su mensaje, Enrique Cabrero dijo que la ciencia y el periodismo tienen más cosas en común de lo que se podría suponer. En primer término porque la ciencia es noticia y la noticia es la materia prima del periodismo. Pero además profundizó: “El periodista y el científico observan y describen hechos, cuestionan su naturaleza, indagan sus causas, exploran consecuencias y persiguen la veracidad. Ciertamente, tienen metodologías y lenguajes distintos, pero los profesionales de ambas áreas del conocimiento recurren en algún momento a su intuición, experiencia y ‘olfato’ para averiguar la realidad detrás de las apariencias.
“El científico aplica diversas metodologías, métodos y técnicas probadas durante siglos con las que construye teorías en el rigor del razonamiento lógico matemático y su contrastación con la realidad. El periodista finca su acción en su actualización constante de los hechos de interés público, en la investigación documental, en la diversidad de fuentes y versiones, en estar presente en el lugar de la noticia y su desarrollo, en la planeación de entrevistas, en la construcción de un discurso y en el seguimiento de su impacto…”
Lo primero que llama la atención de forma muy positiva es que el director general del organismo responsable de elaborar las políticas públicas para la ciencia, la tecnología y la innovación en México, tenga una idea tan clara de la importancia del periodismo científico y encuentre similitudes entre la labor de los informadores y la de los científicos.
En mi opinión y como resultado de mi experiencia en el periodismo de ciencia (en particular en la prensa escrita), encuentro que, efectivamente, hay grandes similitudes entre la investigación científica y el periodismo, sobre todo cuando nos referimos al periodismo científico, pero no sólo a éste. La obtención y descripción rigurosa de los hechos es el elemento primario de la investigación científica. Cada dato que obtiene un investigador en su laboratorio –si nos referimos a la investigación experimental– y su descripción cuidadosa y objetiva, constituye el ladrillo con el que se construye el conocimiento. Cada dato responde a una pregunta específica (que no pocas veces puede ser diferente a la que originalmente formula el investigador). Un dato es una de las joyas más valiosas para el científico. Es mediante un conjunto de datos que puede llegar a construirse una historia, a la explicación de un fenómeno, a la construcción de modelos que explican provisionalmente una parte de la naturaleza, o a la elaboración de teorías.
Para el periodista científico el dato es también la joya más preciada y no existen en esta profesión géneros de primera o de segunda clase. La nota puede ser el elemento más valioso siempre y cuando contenga un dato obtenido con rigor y objetividad. La nota es, en mi opinión, el ladrillo con el que se construyen las historias periodísticas como en los reportajes y en general en el periodismo de investigación. Cuando alguien menosprecia el valor de la nota periodística es que francamente no entiende lo que es el periodismo científico.
También cabe preguntarse si el periodismo científico es compatible con el diarismo. Yo afirmo que sí, puesto que el diarismo es consustancial al ejercicio periodístico, y el dato (como en la nota o la entrevista), tiene cabida en las ediciones cotidianas de los periódicos, de otro modo el periodismo científico quedaría confinado a los suplementos o revistas semanales o mensuales, lo cual no está mal, pero en lo personal yo siempre he pugnado porque los lectores reciban a la ciencia como parte del cuerpo de los diarios, junto a la cultura, los deportes, la nota roja…