Franz-Peter Tebartz-van Elst, obispo de la ciudad alemana de Limburgo, es acusado de destinar 31 millones de euros para una nueva sede episcopal
Jueves 24 de octubre de 2013, p. 44
Ciudad del Vaticano, 23 de octubre.
El obispo de la ciudad alemana de Limburgo, Franz-Peter Tebartz-van Elst, conocido por su afición al lujo y protagonista de una encendida polémica desatada tras ser acusado de despilfarrar el dinero de la Iglesia católica al destinar 31 millones de euros (42 millones de dólares) para construir una nueva sede episcopal, fue suspendido temporalmente por el papa Francisco.
‘‘La Santa Sede considera oportuno’’ autorizar que monseñor Tebartz-van Elst deje ‘‘durante un tiempo’’ la diócesis, a la espera del resultado de la investigación que realiza una comisión eclesiástica alemana sobre los gastos realizados ahí, informó el Vaticano en un comunicado, en el que no precisó cuánto tiempo estará fuera ni adónde irá o qué hará.
Durante el tiempo que se mantenga alejado el ‘‘servidor más caro de Dios’’, como lo llaman los medios alemanes y cuya suerte será decidida en cuanto se conozcan los resultados de la investigación, será remplazado por el recién nombrado vicario general de Limburgo, Wolgang Roesch, quien debía asumir sus labores en enero entrante.
Su ‘‘reino’’ es de este mundo
La resolución fue tomada con base en información continua y ‘‘objetiva’’, y luego de una visita que realizó en septiembre pasado a Alemania el enviado del Papa, Giovanni Lajolo, quien reveló el lujoso proyecto, precisó el Vaticano.
El pontífice decidió alejar de la diócesis al prelado después de reunirse con importantes representantes de la Iglesia alemana, entre ellos el presidente de la Conferencia Episcopal, Robert Zollitsch, y de haber recibido el lunes al obispo involucrado.
En el centro de la controversia se ubica la construcción de un oneroso complejo para la residencia del obispo y otras renovaciones, que incluirá un museo, sala de conferencias, capilla y apartamentos privados. Tebartz-van Elst, de 53 años, ha dicho que la factura abarcaba 10 proyectos, y que hubo gastos adicionales por las normas de inmuebles bajo protección histórica.
El proyecto, decidido por su predecesor, costaba unos 5.5 millones de euros, pero los gastos de la obra han aumentado notablemente hasta llegar a los 31 millones. Según los medios alemanes, el religioso gastó para su tina personal 15 mil euros, sin hablar de un comedor de 63 metros cuadrados de casi 3 millones de euros.
El prelado también podría ser sancionado por un tribunal de Hamburgo, toda vez que mintió en una declaración jurada sobre un viaje a India en primera clase para conocer programas de pobreza, mientras la fiscalía de Limburgo estudia abrirle una investigación por denuncias de malversación de fondos.
El obispado de Limburgo es escenario de enfrentamientos desde hace tiempo. En marzo de 2012, un grupo de sacerdotes acusó a Tebartz-van Elst de tener un estilo autoritario y a mediados de este año el malestar llegó a las bases con una carta abierta firmada por más de 4 mil personas contra la forma de ejercer el ministerio.
Zollitsch dijo que la comisión eclesiástica examinará los costos de la renovación, el financiamiento y la evolución de las decisiones sobre las restauraciones, y el Papa será informado ‘‘en forma permanente y objetiva sobre la investigación’’. Los abogados canónicos determinarán si Tebartz-van Elst, cuya renuncia reclaman numerosos alemanes, infringió la ley eclesial en lo que se refiere al uso de dinero de la Iglesia, agregó.
El escándalo también ejerció presión sobre los obispos alemanes poniendo fin a siglos de reservas para informar el costo de sus asuntos privados. Lo que se percibe como una falta de transparencia financiera tocó fibras sensibles debido a que la Iglesia católica alemana obtiene cada año miles de millones de euros gracias a un impuesto a su favor, por lo que goza de fondos considerables.
En su comunicado, el Vaticano dejó en claro que el Papa espera que sus obispos vivan de manera sencilla y puso de ejemplo su propio estilo de vida humilde. Desde que fue elegido, Francisco ha dicho que aspira a impulsar una Iglesia pobre para los pobres.
Francisco ha impuesto un estilo más austero que su antecesor, Benedicto XVI. Sigue viviendo en la Casa de Santa Marta, moderna residencia ubicada en la Ciudad del Vaticano, donde permaneció durante el cónclave que lo eligió pontífice el 13 de marzo pasado, y no se ha mudado a los departamentos papales del Palacio Apostólico, que tienen más de una docena de habitaciones y terraza.