or fin, la semana que terminó el Congreso de Estados Unidos aprobó el presupuesto y el aumento del techo de la deuda. El presidente Barack Obama aprovechó la oportunidad para, no sin cierta cautela, relanzar el proyecto de reforma migratoria. Encontró la coyuntura para presionar al Partido Republicano a que discuta la enmienda, tomando en consideración la necesidad que tiene ese partido de reivindicar su imagen ante el electorado estadunidense. La mayoría de las encuestas señalan que más de 60 por ciento de los votantes están hartos del obstruccionismo que la fracción más radicalmente conservadora ha ejercido a cualquier proyecto gubernamental. Una muestra de ese hartazgo es la decisión de un grupo de individuos y organizaciones conservadoras, entre ellas la poderosa Cámara de Comercio, de suspender su apoyo económico a 80 diputados republicanos que se han distinguido por ese obstruccionismo. Coincidieron además en que es tiempo de arreglar el disfuncional sistema migratorio mediante una reforma que permita resolver la situación de 11 millones de indocumentados. Por todo ello hay una ligera posibilidad de que la Cámara de Representantes elabore un proyecto de reforma que incluya algunos capítulos del proyecto del Senado y decida de una vez por todas aprobar la tantas veces pospuesta modificación.
Sin embargo, hay varios peros que primero se deben superar. Restan solamente cinco semanas antes de que el Congreso clausure el actual periodo de sesiones. Se da por sentado que en enero y febrero el Congreso se concentrará en la discusión del presupuesto, por lo cual la reforma sería pospuesta nuevamente. Se antoja difícil, dada la incapacidad en el Congreso para llegar a acuerdos, que se apruebe una modificación en tan poco tiempo, más aún porque prevalece la oposición de los republicanos más conservadores a conceder tregua alguna a cualquier proyecto en el que exista la más ligera marca de la Casa Blanca. Por último, algunas organizaciones de apoyo a los derechos de los indocumentados han insistido en que el gobierno de Obama suspenda las deportaciones masivas y la construcción del muro entre México y Estados Unidos. De no ser así, existe la posibilidad de que se nieguen a apoyarla. Esta oposición pudiera crecer, más aún debido a que el presidente sugirió que la reforma pudiera ser aprobada en partes, para de esa forma allanar los obstáculos de quienes se niegan a una modificación integral.
Como puede advertirse, en caso de que existiera la posibilidad de una reforma, ésta tendría que ser limitada. Su contenido satisfaría a quienes buscan que en primer lugar se garantice mano de obra suficiente y barata para los sectores agrícola, de servicios y de técnicos para la industria electrónica, mediante una ampliación de visas para ese tipo de empleos, pero no a quienes aspiran a una reforma integral. La pregunta es: ¿vale que por lo menos se avance en esta modificación light o esperar a una que incluya todos los capítulos que la reforma integral planteó desde el principio?