sí como la muerte de migrantes procedentes de Centroamérica y México que buscan llegar a Estados Unidos ocupa la atención de los medios, este mes el escenario fue Europa por el naufragio de varias embarcaciones en las que se trasladaban cientos de migrantes procedentes de África, huyendo del hambre y la guerra. Cientos de ellos perdieron la vida al naufragar en distintos días tres embarcaciones cerca de la isla italiana de Lampedusa, y de la isla de Malta. Su sueño de una vida mejor en Europa quedó sepultado en el mar Mediterráneo. Otros cientos se salvaron de morir al ser rescatados por buques de las marinas italiana y maltesa. Entre los muertos, mujeres, niños y hasta un bebé. En el caso del naufragio en Lampedusa todo indica que la embarcación se volcó cuando quienes iban en ella (más de 500 personas) empezaron a moverse, desplazándose hacia el mismo lado de la embarcación, para llamar la atención de un avión que sobrevolaba la zona. Sobrevivieron 155 y es la mayor tragedia migratoria ocurrida en Italia los últimos 10 años.
Se suma a otras ocurridas desde 1990 en el Mediterráneo y que han ocasionado la muerte de unas 20 mil personas. Hace dos años, el número de muertos o desaparecidos ascendió a 2 mil y nada impide que los que quieren llegar a Europa en busca de una vida mejor se lancen al mar en frágiles embarcaciones. Este año han arribado en forma clandestina a Italia y Malta más de 32 mil, de los cuales 20 mil pidieron asilo político. El viernes pasado llegaron 775 inmigrantes más, y una semana antes 254, de los cuales 90 son niños. Proceden de Egipto.
Las tragedias de este mes, como en ocasiones anteriores, fue oportunidad para que los gobernantes de los países europeos las calificaran de vergüenza
y sugirieran tomar medidas para evitar que cientos de inmigrantes dejen cada año la vida en las aguas que separan África de Europa. El Parlamento Europeo se apresuró a crear un nuevo sistema de información y control de fronteras denominado Eurosur, para frenar la inmigración y el tráfico ilegal de personas. En 2011 llegaron a la Unión Europea en forma ilegal 72 mil africanos, el doble que en 2010. Además considera que el sistema promoverá un rescate más rápido de los inmigrantes que estén en peligro en alta mar para reducir el número de muertos. Eurosur debe empezar a funcionar en diciembre en Italia y España, y en un año más en todo el bloque. Pero el drama de los sin papeles continúa y acrecienta.
En paralelo, aumenta en varios países europeos el sentimiento contra ellos, a los que culpan de agudizar los problemas económicos que padecen, de la inseguridad, de vender mercancía pirata, trabajar en el comercio informal, disfrutar de los servicios médicos y de la infraestructura pública de pueblos y ciudades sin aportar nada a cambio. Se refieren concretamente a los provenientes de África o América Latina, pero también a los procedentes de Rumania y Bulgaria. No aportan nada y gozan de todo, alegan los dirigentes de los partidos políticos de la ultraderecha en busca de triunfos electorales. Como el que obtuvo recientemente en Francia el partido que preside Marina Le Pen. O en Rusia, donde sufren agresiones los de las repúblicas que antes fueron parte de la Unión Soviética.
Pero los datos muestran que esa inmigración indocumentada tiene un peso mínimo en los problemas sociales y económicos que registra Europa desde años atrás. Y que ni los gobiernos y menos los partidos que se oponen a la llegada de las personas indocumentadas han hecho lo suficiente por atacar el problema de raíz, que no es otro que la pobreza, la violencia y la inestabilidad política que existe en varias regiones de África. Continente del que solamente parece interesarles sus recursos naturales.
Mientras a las costas italianas siguen arribando oleadas de inmigrantes, el gobierno no efectuó el funeral de Estado que había prometido por los que murieron este mes en el mar. En el colmo, hizo una ceremonia que presidió Angelino Alfano, ministro del Interior y partidario de la ley que criminaliza a los inmigrantes. También engañó a los familiares de las víctimas al diseminar los ataúdes por los cementerios de Sicilia. En vez de uno gigantesco de lápidas sin nombre que hiciera imposible el olvido. Con razón le gritaron asesino
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