Los pequeños, deslumbrados por las cámaras fotográficas
Sábado 26 de octubre de 2013, p. a13
Sobre todo ellos, pelaban sus negros y vivaces ojos: '¡Mira, es Guerrero!
, decía uno, mientras otro más allá se entusiasmaba al descubrir el busto de Morelos. Alguno directamente dejaba de lado admirar los monumentos históricos de los jardines de Los Pinos para clavar su mirada en las cámaras fotográficas, incesantemente accionadas para captar el momento en el que los campeones infantiles de basquetbol recorrían la residencia presidencial, guiados por Enrique Peña Nieto.
Momentos atrás, serios y cariacontecidos, las niñas poblanas del equipo infantil femenil Bayonetas de Puebla y los del grupo de niños Triqui de Oaxaca habían recibido el homenaje organizado por las autoridades del deporte nacional en el salón Adolfo López Mateos, luego de haber ganado el cuarto Festival Mundial de minibaloncesto 2013 en Argentina.
Habían escuchado sin inmutarse el discurso de Jesús Mena, director de la Conade, y a dos de sus compañeros leer aquellos, sin duda previamente redactados por los organizadores de la visita. El presidente Peña Nieto había roto el protocolo con un mensaje más relajado y fue hacia el final cuando los invitó a recorrer –guiados por él– la casa presidencial.
A esta visita –también en el presídium– fue incorporado Rodolfo Domínguez, actor no profesional y también indígena, ganador con los guatemaltecos Karen Martínez y Brandon López (adolescentes los tres) del premio al elenco en el Festival de Cannes, Francia, por su participación en la película La Jaula de Oro, de Diego Quemada Díez.
Rodeado de todos ellos caminó Peña Nieto por las calzadas de Los Pinos. Les mostraba –desde afuera– dónde vive y dónde queda su oficina en la residencia Miguel Alemán. Bromeaba sobre el sitio en la avenida de los ex presidentes de México, dónde le corresponderá su busto. Les preguntaba sobre sus entrenamientos y de plano tomaba partida por las niñas en un duelo entre ambos equipos.
En ese mismo recorrido, el propio Presidente elegía los sitios donde tomarse fotografías con ellos, sobre todo en los pesados escudos nacionales de piedra distribuidos en puntos simbólicos.
Para entonces los niños habían vuelto a su condición de tales. Ellos mismos se salían del grupo para tomar sus propias fotos y formulaban sus propias preguntas.
Casi al despedirse en la entrada de la residencia Lázaro Cárdenas –donde hay otro despacho presidencial– las Bayonetas reivindicaron la tradición tan poblana de las porras, de la cual se ve que tienen amplio repertorio.